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Iglesia y morera de Ciudad de Ebro

Las brujas de Cernégula y las moreras sagradas

Este pueblo del Páramo de Masa, en la provincia de Burgos, está asociado desde tiempo inmemorial a las reuniones de hechiceras, los aquelarres y el culto al maligno. Las moreras crecen desde la Edad Media junto a las iglesias y tienen un significado mágico y protector

Iñigo Muñoyerro

Viernes, 2 de septiembre 2016, 01:52

Si hacemos caso de las leyendas las brujas de Castilla, Cantabria e incluso de más lejos tuvieron un punto de encuentro en la laguna de Cernégula, un pueblo burgalés enclavado en el Páramo de Masa. Allí, a más de mil metros de altitud, protegido del Norte helador en un recoveco del relieve Cernégula aguarda el paso del tiempo.

Fue un enclave importante hasta el siglo XIX. Por allí pasaban los arrieros con sus reatas camino del valle de Ubierna y Burgos. Fueron mejores tiempos pasados. Ahora cruzan los camiones, que a veces paran en la gasolinera. Hace un guiño a la leyenda y se llama Las Brujas. El restaurante anexo lleva el nombre de La Charca. Ahora no llegan a los 70 habitantes en invierno. Cuando la nieve y el hielo congelan un páramo erosionado cubierto por una vegetación adaptada al clima extremo donde destacan brezo, gayuba, erizón (el temible Echinospartum horridum), tomillo, espliego, enebro y la sabina rastrera.

Cernégula, conocida como 'el pueblo de las brujas', es un pueblo ordenado y limpio que pertenece a la Merindad de Ubierna. No hay ruinas y sí muchas casas rehabilitadas. A la charca (hay un letrero) también llamada La Pila se llega caminando entre casas y luego por un camino entre frutales. Es una lámina de agua dulce de origen kárstico de unos 5.000 metros cuadrados de superficie rodeada de espinos y parcialmente represada. Su profundidad va de uno a los cuatro metros. En invierno rebosa agua y se congela. Cuentan que en las crudas invernadas del siglo pasado los chavales patinaban sobre la superficie helada. En verano el nivel baja, pero nunca se ha secado.

Las brujas volaron

¿Y de las brujas qué queda? Aparentemente poco o nada. Quizá las ranas y las culebras sean una reminiscencia de aquellos tiempos mágicos. Cuentan que alrededor de la laguna se reunían las hechiceras para realizar aquelarres, poner a punto potingues ponzoñosos y contar sus últimas fechorías.

Montadas en sus escobas o en forma de cárabos llegaban no sólo del Reino de Castilla, sino también de Cantabria y Navarra con el ánimo de esconderse de los inquisidores, que durante los siglos XV y XVI elaboraron un mapa de puntos considerados como de reunión de brujas para realizar ritos contrarios a la iglesia católica. Y Cernégula era uno de ellos.

Hasta ahí la leyenda. En el pueblo agradecen la propaganda, pero no se mojan. No sabemos si venían las brujas, pero si dicen que estuvieron aquí por algo será, contaba una vecina. Nos quedamos con las estrofas de una vieja copla montañesa que dice: De la cueva de Ongayo / salió una bruja / con la greña caída / y otra brujuca. / Al llegar a Cernégula / ¡válgame el Cielo! / un diablo cornudo / bailó con ellas. / Por el Redentor, / por Santa María, / con el rabo ardiendo / ¡cómo bailarían...!.

Fiesta de la mora

Estamos en la católica Castilla La Vieja y a un tiro de piedra de la poza la iglesia de Nª Sra. de la Natividad espanta y protege de brujas y diablos. Es un edificio magnífico de piedra de sillería rojiza, con una portada gótica blasonada (siglo XIV). Conserva un retablo barroco de calidad. Y junto a la iglesia se eleva una morera (Morus nigra), otro de los motivos de la excursión. Es un árbol de gran porte, frondoso y ramificado. Cargado de frutas rojas y negras en esta época de año. Las moras tienen un sabor agridulce que engancha. Atraen a pájaros y avispas. Y tintan de color morado las manos y la cara. Su mancha en la ropa es indeleble. No se quita. O eso dicen.

