La madre del fallecido en Barakaldo: «Un poco antes le llamé y me dijo 'estoy bien, ama'»

Claudia, la madre del adolescente, era un mar de lágrimas. Tenía solo 16 años y perdió la vida por las llamas al colapsar las escaleras y parte del piso donde se hallaba. «Mi hijo era un niño muy bueno y responsable», acertaba a asegurar ayer. La mujer, de origen brasileño, atendía la llamada de este periódico visiblemente afectada. «Quiero que la gente sepa que era un gran chaval. Todo bondad. Es nuestro homenaje», repetía.

Claudia cuenta que se comunicó por teléfono con su hijo poco antes de la tragedia. Ella no se hallaba en casa en ese momento, pero quiso asegurarse de que todo estaba correcto. Como si tuviera un mal presentimiento. «Me dijo: 'Ama estoy bien'». Ayer aún no podía creerse lo sucedido. «Está muy afectada», contaba su amiga Amparo, que le ha alojado temporalmente en su vivienda de Bilbao.

La madre de Egoitz y su padre -el progenitor no está muerto, como informó ayer por error este diario- recibieron el apoyo de allegados y amigos en el exterior de la oficina de la Funeraria La Auxiliadora, en la calle Nafarroa. Incluso hubo un momento en el que un vecino anónimo tuvo un gesto muy humano. El hombre se acercó a una de las chicas que estaba sentada frente a la funeraria y le dio dos afectuosos besos. «Posiblemente me ha confundido con Claudia», apuntaba la joven. «Como nos parecemos tanto...».

A media tarde aún no se había fijado la fecha del funeral, pero posiblemente el último adiós a Egoitz se celebrará hoy o mañana. La familia no podía ocultar su tristeza. Pese al dolor, las personas allí congregadas recordaban al adolescente con enorme cariño. A todos se les dibujaba una amplia sonrisa en el rostro al recordar al chaval. «Era un chico extraordinario. Sin ninguna duda. Una persona muy linda». A Egoitz le gustaban los animales. En su casa habían tenido gatos y perros. Otra de sus pasiones eran los videojuegos. «Su favorito era el Zelda (una aventura gráfica ambientada en la época medieval)».

Había estudiado en el instituto Antonio Trueba y este año iba a cursar segundo de Mecanizado en un centro de Formación Profesional de Atxuri, donde ya llevaba un año formándose. Su muerte ha dejado una profunda huella en el vecindario. Residía con su madre en la calle Portu desde hacía «más de cinco años». «Ha sido un golpe terrible. Yo aún no me lo puedo creer. Estamos en shock», comentaba Hortensia Gómez, una joven de origen ecuatoriano. «Claudia y Egoitz son muy buenas personas, muy sencillos... Gente alegre, gente buena... Qué pena, de verdad». Su vecina de abajo, Tere García, también estaba impactada. «Prefiero no hablar porque ha sido terrible», se excusaba.

A mediodía, la madre colgó en su foto de perfil de 'wassap' un crespón negro y una fotografía de cuando Egoitz era pequeño: 'Nunca olvidaré los momentos que compartí junto ti', escribió.