Las casas cuelgan sobre el río Altube, en el céntrico barrio de Zubiaur. I. A.

La curiosa historia detrás de las casas colgadas de Orozko

El comercio con Castilla es el protagonista del relato sobre estas viviendas, que se asoman al río Altube

Lunes, 28 de julio 2025, 16:15

Las casas colgantes de Cuenca son mundialmente conocidas por su belleza y su singular arquitectura, que las hace parecer a punto de precipitarse sobre el ... río Huécar. Salvando una gran distancia y sin ánimo de establecer comparación alguna, Orozko cuenta también con sus particulares 'casas colgadas', unas viviendas alineadas sobre el río Altube, que crean una bonita estampa para cualquier visitante a la localidad y que esconden además una interesante historia. En ella se muestra la importancia de los caminos en la configuración de nuestros pueblos y ciudades.

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Yendo al origen, el historiador Félix Mugurutza cuenta que «en la base de esas casas hay cantos que son góticos», es decir que pertenecen al medievo, momento en el que se empieza a articular Orozko, aunque las actuales pertenecen a siglos posteriores. El diseño de estas viviendas y de las que están en frente nos revela otros datos significativos que ayudan a entender la forma en la que se conformó el municipio. «En la cultura tradicional vasca del caserío nunca se comparten paredes, porque debe correr el aire. Aunque los aleros se monten uno sobre otro, cada uno tiene su pared», señala Mugurutza. Esto no sucede en estas casas, pegadas unas a otras, lo que muestra que pertenecen a una tradición más castellana. «Es una pequeña villa dentro del pueblo, que no se parece en nada al resto», apunta el historiador.

El motivo responde a diferencias de clase. Mientras que las otras casas de Orozko pertenecen a campesinos, estas viviendas junto al río eran propiedad de artesanos y comerciantes, de la pequeña burguesía incipiente, como muestra el primer listado de casas por oficios, del año 1824. La razón de que estén 'colgadas' responde a un motivo meramente físico. Al estar encorsetadas entre el camino y el río, sus propietarios no tenían otra forma de ampliar sus hogares que extenderse hacía el Altube. «Levantas la base del primer piso sobre lo que tienes y amplias todo lo que físicamente se puede. Hay que usar unas vigas muy largas, para que esté bien sustentado. Las vigas bajan en diagonal, se apoyan sobre la estructura y se construye sobre ello», explica Mugurutza. Una solución arquitectónica que también se da hacia delante, formando una especie de puente, como se puede observar en algunos pueblos navarros.

Resuelto este pequeño misterio queda otro por dilucidar. ¿Por qué esas casas se construyeron en un espacio tan limitado? ¿Por qué en la otra orilla del río no hay viviendas? El arqueólogo Juanjo Hidalgo nos ofrece la respuesta. «Porque en ese lado discurre el camino real a Burgos y Vitoria», señala. Esta ruta, utilizada por mulateros desde el siglo XVI aspiraba a competir con la vía principal, que conectaba el puerto de Bilbao con Castilla, y que pasaba por Orduña.

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El camino de Burgos

Actualmente, esa calle se llama Burruzkale, y los registros municipales muestran que procede de 'Burgos kale'. «Es casi una maniobra de marketing de la época, como queriendo demostrar que ellos también tienen un camino que les une con Castilla», reconoce Mugurutza. Lana, hierro y carbón eran los materiales más transportados en los carromatos que recorrían esa ruta. De hecho, las grandes cantidades de carbón que bajaban del Gorbea permitieron que en Orozko florecieran varias ferrerías, más que en ningún otro municipio vizcaíno.

He aquí el origen de estas casas, que se levantan para dar servicio a un camino que era una fuente de oportunidades. De ahí también que se sitúen unas junto a otras, en un intento de aprovechar al máximo el espacio. «Los pueblos, como Orozko, que no son villas, no tienen un casco urbano grande, sino que se alinean en un camino, por eso son tan extensos», explica Hidalgo.

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«En el siglo XVIII surgen las galeras con doble eje, que soportan mucho más peso. De esta forma se abarata el porte, pero al mismo tiempo se necesitan caminos más grandes», apunta Mugurutza. Fue entonces cuando se decidió ampliar la calle, y para ello se demolieron todas las casas del otro lado, aunque las que daban al río se mantuvieron, y gracias a ello los vecinos y visitantes pueden seguir disfrutando de la bonita estampa que ofrecen las casas colgadas de Orozko.

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