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50 vinos para el verano por menos de 10 euros

50 vinos para el verano por menos de 10 euros

En las regiones 'frías' de España, en la franja norte de Galicia a Cataluña, se producen blancos, tintos ligeros y rosados de excepcional relación calidad/precio que pueden convertir en especial cualquier aperitivo veraniego

Aitor Alonso

Viernes, 3 de julio 2015, 00:25

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El calor lleva ya unos días entre nosotros y también llegan de forma paulatina las vacaciones, los días de playa, de barbacoa, de cenas en la terraza y hasta de picnic en el campo o la piscina. Ensaladas, frutas, paellas, chuletillas con amigos... ¿Y el vino? Los amantes de este producto se enfrentan siempre al mismo dilema. Bajo el sol abrasador, en el chiringuito o el restaurante, ¿apetece más una cerveza fresquita o un crianza de rioja o ribera? Más de un 'hooligan' del fruto de la vid se decantará quizá a su propio pesar, por la primera.

Es sabido que la temperatura de servicio de los tintos, que no admiten bien el frío intenso (pierden aromas y matices), les convierte en los grandes perjudicados de los meses de calor. Es el momento, por tanto, de sus hermanos los blancos y rosados, que en España también hay de calidad y a muy buen precio. "Y también de esos tintos más ligeros, con menos cuerpo y menos estructura: mencías, riojas jóvenes... que se pueden tomar más fresquitos, a 14 ó 15 grados", dice Ana Martín, enóloga de la Bodega Urbana de Bilbao.

Un repaso por la geografía peninsular permite elaborar una generosa lista de vinos veraniegos de buena relación calidad/precio. Sobre todo blancos, rosados y tintos sutiles con escasa crianza y posibilidad de tomarlos un poquito más frescos que los densos reservas que, como dice Martín, habrá que guardar para otra ocasión si el calor aprieta. Con dos latas de buenas conservas, unas aceitunas seleccionadas y unas copas adecuadas, se puede convertir en un momento especial cualquier aperitivo tonto veraniego. Intentaremos apuntar aquí recomendaciones por debajo de 10 euros en vinoteca, aunque el precio final siempre puede oscilar ligeramente en función del comercio al que tengamos acceso.

Por iniciar el viaje en el sentido de las agujas del reloj, empezaremos en el noroeste. Galicia es una comunidad que sabe a mar y huele a salitre en la costa y a pulpo, pan y camino de Santiago en el interior. Y de todo ello salen unos vinos excepcionales: albariños, ribeiros, valdeorras, de Monterrei y de la Ribeira Sacra, con uvas autóctonas y buenos precios. El blanco por excelencia es el que se elabora en las Rías Baixas con esa uva que tiene su epicentro en Cambados, en la comarca de O Salnés, y que deja ese gusto seco en la boca, con albaricoques y otras frutas veraniegas en su aroma. El albariño es uno de los mejores blancos del mundo y, a pesar de que está un peldaño por encima en cuestión económica, se pueden encontrar algunos ejemplos a precios contenidos. Un superventas en este margen de precio es Lagar de Cervera, un albariño con tres meses en depósito inoxidable que llega de la mano de La Rioja Alta. De una bodega más modesta, Maetierra, es un buen ejemplo Atlantis, o el Castro Martín que Ángela Martín elabora con el nombre de la familia desde sus viñedos de El Pazo y Castrelo, y que se recomienda tomar un poco más templado de temperatura.

Fuera de la denominación clásica, Galicia ofrece grandes vinos en Ribeiro y en las emergentes Valdeorras y Ribeira Sacra. En la primera, por debajo del tope marcado, The Flower and the bee, de Coto de Gomáriz, es una divertida referencia; San Clodio, que ronda los 10 euros, es el vino del cineasta José Luis Cuerda, que como él dice debe su bodega orensana al éxito de Los Otros, la película de Amenábar que le dejó pingues beneficios como productor. El vino es una buena muestra de lo que se consigue en la zona, blancos con base en la uva treixadura y acompañamientos de godello, loureiro o torrontés y con escasa crianza. Sameirás y Eduardo Peña son otras dos referencias con calidad.

La uva godello brilla también Valdeorras, una denominación en auge donde grandes enólogos han puesto sus ojos para crear blancos de calidad, lo mismo que en la vecina y cercana Ribeira Sacra, ambas fundamentalmente radicadas en Ourense. De la primera, Gaba do Xil es un producto de Telmo Rodríguez, uno de los 'winemakers' de moda en España. Louro y Bolo, por ejemplo, son dos productos de la familia Palacios que tampoco pueden defraudar en este margen de precios. En la segunda, con los viñedos colgados de los cañones del gran afluente del Miño, la mencía es una uva que deja uno de los tintos más frescos, frutales, golosos y apreciados del país y cuyos mejores ejemplos han cautivado a críticos internacionales. Telmo Rodríguez también hace aquí su Gaba do Xil con mencía, mientras otros como Raúl Pérez o los descendientes de J.Palacios hacen grandísimos vinos que por su precio no se pueden incluir en este listado. De las riberas del Sil se extraen también las uvas para los vinos de Algueira o de Guímaro, dos etiquetas a considerar. La mencía también brilla en la vecina comarca del Bierzo, ya en Castilla y León. El Castro de Valtuille, un joven de la bodega Castro Ventosa, vinculada a Raúl Pérez, es una de las referencias más interesantes en calidad/precio, por debajo incluso de los seis euros. Petit Pittacum es un 88 Parker por menos de 7 euros. Y Luna Beberide, cuyo Finca La Cuesta es un tinto frutal, suave y elegante, elabora también un interesante blanco de godello de cepas antiguas (más de 60 años) con cuerpo y bonito tono ambarino.

