

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Eran las fiestas del Carmen o de Carnaval en Santurtzi, no lo recuerda bien. Sí sabe que disfrutó mucho con sus amigas, y que el ... cansancio comenzó a apoderarse de ella. Entonces decidió poner rumbo a su casa, en el barrio de Mamariga, a unos veinte minutos caminando del recinto festivo. No era tarde. «La una de la mañana, como mucho», rememora Irati Vázquez, de 18 años. Recorrió varios cientos de metros por calles desiertas, en absoluta soledad, hasta que advirtió una presencia a la que al principio no dio importancia. Aun así, pronto se percató de que algo no iba bien, de que la estaban siguiendo.
El corazón de Irati se desbocó, apretó el paso y abrió a toda velocidad la puerta de su portal. El individuo llegó a aporrear el cristal. «Desde ese día, desde que me siguieron, siempre vuelvo acompañada a casa o cuando estoy llegando, llamo a mi madre para que se asome a la ventana y vigile por si acaso», relata la joven, que acaba de finalizar un grado en enfermería y quiere realizar otro en integración social.
Irati es una de las 29 personas que la primera noche de las fiestas de Santurtzi utilizó el viernes el servicio pionero de acompañamiento que el Ayuntamiento puso en marcha en 2018 para prevenir agresiones sexuales. 'Vuelta a casa segura' ha inspirado a otras muchas localidades de Bizkaia y en esta edición de los festejos vuelve a escoltar a su domicilio a todo aquel que lo solicite - también a varones- desde el punto de información que se ubica en el Parque, en pleno recinto festivo, de 2 a 6 de la mañana.
«Es un servicio muy apreciado por las familias, que ahora pueden estar más tranquilas. Más de la mitad de las personas que recurren a él son menores aunque puede apuntarse quien quiera, no importa la edad. Y sobretodo lo usan personas que residen en los barrios», relata en el punto informativo Sonia López, la concejala de Seguridad, que enfatiza que el año pasado no se registró ninguna violación durante las fiestas, aunque sí episodios de tocamientos y agresiones verbales en las txosnas. En la caseta, Paula Castelo, una joven de 22 años, y Kevin Fraile, un vigilante de seguridad de 23, son los encargados de inscribir a las chicas que demandan el acompañamiento.
Pasadas las 2 aún es pronto y no hay casi peticiones. El Policía municipal 23, Roberto, con 24 años de servicio a sus espaldas y de paisano, es el encargado del operativo. La noche está tranquila, porque es la primera de los Cármenes y hay más gente «de casa» que de otros municipios. No hay aglomeraciones y abundan los trajes de fiesta marineros. La gente se divierte al son del reggaeton que emana de los altavoces de La Sotera y de los locales de hostelería cercanos. Por doquier brillan los cachivaches festivos de los vendedores ambulantes.
Un microbús con una veintena de plazas, conducido por Txema, de autobuses Simón, espera a unos metros. Parte a demanda y no realiza el primer traslado hasta las tres menos diez de la mañana. Es el de una chica de 17 años que se dirige a Kabiezes. Para en el lugar más cercano posible a su domicilio y Roberto, el agente, escolta a la joven hasta que entra en el ascensor. Así lo hace con todas y cada una de las usuarias. De regreso en la caseta, Irati y otra mujer de 43 años aguardan. Son las tres y media. Un grupo se acerca muy asustado para informar de que han hallado a una chica sola, casi inconsciente, y el agente acude para dar aviso a otros compañeros.
Laura, de 29 años, acude a las 4.10 para no enfilar sola la ruta a casa. Son diez minutos de caminata que se le hacen muy cuesta arriba. Sus amigos suelen acompañarla, pero ella tiene ensayo temprano, no quiere chafarles la fiesta y prefiere utilizar el servicio.
«Nunca me ha pasado nada, pero tengo amigas a las que sí. Mi hermana ya lo ha utilizado alguna vez, y ya que lo tenemos...», lanza. La noche sigue tranquila. Varios ertzainas otean el horizonte apoyados en su furgoneta. No se están registrando incidentes, aunque el alcohol empieza a confundir a la gente. «¿Este es el baño?» pregunta una chica. Pronto comienza la 'hora punta' del servicio de acompañamiento, porque se acercan las cinco de la mañana y las fuerzas se apagan. Una cuadrilla con camisetas festivas se acerca para apuntar a su amiga, que prefiere no molestar a su novio para que la recoja. «No me gusta nunca ir sola ni que nadie lo haga. Siempre nos acompañamos unos a otros. Es por precaución. Soy un poco cagona y así me siento más segura», dice Miriam Rico, de 30 años, de camino al microbús que la dejará cerca de su casa, en Iparragirre.
El vehículo está ahora más solicitado. Además de a Miriam, Roberto escolta, una a una, a más usuarias en distintos puntos. Enara Sagastibeltza, de 29 años, se baja en Kabiezes junto a un amigo que vive cerca. «Si no existiese el servicio me iría en taxi», relata, tras enfatizar que también es muy útil para los chicos. «A ellos también les agreden, también les pueden dar palizas y robarles si van solos, pasa mucho». El microbús cuelga el cartel de completo en su último viaje de la jornada. Unos once chavales se dirigen a la urbanización de La Magdalena, que se asoma a la A-8, casi inaccesible a pie. «Es para poder llegar a casa tranquilas, sin tener que molestar a nuestros padres, sin tener que pasar miedo», dice Olatz Fernández, de 18 años. Después, Roberto lleva al portal a otras chicas en puntos como el barrio de San Juan.
El servicio de acompañamiento escolta a los vecinos a todos los barrios de la localidad. También a La Magdalena, una urbanización que comparten los términos municipales de Santurtzi y Abanto. En un principio, el traslado a este enclave estaba limitado a una única salida a las tres de la mañana, previa inscripción, al ser el barrio más alejado. Ahora, el Consistorio ha ampliado a dos por jornada los viajes de acompañamiento al barrio -serán a las tres y a las cinco- después de que la madrugada del sábado, el numeroso grupo de jóvenes que pidieron el traslado hasta allí se quejaran. «Aunque estemos más lejos, también somos de Santurtzi. Deberíamos tener los mismos derechos», soltaron. La concejala de Seguridad, Sonia López, insistió, por otro lado, en que el programa 'Vuelta a casa segura' es un servicio de acompañamiento para prevenir casos de violencia sexual y agresiones, «y no de taxi. No es un bus festivo. No puede ni debe ser utilizado con esta función», recalcó.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.