El edificio de Barakaldo colapsó por las llamas y al joven de 16 años no le dio tiempo a escapar

La Junta de Portavoces del Ayuntamiento suscribió una declaración institucional y declaró un día de luto oficial. Las banderas ondearon a media asta con el crespón negro, y se suspendió el programa del día grande de los Cármenes con la unanimidad de la comisión de fiestas. El festejo se reanudará hoy, aunque serán unas fiestas tristes.

Poco antes de las tres de la mañana, el fuego, cuya causa aún se investiga, devoró también la cuarta planta y la cubierta del edificio, muy cercano al Ayuntamiento. Quedó totalmente destrozado y hay serias dudas entre los vecinos de que pueda ser reconstruido. Los daños se extendieron también a los inmuebles cercanos, cuyas ventanas reventaron por el calor. La tienda de los bajos del inmueble también sufrió desperfectos por los litros de agua utilizados en la extinción.

Los residentes de toda la manzana fueron desalojados por temor a que sus viviendas, también de madera, fueran pasto de las llamas. El número 4 de la calle Portu, el 5 y 7 de Pormetxeta y otro portal de la calle Ramón Zabalo también fueron evacuados. El Ayuntamiento los cobijó en el cercano colegio Larrea, donde los voluntarios de Protección Civil les suministraron agua, café, chocolate, manzanilla y mantas. Cerca de 30 personas pasaron allí las horas más críticas, hasta que pudieron regresar a sus casas cerca de las once, después de que las mediciones de dióxido de carbono en el interior dejaran de arrojar índices nocivos.

Los vecinos vivieron una noche de verdadera pesadilla. Aixa Darame, de 19 años, reside en el número 4 y dormía con una amiga cuando el estruendo de los cristales de las ventanas reventando por las elevadas temperaturas y los gritos de '¡fuego, fuego!' la despertaron. «Hemos visto a dos niños quemados y a su padre con la espalda quemada y llena de sangre», relató. La escalera, de madera, colapsó poco después, además de la cubierta. Así que varias personas – entre ellas al menos dos niños– se precipitaron desde su vivienda para salvar la vida antes de que llegasen los servicios de emergencia. «He oído el impacto, el 'bum' de la caída de un hombre que estaba bajando por un tubo por el patio interior, y que se ha soltado, y un alarido de dolor. No se me quita de la cabeza», narraba Charo Ruiz, vecina del número 7 de Pormetxeta, que comparte patio interior con los portales de la calle Portu.

Los Bomberos llegaron a la zona sobre las tres de la mañana. Se movilizó un importante operativo de 34 personas: acudieron todos los efectivos del parque de Urioste, a los que se sumaron los de Artaza y Derio, con tres autoescalas, cuatro autobombas y una cisterna. El parque de Basauri aportó el colchón de salvamento, aunque no lo utilizaron.

Se encontraron con el peor de los escenarios. «El fuego ya estaba completamente desarrollado», apuntó ayer el jefe de guardia, Ibon Bijueska. Tuvieron que serrar bolardos para poder acceder mientras llamas infernales se elevaban al cielo. La madre de la víctima, que llegó posteriormente porque se encontraba trabajando, alertó muy angustiada de que no conseguía localizar a su hijo. Hallaron el cadáver del joven en el portal. No logró salir.

Los bomberos salvaron la vida de varias personas que no habían podido saltar por la ventana y estaban atrapadas en casa, sin salida posible porque la escalera ya había colapsado. La familia del fallecido, destrozada, fue atendida 'in situ' por psicólogos. Durante toda la mañana permanecieron en el Ayuntamiento acompañados por especialistas.

A mediodía seguían rociando con mangueras el bloque, introducidas por las viviendas de enfrente. Especialistas de la Ertzaintza analizarán lo ocurrido después de que los servicios forales de extinción redacten un informe preliminar. La arquitecta municipal realizó ayer una primera valoración del estado del edificio tras ascender a la cubierta con la autoescala. La alcaldesa, Amaia del Campo, que siguió a pie de incendio los realojos de madrugada, aseguró en una comparecencia posterior que se realizarán los estudios que determinen «qué obras son necesarias para rehabilitar el edificio». Las ocho familias residentes en el número 2 tardarán mucho tiempo en regresar, si es que lo hacen.

Algunos de los residentes en la cuarta planta, naturales de Rumanía, se encontraban en su país de vacaciones y vieron por una grabación de un vecino el desastre en el que se convirtió su hogar. «Cuando vengan, no tienen casa», dijo apenada. El Consistorio, a través de los servicios sociales, realoja a dos de las familias del bloque. El resto se quedan con familiares o allegados. Del Campo expresó ayer sus condolencias a la familia de la víctima por el «dolor inimaginable» que está padeciendo por su terrible pérdida.