Los bomberos, medio siglo al rescate de Bizkaia
El servicio foral cumple 50 años con ocho parques y 175.000 intervenciones a sus espaldas
jon ander goitia
Sábado, 4 de julio 2020, 01:48
Salta la alarma. Un aviso llega al corazón del parque de bomberos de Urioste, en Ortuella. Treinta segundos después una dotación abandona a la carrera ... la base. La intervención en este caso es aparentemente sencilla, el rescate de una niña. Pero no siempre corren la misma suerte. Les ha tocado enfrentarse a situaciones de verdadero peligro. «El pan nuestro de cada día», comentan los protagonistas, siempre dispuestos a jugarse el tipo por el resto.
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Y así llevan haciéndolo desde hace cincuenta años. En 1970 la Diputación optó por crear un cuerpo de bomberos foral -hoy en día cuenta con ocho parques- ante la dificultad que tenían los ayuntamientos para dotarse de uno propio. Medio siglo después, el Servicio de Prevención, Extinción de Incendios y Salvamento se mantiene más fornido y preparado que antaño, con 175.000 intervenciones a sus espaldas, 5.568 de ellas solo el año pasado.
Lo cambios son palpables. La plantilla «está ahora mucho más preparada» y alcanza los 434 profesionales, muy por encima del medio centenar que se enfundó el traje aquel primer día. Y sobre todo por el equipo y el equipamiento, nada que ver los escudos prácticamente infranqueables que les revisten ahora con los pantalones de algodón y chaquetas que empleaban antiguamente. «La comparativa es ciencia ficción. Hemos pasado de utilizar las manos para ver en la oscuridad a usar cámaras térmicas», comenta Javier Elorza, 37 años formando parte del cuerpo, ahora ya como subinspector.
En todo este tiempo se las ha visto de todos los colores, con episodios negros sufridos en primera persona. «Tras sofocar un incendio en una amplia sucursal entramos para corroborar que no había nadie. Los respiradores nos empezaron a pitar porque nos quedábamos sin oxígeno y no sabíamos si lograríamos regresar. Pensé que no salíamos…».
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Episodios negros
Por sorprendente que parezca, el principal enemigo con el que los bomberos se han topado este medio siglo no son las llamas. «Un bombero no le teme al fuego, sino a la parte más humana». A las desgracias con las que tienen que convivir. 1990 es una fecha que Elorza aún tiene grabada en su mente. «Volvía de una intervención en un incendio forestal cuando me encontré con un choque. Tres jóvenes de entre 16 y 24 años colisionaron de frente contra una furgoneta. Les fui a socorrer y los tres estaban muertos. Eran hermanos, y sus padres iban en el coche de atrás. Ese tipo de imágenes se te quedan por siempre en la cabeza», confiesa.
Está claro que estos profesionales son de otra pasta, donde el factor psicológico se presenta determinante. «No puedes actuar con miedo, te limitaría. Desde que te pones el traje te tienes que olvidar de tus familiares y centrarte en tu trabajo», explica Begoña Alonso, bombera desde hace cinco años, una de las diez mujeres que conforman la plantilla. Ayer le tocó turno, 24 horas en alerta. «Cuando no intervenimos hacemos maniobras, entrenamientos en los que practicamos rescate en altura, en coches, acuáticos... Somos una navaja suiza que tiene que servir para todos los casos», describe Juan Atxutegi, oficial desde el año pasado. «Desde pequeño siempre he querido dedicarme a algo de emergencias, y cuando vi actuar a los bomberos supe que este era mi oficio. Cada día es un reto diferente», explica.
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El dato
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434 profesionales forman la plantilla de bomberos de la Diputación. De ellos, diez son mujeres
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