Miles de vizcaínos honran a la Amatxu: «Después de un ataque epiléptico y un infarto, he venido a pedir la salud que necesito»
Los peregrinos han acudido a la Basílica de Begoña para dirigir sus plegarias a la Virgen en una calurosa jornada
El bilbaíno José Cesteros se sentó este viernes por la mañana en un banco cercano a la Basílica de Begoña para disfrutar de un chocolate ... con churros. A pesar de ser diabético, se permitió el lujo de pedir un poco de azúcar para acompañar el dulce, porque la ocasión lo merecía. Es uno de los miles de vizcaínos que madrugó para honrar a la Amatxu de Begoña. «En 2023 me dio un ataque epiléptico. Justo cuando estaba en la ambulancia y me dirigía al hospital me dio un infarto al corazón. He venido a pedir la salud que necesito, pero también a pedir por toda mi familia», contaba.
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Son muchos los creyentes que, como él, tienen el 15 de agostomarcado en rojo en el calendario. Se celebra La Asunción, una jornada en la que miles de peregrinos visitan a la Amatxu de Begoña para dirigirle sus plegarias y demostrar una fe inquebrantable. El acto festivo congrega a más de 150.000 fieles cada año. Algunos definen el evento como un día «único» y una tradición que «traspasa generaciones».
Familias, cuadrillas de amigos y solitarios empezaron a desfilar por la Basílica desde las cuatro de la mañana. El fervor se palpaba en cada esquina. Muchos realizaron el camino a pie, de noche, para celebrar el día. «Venimos desde Balmaseda andando. Hemos recorrido más de 32 kilómetros a pie. La experiencia ha sido dura, pero divertida. No somos creyentes, pero hemos puesto una vela por los que sí lo son», aseguraban Maitane Jiménez, Nesuri Boada y Yaiza Manzanares. Los más deportistas se animaron a hacer el recorrido en bici. Es el caso de Arkaitz Holgado, que llegó desde Berango.
Fieles de todas las edades
Con el sol del amanecer como telón de fondo, muchos creyentes entraban y salían del templo mientras otros esperaban en la puerta poniendo velas. La mayoría de peticiones guardaban relación con la salud. Laura, Arantza e Isabel salían de la Basílica a las 7.00 horas. «Superé un cáncer y he venido a dar las gracias. Es un día muy especial», relataba una de ellas. El día de La Asunción va más allá de lo religioso. «Lo vivimos desde que somos pequeñas. Recuerdo que veníamos con los amigos de mis padres y dejaban la furgoneta aparcada detrás de la Basílica. Después volvíamos todos juntos. En días como hoy no cuesta el madrugón», relataron Iraia Parreño y June Eguiguren.
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A algunos, de hecho, no les hizo falta ni poner alarma. «¡Con mi hijo no necesito el despertador! Todo el rato me estaba diciendo a ver cuándo nos levantábamos», bromeaba Edurne Amor, que estaba en la Basílica con toda la tropa. Por allí pasaron fieles de todas las edades. Algunos tuvieron ciertas dificultades para llegar, pero «la Amatxu nos ha dado fuerzas», aseguró Sor Carmen. «Vivo entregada a ella. Tengo 88 años y he venido andando desde el puente de La Merced. ¡Nos hemos perdido! Han hecho obras y han cortado la dirección, pero la Virgen nos ha traído, menos mal… Gracias a ella hemos llegado a la hora. ¡Me está esperando!», celebraba.
Engalanaban los alrededores del templo decenas de puestos con rosquillas, churros, pasteles vascos y otras delicias típicas. Porque endulzar el peregrinaje también es tradición. David Tejedor, vendedor, observaba la estampa desde su puesto, que desprendía un rico olor a anís. «Los bilbaínos llevamos este día muy dentro. La Amatxu de Begoña nos une a todos».
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