«Ser de Basauri y del Baskonia Mendi Taldea van unidos»

«Ser del Baskonia Mendi Taldea es una tradición. Tiene mucho arraigo en el pueblo, muchos socios vienen por su familia». Son palabras de Jesús Abrisqueta Murga, el actual presidente de este club de montaña de solera que nació en Basauri un 14 de marzo de 1913 a la lumbre de la antigua fundición. En aquel momento formaba parte de un proyecto multidisciplinar que agrupaba natación, atletismo, fútbol y alpinismo, siendo las dos últimas las que siguen en la actualidad, aunque de forma independiente desde la década de los años 60.

Antes de eso, les tocó la posguerra, cuando «para ir al monte había que ir con la Guardia Civil, por si había algún movimiento subversivo». La agrupación, asimismo, fue uno de los clubes fundadores de la Federación Vasca de Montaña. Este año ha sido premiado con los premios locales Ixatxak y el año pasado a Basauri se le otorgó el título de Ciudad Europea del Deporte, por todos los clubs y sociedades deportivas del pueblo. Y en 2013 el Ayuntamiento les galardonó «por haber llevado el nombre de Basauri tan alto». Aunque guardan muchos más, que llenan varias vitrinas.

Un millar de socios componen Baskonia Mendi Taldea, de los que están federados cerca de 500. El dilema, sin embargo, es que «cada vez somos más mayores», admite Abrisqueta. De hecho, pese a que hay un grupo más joven y otro infantil, la realidad es que más de la mitad tienen más de cincuenta años. «Hoy en día la juventud tiene toda la información en internet, no necesita la experiencia de un club», asume.

Lo cierto es, sin embargo, que un club siempre tiene otras ventajas. Como el refugio, bautizado Iondokorta, que el Baskonia dispone en las faldas del Gorbea. «Está en Zeanuri, cerca de Ipiñaburu, es muy goloso –revela–, porque llegas con el coche». Se trata de un «aliciente» para la gente del club, que a menudo lo utilizan para hacer cumpleaños o despedidas. Además está junto al monte, con el que el guardan una gran vinculación desde el primer ascenso «oficial» en 1925 con una asistencia de un centenar de chicos y chicas que portaron la bandera de la agrupación.

Y hay una curiosa anécdota cuando, después de que un grupo de submarinistas colocaran a la Amatxu de Begoña en el mar, ellos decidieron llevarla hasta la cima. Se lo encargaron al pastor durante más de un siglo y fallecido el pasado mes de marzo, Juantxu Astondoa, que subió la imagen de más de un metro y 40 kilos «en su espalda» hasta la mismísima cruz. El pasado noviembre, desde la agrupación hicieron una marcha nocturna de 42 kilómetros de Basauri hasta el Gorbea.

Otro de los acicates de un club como el Baskonia, son los lazos sociales que se crean. «Llevo desde 1978, es casi una familia para mí –confiesa Abrisqueta–. Íbamos con los mayores, que no son tus padres, pero casi. Para mí es un orgullo vivirlo». Hace más de dos años que se jubiló como informático del Ayuntamiento de Basauri y cogió las riendas del grupo en 2021. Ahora tocaba renovación de la directiva, pero se declaró «desierta».

Según el presidente, hay un grupo de jóvenes entre 20 y 30 años, que se está planteando coger el relevo. «Tenemos mucha ilusión, sería la salvación, de nosotros el que menos tiene 58 años. Es importante que lo coja un grupo joven con más energía y que aporte nuevas ideas. En un club, si no renuevas la directiva, termina muriendo», se duele. Ahora, se encuentran «en funciones» y su idea es seguir hasta la renovación. «Si dimitimos, desaparece y no tenemos ninguna intención», sostiene, firme.

Propone que incluyan otras actividades como «espeleología, descenso de cañones, escalada e, incluso, plantearse parapente o esquí». Para eso, admite, «tienes que ser joven, la edad nos está empezando a limitar a ciertas personas y se procura no ser muy exigentes en nuestras actividades», explica.

Pese a todo, el Baskonia tiene salud de hierro y no cesa de organizar actividades (también culturales) en un extenso programa anual. En la sede basauritarra les gusta reponer fuerzas en el ambigú, que atienden Rubén y Fernando. Este mes, sin ir más lejos, un grupo va a Andorra durante 10 días. «Ser del Baskonia y de Basauri, van unidos», asegura. Por eso brinda «por otros 100 años más».

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