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Una patrulla de la Ertzaintza vigila el portal 35 de la calle Irala donde apareció el cadáver. Luis Calabor

El crimen con mordaza del viudo de Irala, su amante y el ex

El cadáver momificado del hombre de 72 años fue encontrado en octubre de 2007 en su cama dos meses después de que una pareja planeara matarle para quedarse con su dinero

Miércoles, 31 de octubre 2018

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El hallazgo de un cadáver momificado en su cama en un domicilio del barrio bilbaíno de Irala en octubre de 2007 destapó un crimen estremecedor. El hombre, un viudo de 72 años con una minusvalía del 80% que le provocaba una ostensible cojera, murió a causa de una mordaza que su asesino le había colocado en la boca. Le habían atado un trozo de tela de camisa en la cara con varias vueltas y un nudo que le oprimió las vías respiratorias y le causó la muerte. La autopsia reveló que el hombre había sufrido una muerte violenta. La Ertzaintza fechó el homicidio en la madrugada del 4 de agosto de ese año. La víctima también recibió golpes porque su cuerpo esqueletizado por el paso del tiempo presentaba dos costillas rotas y un traumatismo en la cabeza.

Tras enviudar, el jubilado bilbaíno pasaba temporadas en Frías (Burgos), donde tenía una casa. Allí conoció a una joven de 32 años, con problemas con las drogas. El hombre se ilusionó con este nuevo amor y le ofreció irse a vivir con él a Bilbao. Sus conocidos le advertían de que las intenciones de la 'chavala' no eran buenas, pero él no escuchaba. Ella vio en él, según declaró en el juicio, una oportunidad para poder recuperar la custodia de sus dos hijos. Las discusiones no tardaron en llegar y trascendieron al vecindario en Irala. Al cabo de unos meses, la mujer decidió abandonarle y avisó a su ex para que la ayudara a recoger sus cosas y hacer el traslado.

La tarjeta y su clave

Cuando se encontró el cadáver del hombre, ella había desaparecido, por lo que a ojos de los investigadores de la Ertzaintza se convirtió en la principal sospechosa, aunque en realidad fue su compañero sentimental quien le mató. En enero del año siguiente, tanto ella como Julio fueron detenidos en Cáceres. La Fiscalía les acusó a ambos de planear su asesinato para apoderarse de su dinero, aunque finalmente un jurado absolvió a la mujer. Según esta versión, la mujer cogió la cartera del hombre con 500 euros, la tarjeta de crédito y su número clave antes de huir. Con ella sacaron un total de 3.700 euros en cajeros de distintos puntos de España en los días siguientes al homicidio. También se llevaron el coche del viudo, un 'Peugeot 206' que abandonaron en un pueblo próximo a Cáceres.

Durante el juicio, celebrado en la Audiencia vizcaína en octubre de 2008, el principal acusado admitió que había mantenido un forcejeo con la víctima cuando estaba en la cama y que le asestó un puñetazo. También admitió que le amordazó con una camisa, aunque sin intención de matarle, antes de huir dejándole malherido. Julio fue finalmente condenado a 19 años de cárcel por el asesinato del viudo y por un robo con violencia, y le aplicaron la atenuante de drogadicción. Para el tribunal no existía duda en su «ánimo de matar», «dada la violencia y especial crueldad en el modo de proceder» y a la «peligrosidad del sujeto». Ella, que estuvo once meses en prisión preventiva, pudo salir exculpada por la puerta de la sala de vistas tras la lectura del veredicto.

«Los vecinos nos contaron las broncas diarias del fallecido con su compañera»

Luis Calabor.

Lo que parecía una mañana tranquila se transformó en un día complicado. Una llamada de mi compañera Ainhoa me lleva a la calle Irala. Me reúno con ella y empezamos a investigar. En la zona patrullas de la Ertzaintza vigilan la entrada a un portal. Han descubierto el cadáver momificado de una persona y los agentes de AFIS -inspecciones oculares de la Ertzaintza- están procesando el lugar. Los vecinos nos cuentan las broncas diarias del fallecido con su compañera y nos ponen sobre la pista. El caso tardaría en resolverse y nos llevó a ir a Frías (Burgos) en varias ocasiones para seguir el rastro de su asesino.

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