La obra para reinventar La Casilla costará más de 21 millones de euros
Ese es el coste estimado de la demolición y la construcción de un nuevo pabellón con una planta subterránea. Cualquier extra engordará la factura
El dinero es una medida precisa para valorar la magnitud de una obra, y tomando el precio como referencia queda claro que la reinvención de ... La Casilla será un 'obrón'. Costará más de 21 millones (17,5 sin incluir el IVA). Se trata de la estimación municipal para el 'paquete básico'. El 'minimo minimorum'. ¿Qué incluye? Únicamente «la demolición del pabellón actual y la construcción del polideportivo compacto básico y una planta subterránea», explica el concejal de Obras, Planificación Urbana y Proyectos Estratégicos, Asier Abaunza.
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El responsable municipal, eso sí, es muy cauto. Y recuerda que esta cifra es una aproximación inicial con la que se juega en el momento actual, aún impreciso. Es la que consta en el diálogo competitivo que ha lanzado el gobierno local y que pretende ser una especie de foro en el que se discuta qué se va a hacer. Recordemos: lo que se pretende no es sólo tumbar la instalación obsoleta que languidece ahí y levantar una nueva, sino reurbanizar el entorno, incluso parte de Autonomía.
Como el Ayuntamiento ya sabe que el tajo va a ser caro, ha optado por un modelo similar al que utilizó con Bilbao Intermodal, es decir, que una empresa o grupo de empresas se encargue de la construcción para luego explotarla y rentabilizarla con los años. En concreto, se plantea un periodo máximo de concesión de cuarenta años. Tan parecido es el caso a la estación de autobuses que el coste de esta infraestructura de transporte fue bastante similar (más de veinte millones las cuatro plantas subterráneas, y más de cuarenta con los edificios que van en superficie y la plaza) y tiene el mismo plazo de concesión.
Lo que busca el diálogo competitivo que ahora se lanza es que las propias empresas interesadas en la obra de La Casilla den sus propuestas, que se tomarán en cuenta para elaborar el proyecto final (al que sólo podrán concurrir quienes ahora participen en el proceso de definición). Por ejemplo, es posible que la iniciativa privada apueste no sólo por el polideportivo básico, que se integrará en Bilbao Kirolak, sino que incluya otros servicios más especiales y de pago que maximicen la inversión. O que quiera configurar las canchas de un modo especial para especializarse en la celebración de ciertos eventos. O que sugiera poner en marcha un establecimiento hostelero con una gran terraza sobre la cubierta. O que apueste más por el aparcamiento y decida excavar varias plantas subterráneas de parking porque ahí está el futuro en una ciudad con cada vez más calles peatonalizadas.
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Fíjense en que cualquiera de estas maniobras supondría, seguramente, un sobrecoste sobre los 21 millones estimados inicialmente por el Consistorio. Sobre todo, la excavación de más plantas subterráneas. Esto, apunta Abaunza, sería lo que más encarecería el tajo. Así que las empresas que estén interesadas en concurrir al asunto deben afinar a la hora de hacer cálculos porque avanzar en profundidad es muy costoso y hay que ver si es posible rentabilizar semejante trabajo en cuatro décadas.
Un proyecto de ciudad
También es posible que las empresas rechacen la urbanización del entorno (la plaza, las calles adyacentes y el tramo de Autonomía entre María Díaz de Haro y Gregorio de la Revilla), de manera que eso quede en manos del Ayuntamiento. O incluso que las arcas públicas tengan que arrimar el hombro en todo el proyecto si se trata de algo demasiado ambicioso para que la iniciativa privada lo asuma en solitario.
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Debe tenerse en cuenta que tras la remodelación de La Casilla hay un proyecto de ciudad con ambiciones variadas. Está, naturalmente, construir un nuevo polideportivo que también funcione como espacio para desarrollar eventos en pleno corazón urbano. Pero también se trata de crear un parking para compensar la pérdida de plazas en superficie, por ejemplo, en María Díaz de Haro y Rodríguez Arias (y más peatonalizaciones que vendrán). Además, se quiere avanzar en la amabilización del espacio público y, de manera especial, contribuir a que Autonomía deje de ser la frontera tan visible entre dos trozos de Bilbao. De paso, se quiere conectar Indautxu con Amézola, Rekalde e Irala.
El proceso
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Diálogo competitivo. Es lo que está en marcha y supone que empresas den ideas y busquen oportunidad de negocio para rentabilizar la obra.
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Trabajos. A finales de año se sabrá qué se quiere hacer y la obra podría arrancar en 2023.
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