El triatleta vizcaíno sin peronés que ahora hace frente al coronavirus

Por si fuera poco, Bernabé competirá sin los dos peronés. Hace años le fueron extraídos en una sucesión de operaciones, no exentas de problemas, con el fin de reconstruirle el maxilar inferior del que le extrajeron un tumor a los 21 años. «Todos los momentos difíciles que he pasado, desde los años de operaciones hasta ahora con el coronavirus, me han servido y me han hecho ser mejor deportista. Los retos que me pongo me llenan de ilusión», defiende el hombre, acostumbrado a que desde fuera cuestionen, por arriesgados, sus retos deportivos. Con su gesta actual también quiere enviar un mensaje de fuerza a quienes atraviesan momentos difíciles por culpa de la enfermedad. «En mi caso he podido salir adelante y superar obstáculos a través del deporte, pero creo que la gran virtud siempre es ser constante», anima.

La lucha contra el dichoso covid no ha sido fácil, ni siquiera para alguien que tiene en su medallero tres campeonatos de España de cuadratlón consecutivos, en la categoría de mayores de 40 años. «Perdí el olfato y el gusto y pasé diez días en la cama con fiebre, cuando ni siquiera había tenido fiebre durante las operaciones. Un día me tuvo que llevar una ambulancia al Hospital de Cruces porque no podía respirar», detalla Angulo, que tras superar el confinamiento no quiso esperar para retomar sus entrenamientos Siguiendo los consejos de su médico deportivo, eso sí, las dos primeras semanas mantuvo una intensidad baja. No en vano, las secuelas de la enfermedad le habían hecho reducir su musculatura y perder un 35% su capacidad pulmonar. «No tengo grasa y cuando tenía el virus comí un montón para intentar mantener el peso, pero aún así perdí cuatro kilos. La primera vez que salí a la calle hasta me pegó un tirón en la pierna bajando las escaleras», relata.

Este lunes un amigo le comentó que iba a renunciar a la media ironman a la que estaba inscrito y le ofreció su dorsal. Sin pensárselo mucho, él aceptó el reto y lo consultó con su médico deportivo. «Al principio no me lo recomendó», confiesa, aunque ha tomado las precauciones necesarias y advierte que irá a la prueba atento al pulsómetro para no correr riesgos. Su objetivo es llegar a meta sin presiones. «No siento que tenga que demostrar nada a nadie. Llevo el deporte en la sangre. A mí me esto quita la tensión y me ayuda a descansar», defiende.

La competición de mañana ni siquiera se sitúa en la categoría en la que él suele moverse, ya que compite habitualmente en distancias olímpicas donde la intensidad se concentra en tramos más cortos. El lunes, antes de que surgiera la oportunidad de participar, había recorrido ya 80 kilómetros con su bicicleta, algo no muy recomendable en los días previos a un esfuerzo de tanta intensidad, cuando conviene guardar las fuerzas. «Desde que pasé el coronavirus he estado intentando hacer bastantes apneas en la piscina para ir recuperando la capacidad pulmonar, porque ahora me cuesta más recuperarme de los esfuerzos importantes. También me resulta más importante si cabe eso que llaman el entrenamiento invisible: la buena alimentación, el buen descanso...», enumera el hombre, habituado a participar en unas 25 competiciones cada año. No obstante, en su caso la carrera nunca acaba después de cruzar la meta.