Encerrados en su casa de Portugalete por una avería en el ascensor
Una comunidad de vecinos, algunos de ellos mayores, protesta tras más de dos meses con el elevador estropeado
Diana Martínez
Portugalete
Lunes, 9 de diciembre 2024, 17:00
Subir las escaleras se hace más tedioso con el paso de los años, incluso totalmente insostenible en algunos casos. Más aún para las personas que sufren algún tipo de movilidad reducida y tienen que trasladarse en silla de ruedas. Los ascensores han salvado la accesibilidad de innumerables calles y edificios, pero las averías son un quebradero de cabeza, sobre todo cuando las reparaciones tardan meses en llevarse a cabo. Es el caso de una comunidad de vecinos de General Castaños, en Portugalete, que a modo de protesta han plantado en su portal un cartel en el que van sumando la cifra de días que llevan sufriendo esta parálisis en materia de accesibilidad. Ya llevan 69 días con el elevador estropeado. Una situación que obliga a los vecinos más veteranos a quedarse encerrados en casa.
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«Mi madre es mayor y no puede subir escaleras, por lo que no sale», lamenta su hija, María Ángeles Ortega. Viven en el cuarto piso y cuando hacen recados intentan pedir a domicilio. «No podemos estar subiendo y bajando ochenta veces», añade la mujer, que recuerda que esta no ha sido la única avería importante. Hace un par de años el ascensor volvió a estropearse y estuvo ocho meses inoperativo. Fue «una agonía». Para las cuestiones médicas se ve obligada a llamar a la enfermera para que acuda a la vivienda por su madre, de unos 90 años.
¿Cómo han llegado a esta situación? Hace poco más de dos meses el elevador «se cayó desde una altura de un metro, se desencajó, golpeó la puerta y ésta ya no se puede abrir. Nada funciona», cuenta a este diario Víctor Riol, del primer piso. Por fortuna, fue un incidente sin heridos; nadie se encontraba dentro del ascensor en el momento del siniestro. Tras llamar a la empresa encargada de su mantenimiento, hicieron un presupuesto, se pagó una cuantía de más de 4.000 euros y «seguimos esperando, aún no han venido a arreglarlo». Según les ha comunicado la empresa, «prevén venir mañana a repararlo, en teoría», afirma Riol. Entretanto, los vecinos se las ingenian como pueden. En su caso, su mujer está operada de la cadera y le cuesta usar las escaleras. De hecho, con la última avería que duró ocho meses, en la que tuvieron que desembolsar 16.000 euros para reactivarlo, «nos tuvimos que marchar del edificio hasta que lo arreglaron porque no podía subir ni bajar».
«No se encuentran piezas»
A duras penas llega Txus Ruiz a su hogar, en el sexto piso, el más alto del edificio. Con una caja llena de adornos navideños para animar la Navidad a sus nietos y tirando poco a poco de su perrita, Perla, que también es mayor y le cuestan las escaleras como a todos. «Ya no quiere subir sola, solo atada», señala su dueño, quien apunta que el ascensor no funcionaba bien desde el principio. El aparato es relativamente nuevo, se instaló en 2008. Javier González, del tercer piso, explica que «en su día no se podía hacer un foso abajo y se instaló este que va con cadenas en vez de poleas. Es más lento y más ruidoso. Al cabo de un tiempo sacaron ascensores con foso reducido y este enseguida quedó descatalogado. Ya no se vende, no se encuentran piezas...». Todo ello complica la situación a la hora de reparar una avería.
Ante la situación, la comunidad de vecinos ya está buscando alternativas para mejorar la accesibilidad en el edificio. Durante la avería que duró ocho meses la empresa alertó de que «la electrónica del aparato ha quedado obsoleta, que no habrá repuestos y que el día en que haya un fallo eléctrico nos quedamos sin ascensor», cuenta Riol. Por ello, «en previsión de que eso ocurra», están ahorrando para poder cambiar a «corto o medio plazo» –apunta González– el elevador y dejar de sufrir esta agonía.
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