Denuncian a un vecino de Basauri por disparar perdigones a gatos de la calle

Los gatos callejeros que viven en los alrededores de la estación de tren de Bidebieta, en Basauri, sufrieron la pasada semana ataques con perdigones de los que se acusa a un vecino de la localidad. Así lo ha denunciado la asociación Dejando Huella-Animalien Aldeko Elkartea ante la Ertzaintza, que asegura que los disparos han generado un clima de «inseguridad» en la zona.

Los voluntarios de la organización han explicado a este periódico que el pasado fin de semana «encontramos un perdigón que había atravesado uno de los cuencos de agua de los gatos». Esto fue el sábado, «el domingo hallamos directamente una paloma muerta en la misma zona y sospechamos que fue también por la misma causa».

Aunque los disparos no causaron heridas a los gatos, las alarmas han saltado. «Es la primera vez que encontramos estos proyectiles en nuestras colonias, pero conocemos los efectos que pueden tener en estos animales. Hace tiempo nos llegó uno de otro municipio al que uno de estos ataques dejó ciego, y otro que apareció en Basozelai con un balín alojado en la cabeza», relatan los voluntarios. «Lo que sí habíamos visto en más de una ocasión eran bolitas de plástico que se disparan con pistola, pero lo atribuíamos a críos».

Consideran el hallazgo de perdigones «muy preocupante», porque, además, «sabemos quién lo ha hecho. Es un residente de la zona al que los propios vecinos llamaron la atención cuando le vieron disparando», aseguran. «Pero le da igual, no hace caso y por eso hemos decidido denunciarle –añaden–. Lo que más nos alarma es el tipo de perdigón que utiliza, con una punta más dañina que las comunes». En cuanto a la intencionalidad de estos actos, los voluntarios señalan que «no creemos que esta persona lo haga con el fin de matar a los gatos, sino por pasar el tiempo», al tiempo que recuerdan que «lo que hace es un delito».

Los voluntarios dicen que no es la primera vez que se producen ataques a colonias de gatos callejeros –también pusieron en el pasado denuncias por envenenamiento– pero este último ha generado «una sensación de inseguridad, porque en la zona también hay un parque donde van chavales y vecinos con perros». Remarcan que «debido a la gravedad de los hechos, a esa persona se le puede caer el pelo».

Con el fin de evitar nuevos episodios, los voluntarios solicitan unas vallas «para que la gente no pueda acceder donde están los gatos», subrayan. Esta colonia cuenta con catorce ejemplares.

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