La fiesta de Cernégula se celebra el día de San Miguel. Con danzarines y degustación de moras, si no ha helado antes.

Hemos pasado por otros pueblos castellanos donde las moreras crecen junto a las iglesias. Algunos autores dicen que en tiempos mozárabes y medievales atribuían a este árbol propiedades mágicas y sagradas. De ahí viene la tradición de plantarlas junto a los templos que se construyeron a partir del siglo IX, conforme avanzaban la reconquista y repoblación.

¿Rito pagano? ¿Árbol mágico? Misticismos al lado la morera es una especie con madera dura y resistente a la humedad. Sus hojas se han empleado para alimentar a los gusanos de seda. Tienen propiedades analgésicas y cortan de manera radical la diarrea Y sus frutos, las moras, rojas o negras, son ricos en vitaminas y azúcar.

En el mismo páramo, conforme retrocedemos hacia La Mazorra, se encuentra Dobro. Pueblo extendido con la iglesia de Santa Eulalia mártir en el centro. Edificada en el siglo XV con restos de otra románica (conserva los canecillos y las cornisas). Junto a ella hay una morera joven. Combada y con el ramaje elevado. Este año rebosa de frutos. En medio de la plaza está la fuente con su pilón. Y enfrente el bar La Espiga.

Moreras de Manzanedo

De vuelta al Ebro, en Incinillas nos desviamos al valle de Manzanedo. En otro tiempo estuvo poblado de manzanos. Ahora la arboleda amenaza con comerse fincas de cereal, pastizales, eras y herranes. Tras pasar Rioseco y su monasterio arruinado y la capilla rupestre de Argés aparece Manzanedo, capital del valle. Al pie de la montaña. En lo más alto se encuentra la iglesia de La Asunción. Buen edificio románico del siglo XII. A un lado, está la morera. Árbol magnífico de gran porte, frondoso y con ramas que llegan al suelo. Está calzado para evitar su derrumbe. Las moras han pintado el suelo de morado y manchan

Retornamos a la carretera para terminar el viaje en Cidad de Ebro. La única manera de cruzar el río es la antigua pasarela de 14 arcos. Es una aventura. Te preguntas si el coche va a caer al Ebro que baja caudaloso y arremolinado y amedrenta. Carece de barandilla y si esto fuera poco, traza una curva. También llama la atención el bar municipal con hechuras de palafito para protegerlo de las crecidas que vemos en la orilla opuesta. Cidad es un pueblo grande, con buenas casas blasonadas y alguna no tanto. Restaurada, la iglesia de San Román está datada en el siglo XV. Junto al templo hay una enorme morera. Repleta de frutos. Cuentan los vecinos que antes estaba en un terreno particular y que fue trasladada hace 60 años a su emplazamiento actual. Justo cuando el pueblo comenzó a despoblarse.

Cómo llegar

Villarcayo CL-629, N-632 Valdenoceda. CL-629 Puerto de la Mazorra (BU-V-6143 Dobro), Cernégula. Vilarcayo CL-629, cruce Incinillas. BU-V-5741 Manzanedo y Cidad de Ebro.

Qué ver

Cernégula: iglesia Nª Sª Natividad (gótica). Dobro: iglesia Santa Eulalia mártir (siglo XV). Manzanedo: iglesia La Asunción (románica siglo XII). Cidad de Ebro: iglesia san Román: siglo XV.

Moreras:

Moreras en Cernégula, Dobro, Manzanedo y Cidad de Ebro. También en otros pueblos de las Merindades.

Comer:

Restaurante la Charca en Cernégula. Bar La Espiga en Dobro. Bar merendero en Cidad de Ebro. Bar en Manzanedo.

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