La presencia de la rana ágil alcanza ya los 1.800 adultos en Larrinzar. E. C.

La rana ágil consolida su hábitat en Orduña

Los datos del plan de conservación de este anfibio, impulsado por Diputación, Aranzadi y Ayuntamiento, son «extraordinariamente buenos»

CRISTINA RAPOSO

ORDUÑA.

Miércoles, 25 de diciembre 2019

Cuando el invierno está a punto de tocar a su fin, un canto inusual inunda el humedal de Larrinzar, ubicado al este de Orduña. Es el sonido del despertar de la rana ágil, una especie amenazada que habita en Bizkaia, Álava, Burgos y Navarra. Estas pequeñas saltadoras pardas, que se ocultan entre la hojarasca de las áreas boscosas, a punto estuvieron de desaparecer en 2010. Conscientes de la problemática existente, en ese mismo año, el propio Ayuntamiento, la Diputación de Bizkaia y la Sociedad de Ciencias Aranzadi iniciaron un proyecto para favorecer la supervivencia de este anfibio en la ciudad. Y, casi una década después, los resultados no podrían ser mejores.

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«Todos los años contamos las puestas que hay en la charca de Larrinzar porque de ese modo nos hacemos una idea de cuantas hembras fértiles hay. Hace diez años apenas había 10 puestas, y este 2019 hemos llegado a contar hasta 790. Estimando que suele haber unos 2 o 2,5 machos por hembra, podríamos calcular una población de unos 1.800 individuos adultos. Es una cifra extraordinariamente buena», valoran orgullosos portavoces oficiales de la Administración local.

Su presencia cada vez más notoria es una prueba irrefutable del gran valor ecológico que atesora la charca, la que mejores resultados está dando. «Cuando comenzamos con el proyecto no sabíamos qué iba a ocurrir, y tampoco contábamos con ningún otro ejemplo de algún otro municipio. Sin embargo, en 2012 pudimos apreciar que el número de individuos se estaba incrementado porque ya había 25 puestas más», confiesan. Estos pequeños animales también gozan de dos espacios más, Bigandi y La Paul, aunque no arrojan unos resultados tan positivos. «Necesita un hábitat muy concreto para subsistir y reproducirse. En Bigandi también hemos tenido éxito, porque aún existen ejemplares, pero no se acercan a los datos de Larrinzar. Esta charca es nuestro mayor tesoro», ensalzan.

Nidos para el mochuelo

La rana ágil no es el único anfibio que ha colonizado estos humedales en los últimos años. Otras especies como la rana verde, la ranita de San Antonio o el sapo partero han logrado asentarse al mejorar las condiciones de esta zona. «Ahora, también podemos encontrar el tritón jaspeado y el tritón palmeado en la charca. Y es muy destacable el gran número de especies diferentes de odonatos, es decir, de libélulas; y los caballitos del diablo, que se han localizado en ese espacio hasta 18 en un solo día», detallan satisfechos desde el Ayuntamiento.

Aunque, además de intentar proteger a la rana ágil, el Consistorio también trabaja para ayudar a otros animales. La Administración local puso en marcha el pasado año, de la mano de Egoitz Llano, técnico superior en Gestión Forestal y del Medio Natural, un programa de conservación del mochuelo europeo, y hace apenas dos meses instalaron ocho cajas-nido por distintos enclaves de la ciudad para fomentar su anidación.

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