El salto de Galicia a Castilla ha sido obligado por la cercanía conceptual de Ribeira Sacra y Bierzo, pero lo suyo era continuar la línea de costa hacia el Este para pasar por Asturias, una comunidad donde se está recuperando con base en la uva albarín, autóctona y que también se trabaja en León. Pésico, de Dominio del Urogallo, es una de las más interesantes, pero está fuera del precio límite. En el norte de Castilla, El Aprendiz o Pricum son dos ejemplos de lo que se puede hacer con esta uva.

Txakolis y riojas

Y siguiendo la costa llegamos a Euskadi, vinos que conocemos mejor y que se pueden concentrar en dos orígenes. Los txakolis del norte y el oeste de la comunidad y el rioja sureño. Entre los refrescantes blancos de Hondarribi Zuri, la uva característica del txakoli, son clásicos Itsasmendi, Txomin Etxániz, Rezabal, Ameztoi, Beldui etiquetas ajustadas de precio y que permiten quedar bien en un aperitivo fresquito. En la Rioja Alavesa y las tierras hermanas más allá del Ebro se trabajan infinidad de buenos vinos jóvenes y de maceración carbónica que permiten una temperatura de servicio más fresquita acorde a la estación veraniega (Harresi, Luberri, Baigorri Maceración Carbónica, LZ de Telmo Rodríguez), pero también abren un abanico a los rosados con base en tempranillo, asalmonados y frescos, como los de Muga, Ramón Bilbao, Izadi, Cvne, Baigorri o Marqués de Riscal, todos ellos interesantes para un aperitivo por precios sobre los 6-7 euros. En blancos, la viura típica de la zona aporta vinos correctos, pero lejos de otras uvas blancas nacionales.

El salto desde Euskadi ha de ser hacia Navarra, donde también es momento de hablar de rosados. Algunos de reciente lanzamiento, como el Las Fincas de Bodegas Chivite, una de las clásicas de la comunidad foral, un vino que lleva en la contraetiqueta el sello de Arzak (con quien ha colaborado) y que se engloba bajo el paraguas de la Indicación Geográfica Protegida de las Tres Riberas. En la DO Navarra hay grandes rosados con base en la uva garnacha como el Artazu rosado, Castillo de Monjardín o Nekeas Rosado de Lágrima, que incorpora también cabernet sauvignon. Todas son buenas opciones para un aperitivo veraniego o una comida ligera.

En la franja norteña que une Navarra con Cataluña y el Levante se producen interesantes chardonnays, una uva todoterreno y globalizada que ofrece sus mejores versiones fuera de España, pero que aquí también se trabaja con acierto y por debajo de 10 euros la botella en las bodegas de Enate (Navarra), Enrique Mendoza (Alicante) o Viñas del Vero (Somontano). En Cataluña, las denominaciones de Penedés, Alella, Montsant, Costers del Segre, Priorat y Terra Alta ofrecen un abanico de opciones difícil de abarcar en solo unas cuantas referencias, con base en las uvas clásicas de la zona (y también del cava): la macabeo, parellada y xarello acompañadas de garnacha blanca, moscatel y otras. Viladellops Xarello es un buen ejemplo de monovarietal por apenas 7 euros (91 Parker), al igual que el Mata Xic de Agustí Torello. Del Empordá, Blanc Pescador es un superventas en verano y son interesantes los blancos sin crianza del Penedés como Parés Balta Cósmic, Mysti Blanc, el ecológico Indígena, Gramona Gessamí o Silencis de Raventos i Blanc. Mucho donde elegir en una comunidad rica en vinos frescos, frutales y llenos de personalidad.

El repaso quedaría cojo sin una rápida visión a Rueda, la denominación castellanoleonesa donde reina la uva verdejo, que tan solicitada se ha hecho ya en los bares y restaurantes del país, haciendo evidente que el esfuerzo de marketing de los blancos de Rueda ha tenido sus frutos. ¿Nuestras apuestas? Nisia, de Jorge Ordóñez, Naia, Basa, El Albar Lurton y Saltimbanqui. Todos entre 8-10 euros.

Los cavas, finos, manzanillas y otros interesantes proyectos de la mitad sur de España merecen un capítulo aparte, un segundo artículo.

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