El conductor que arrolló y mató a un ertzaina en Artaza no irá a la cárcel: «Me pregunto si esos jueces tienen hijos»
La Audiencia vizcaína suspende la pena de cuatro años al conductor que mató a un ertzaina en Artaza, mientras no delinca ni recaiga en las drogas
Gumersindo, Gumer, y Cristina, los padres de Álvaro García, el ertzaina de 29 años que murió al ser embestido por un conductor drogado y bebido ... en la rotonda de Artaza el 5 de junio de 2018 cuando iba a trabajar, se consideran «'doblevivientes'». Tienen dos vidas, una hasta ese fatal día y otra después, «totalmente diferente». Cuando perdieron a su hijo, sacaron «coraje» no saben de dónde y emprendieron una lucha en busca de Justicia. «Hemos peleado lo indecible», aseguran. Ahora, se sienten «decepcionados con los jueces de la Audiencia vizcaína» que han librado de la cárcel al homicida de su hijo, previamente condenado por un juzgado de lo Penal a cuatro años de prisión, el máximo castigo previsto en el Código Penal para los delitos de homicidio por imprudencia y conducción temeraria. La condena quedó luego rebajada a tres años y tres meses de prisión por la falta de antecedentes del acusado.
Éste apeló la resolución y la Sección Sexta de la Audiencia vizcaína ha suspendido la ejecución de la pena con la condición de que I.G.C., de 36 años, no delinca en los próximos cinco años ni abandone el programa de desintoxicación de las drogas y el alcohol que sigue, según se detalla en un auto, que ya no puede ser recurrido. «Hubiéramos llegado hasta donde hubiera hecho falta, no por revanchismo, pero la sentencia es firme y ya no vamos a poder cambiar nada».
EL DATO
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4 años de prisión era la pena a la que fue condenado el conductor por el juzgado de lo Penal número 5 de Bilbao, por los delitos de homicidio imprudente y conducción temeraria. Luego, quedó rebajada a tres años y medio por la falta de antecedentes.
«Remover conciencias»
El matrimonio y su otro hijo, Daniel, han decidido contar su caso para «remover conciencias». «A partir de ahora queremos descansar y olvidarnos de él». Cuando se preparaban para afrontar «una Navidad más sin Álvaro», «por sorpresa» recibieron este «regalo envenenado». «La gente que nos conoce pensaba que ya estaba en la cárcel, pero no la va a pisar. Es injusto para la sociedad y como víctimas nos sentimos desprotegidas», protestan.
La sala recuerda que la Ley permite eximir al reo de prisión «por grave que fuera el resultado»
suspensión de pena
Creen que se trata de una resolución «sesgada en favor del homicida y en contra de la familia». Consideran que los jueces se muestran «comprensivos con quien mató a mi hijo, incluso le señalan el camino que debe seguir para reintegrarse socialmente. Mientras que a nosotros nadie nos ha dicho cómo hacerlo, hemos tenido que descubrir y a veces improvisar el camino. Y nuestra reinserción social, laboral y de pareja sí que es difícil», se duelen.
Ambos participan en un grupo de duelo con otros padres que han perdido a sus hijos para intentar superar un drama que les quitó las ganas de vivir. Sufrieron «estrés postraumático» con llanto incontrolable, insomnio, ideas de suicidio... Su unión, que ha salido fortalecida pese a todo, y el amor por su otro hijo, además de su familia y amigos, les ayudan a seguir adelante, aunque con momentos de retroceso. «Hemos intentado reengancharnos a la vida, emprender una nueva». Pero su mente vuelve una y otra vez a aquella madrugada.
Cuatro meses después de la muerte de Álvaro, el conductor les escribió una carta pidiendo perdón. «Me pareció repugnante»
duelo
Una llamada de la Ertzaintza, cuerpo al que están muy «agradecidos por su humanidad», les despertó para darles la peor noticia. Su hijo, que había salido de casa 20 minutos antes para desplazarse hasta la comisaría de Hernani, donde estaba destinado como ertzaina, había fallecido. Llevaba cuatro años poniéndose el uniforme. «Estaba enamorado de su trabajo. Se levantaba a las cuatro de la mañana, pero iba con ganas», recuerdan con una sonrisa. Un cúmulo de «casualidades» se aliaron en su contra. Aquella noche, Álvaro pasó a echar gasolina por el centro comercial Artea y cuando enfilaba la rotonda de Artaza le paró una patrulla de la Policía Municipal de Getxo al ver que tenía un foco fundido de su 'Volkswagen Passat'.
Un conductor drogado y bebido se aproximaba por los túneles de La Avanzada con exceso de velocidad, según se aprecia en las imágenes de las cámaras de vídeovigilancia. La resolución detalla que I.G.C. estaba siguiendo ya entonces un tratamiento de desintoxicación, pero que aquel día sufrió un «bajón tras una discusión familiar». Después, arrojó una tasa de 0,93 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, cuatro veces lo permitido, y dio positivo en el narcotest a dos drogas distintas. Una vez en la rotonda, las ruedas de su 'Citroën C5' se montaron sobre un bordillo, el turismo cogió vuelo y sin control fue a empotrarse contra el coche de Álvaro, que hablaba en ese momento por la ventanilla con los agentes municipales. Los guardias tuvieron que saltar para evitar ser también arrollados. «Se lo llevó por delante. Fue un segundo, apenas le dio tiempo a darse cuenta», se consuelan.
«Utilitarismo»
La jueza de primera instancia que dictó la sentencia condenatoria incidió en la «peligrosidad» del individuo para imponerle la pena máxima. Sin embargo, en el último auto, la Audiencia reprocha a la magistrada que critique el «utilitarismo» con el que, en su opinión, el acusado alegaba haberse apuntado a un «programa psicoeducativo» en lugar de a un verdadero tratamiento de deshabituación para obtener beneficios de rebaja de pena. Para la jueza se trataría de «un talismán para poder delinquir sin ingresar en prisión, que lanzaría un mensaje de impunidad ante un hecho tan grave». La Sección Segunda le afea que se atribuya funciones como la de «valorar, que le corresponden al legislador», y le recuerda que la ley contempla esa posibilidad para delitos con una pena inferior a cinco años, sea cual sea la intención del reo. «Por grave que fuera el resultado, es pertinente acordar la suspensión de la pena», sentencian. «El alcoholismo es una adicción que requiere tiempo y perseverancia», advierten, y «el juez hace una apuesta a favor de que aquel no vuelve a cometer un delito».
«Me pregunto si esos jueces tienen hijos y si se han puesto en nuestro lugar dos segundos»
enfado
Cuatro meses después de la terrible muerte de Álvaro, «en pleno duelo», recibieron una carta del conductor pidiéndoles perdón. «Me pareció repugnante», confiesa Gumer. «Llegó el juicio y la presentaron para sacar ventaja. Legalmente estará permitido, pero moralmente es inaceptable. El perdón se debe buscar cuando se está cumpliendo la pena, no antes. Y que le faciliten nuestra dirección a la persona que ha matado a nuestro hijo... Nosotros no sabíamos ni su nombre ni su dirección, ni queríamos saberlo».
La pareja sigue creyendo en la Justicia, que «tiene instrumentos para aplicar la Ley», aunque están «enfadados» con «los tres jueces» que firman el auto. «Me pregunto si tienen hijos, si se han puesto en nuestro lugar dos segundos porque les diría que ahí llevamos inmersos nosotros dos años y medio. Ellos están para que este personaje no vuelva a colarse en la vida de nadie».
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