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Crónicas domésticas

El mundo del revés

Diferentes personajes cuentan cómo les ha cambiado la vida cotidiana desde la llegada del coronavirus

Martes, 28 de abril 2020, 00:45

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En cuestión de semanas el mundo se ha vuelto del revés. Javier Zorrilla, director territorial de la zona norte de Telefónica, cada día se levanta muy temprano, dedica gran parte de su tiempo al teletrabajo, a cocinar y a disfrutar de su familia. Es de los que piensa que hace sólo cinco años el mundo se hubiera parado con esta pandemia. «Las infraestructuras de telecomunicaciones son un milagro, hacen posible que la actividad económica y social pueda continuar. Hace unos años ni la 'nube' ni los contenidos estaban tan desarrollados como ahora, que se puede dar clases o trabajar virtualmente».

Julia Diéguez, presidenta de la asociación Deusto Bizirik, dedica sus horas a resolver las numerosas dudas que tienen sus comercios asociados. «De esto tenemos que salir todos juntos, apoyándonos unos a otros», subraya. Mientras, Susana Alaguero, responsable junto a su esposo, Xabier Olmo, de Olañeta, ha sufrido en su entorno familiar el golpe del coronavirus. Emplea parte de su tiempo en acondicionar la tienda para cuando tengan que volver a abrir. El resto del día procura, junto a su marido e hijos, hacer algo de jardinería y practicar deporte. «Somos unos supervivientes, saldremos adelante, pero para ello el pequeño comercio necesitará la ayuda de los bilbaínos».

A Gaizka Aseguinolaza, responsable del grupo Iruña, el encierro le cogió en el círculo polar ártico. Tuvo que improvisar un viaje desde Helsinki a Plentzia, donde reside. En este tiempo le ha tocado reinventarse. «Todavía nadie sabe cómo serán en el futuro las nuevas reglas en la hostelería». Hasta que puedan abrir los locales, ofrecen online, junto a cervezas La Salve, sus productos para llevar a casa. Dedica sus días, ya que no tiene televisión, a cocinar.

La actriz Maribel Salas, que a primeros de marzo estaba representando la obra '¿Cómo hemos llegado a esto?' en San Sebastián, se encuentra encerrada en casa junto a su padre, Pedro Salas, de 91 años. «No quiero ser pesimista, pero hasta enero no creo que volvamos a ver los teatros como los veíamos hasta ahora». En este confinamiento, en el que le cuesta ponerse a estudiar textos teatrales, está aprovechando para leer y ver series como 'La línea invisible' o 'Hierro'.

Su hermano, Rafa Salas, excelente mago y cocinero, que regenta el restaurante Rafa en Las Arenas, no quiere perder el contacto con sus clientes. Dedica su tiempo a cocinar y publicar sus platos a través de las redes sociales; leer recetas, que incorporará a la carta del local, y a disfrutar de su familia.

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