Vecinos de Barakaldo blindan un patio contra el trapicheo de drogas y el vandalismo
Ocho portales junto a la iglesia del Carmen instalan varios cierres metálicos tras «una pelea que ha durado cuarenta años»
Gritos a altas horas de la madrugada, peleas, malos olores por orines y heces, botellones, trapicheos y hasta personas practicando sexo. Con esta situación han ... convivido durante décadas tres centenares de vecinos de Barakaldo, residentes en ocho portales que dan al patio que conforman junto a la iglesia de El Carmen, entre las calles Murrieta, Ibarra y el paseo Dolores Ibarruri, el bidegorri.
Entre estos edificios, levantados hace unos 50 años, tras el derribo de una ermita anterior, varios chalets y las Escuelas de las Monjas de Abajo, de Altos Hornos, existía un paso abierto hasta hace apenas unas semanas. Un pequeño pasadizo, una plaza y unas escaleras que servían para atajar y bajar directamente a la zona de la estación de tren y la iglesia, o para subir desde este punto hacia el centro. Por el empeño de los propios vecinos ha dejado ya de ser un punto negro en la localidad, tras la colocación de cuatro cierres metálicos. «Llevamos unos 40 años soportando de todo. Aquí se metía toda la chusma. Hemos visto como se pasaban droga, se peleaban, tenían sexo... Solo había que asomarse por la ventana», ha relatado a este periódico José Antonio Rodríguez, residente en uno de estos portales, quien asegura que ahora está «encantado». Lo mismo ha opinado Pedro Pérez. «Hemos vuelto a vivir tranquilos en nuestra propia casa. Había muy mal ambiente», declara, aplaudiendo una medida que ha salido del bolsillo de los propios vecinos.
Este paso es de uso privado, tal y como señalan desde el Ayuntamiento. Desde el área de Vivienda, Planificación y Gestión Urbanística les concedieron el permiso para cerrarlo, algo por lo que llevaban peleando «muchos años», según detallan los residentes. «Podíamos haber tenido esto solucionado hace tiempo, pero no se nos permitía. Aquí tenía que venir la Policía y la Ertzaintza cada dos por tres». En 2023 el PP llevó este problema al pleno del Ayuntamiento en forma de ruego, solicitando dotar de una mayor seguridad a este punto.
Elevación de la altura
Estas vallas metálicas han necesitado ser recrecidas tras su instalación. «No eran muy altas y aunque lo veían cerrado, se seguían metiendo igual», señalan varios vecinos. La que se encuentra junto a la iglesia, cerca de la pasarela que cruza las vías, y que da al bidegorri, tiene un timbre automático para los usuarios de la catequesis y de un txoko privado, espacios situados dentro de la plaza. También hay otra para cortar el paso a una especie de terraza, junto a uno de los salones del desaparecido restaurante Miraflores. «Desde mi ventana he visto muchas veces a gente durmiendo en malas condiciones», cuenta Isabel Imauro. Además del pago del cierre, los vecinos también tendrán que hacerse cargo a partir de ahora de los gastos de limpieza y alumbrado. «Doy todo por bien empleado si ahora podemos descansar, sin llevarnos sobresaltos», han remarcado satisfechos.
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