Abren expediente a una residencia de Arrigorriaga tras las quejas de familiares

«La falta de personal, las comidas insuficientes y varias deficiencias técnicas» están haciendo que la estancia de los usuarios de la residencia de la tercera edad en Arrigorriaga, Domus Vi Arandia, esté siendo «un calvario lleno de incertidumbres». Así lo explican familiares que, preocupados por la situación, se han reunido con el Ayuntamiento con el fin de organizar encuentros con la Diputación -que es la que tiene las competencias- y así meter presión para que cambien las cosas.

La alcaldesa, Maite Ibarra (EH Bildu), les ha mostrado su apoyo y ha iniciado un proceso de diálogo con los implicados. «A pesar de que no sea competencia municipal, el servicio y el trato hacia los usuarios de la residencia es de vital importancia», expresa la regidora.

Ya se han celebrado dos encuentros entre familiares, Diputación y la dirección de la residencia. La institución foral ha abierto un expediente para investigar los hechos. «En una examen de oficio, el Servicio Foral de Inspección ha constatado deficiencias que tienen que ver con el mantenimiento de algunos elementos de las instalaciones», declaran fuentes del Ejecutivo territorial. Así es que, aclaran, que hay abierto un expediente que «tiene sus plazos para que la residencia las subsane». Este periódico ha intentado ponerse en contacto con la dirección de la residencia, pero no ha sido posible.

«Estamos ante una situación delicada. La gestión es absolutamente nefasta y nuestros mayores están viendo las consecuencias», anuncia Begoña Otero, familiar de un usuario y una de las personas que se ha reunido con las instituciones citadas. Otero asegura que, «desde hace meses hay una serie de deficiencias a las que no se le están poniendo remedio».

«La falta de personal» está siendo una de las problemáticas que más quejas reciben. Estuvieron sin médico desde mediados del pasado diciembre hasta finales de enero de este año, según denuncian las familias. «En todo ese tiempo ni siquiera llamaron a nadie para que les visitara y estuvieran bajo control clínico», manifiesta Otero. Ahora, con el nuevo doctor también hay inconvenientes: «El profesional que nos han traído es muy bueno y trata a los ancianos genial, pero no tiene homologado el título ni está especializado en geriatría. Tampoco puede hacer recetas ni firmar actas de defunción».

En la residencia hay 132 internos y 45 del centro de día. En todo el recinto, cuentan con nueve auxiliares de enfermería, un médico y dos enfermeros. Los tres últimos sólo están de lunes a viernes por las mañanas. «Si el fin de semana se pone un anciano malo, no tienen cómo atenderlo», critica Otero.

Otras de las cuestiones que irritan a los parientes son las «deficiencias en el mantenimiento». «No funcionan la mayoría de los timbres para llamar al enfermero y si se les rompe la cama o la puerta del armario pueden estar así semanas», confiesa Txema Martínez, hijo de un usuario.

Además, familiares como Maite Peláez denuncian la «pésima gestión» de las comidas. Afirman que «les restringen las cantidades, les dan pescado con espinas, fruta dura y alimentos de mala calidad». «No puede ser que mi madre se quede con hambre o tenga que suplicar por una antxoa más estando interna en una residencia de ancianos, es demencial», revela Peláez.

«Parece que no se dan cuenta de que son personas indefensas», lamenta Peláez y recuerda: «Los residentes no están gratis, las cuotas son de 3.600 euros mensuales, aproximadamente, de los que los usuarios abonan mil o incluso más». «No estamos pidiendo nada que no les corresponda, están pagando por servicios básicos que no están bien cubiertos», sentencia.

Temas

• Arrigorriaga