La cultura nipona toma el BEC con la Japan Weekend

Cada año los disfraces son más elaborados. Y hay de todo: los distintos tipos de Deadpool que salieron en la última película que compartió el personaje de Marvel con Lobezno, Pikachu, Stitch, personajes del estudio de animación japonesa Studio Ghibli como Totoro, el espíritu Sin Cara o Nicky, la aprendiz de bruja. Lucía Aja y Abel Díaz han acudido al BEC desde Cantabria para disfrutar del evento. En el caso de él, es la primera vez y no ha salido defraudado de las instalaciones. Ha decidido ataviarse en unos ropajes similares al personaje que encarnó Clint Eastwood en 'El bueno, el feo y el malo' y otros matices diferentes que añadió él para crear su perfil para el videojuego 'Red Dead Redemption'. Lucía va de militar. Les acompaña Eneko Urra, de San Sebastián, disfrazado de Muzan Kibutsuji, de 'Demon Slayer'. ¿Qué les gusta más del evento? Todos coinciden: «el ambiente». Aunque a Aja le habría gustado «más variedad» en la zona gastronómica.

Hay quienes se visten de sus personajes favoritos por mero gusto, pero muchos de los asistentes lo hacen para participar en el concurso de disfraces y llevarse el premio a casa junto a los aplausos del público. Pero este certamen no es el único reclamo del evento, que cada edición acoge a miles y miles de personas. Hay trivials sobre cine, anime o el propio país nipón, zona de baile, talleres de caligrafía, origami e incluso de introducción al japonés, así como de runas.

La zona lúdica está abarrotada con fanáticos de Dragon Ball, My Hero Academia, Mario Kart, Smash Bros, Street Fighter o Lorcana, por comentar algunos ejemplos. También el espacio cultural atrae a las masas, que pueden disfrutar de vídeos musicales, charlas, documentales y actuaciones teatrales. E incluso clases de sables láser, para sentirse un auténtico maestro de Star Wars, así como practicar el jugger, una actividad deportiva de equipo que combina elementos de rugby y esgrima. «Mira, soy Obi Wan!», grita emocionado el pequeño Aketz, de 10 años, mientras sostiene el sable de luz de color azul, como su personaje favorito de la famosa saga.

Destaca también la exhibición y clases de prueba de esgrima histórica de manos del club deportivo sala de armas Salvatore Fabris, surgido en Santurtzi en 2016 pero trasladado a Erandio el pasado ejercicio. Actualmente cuenta con quince miembros, pero han llegado a pasar medio centenar de personas por el club estos últimos años, relata su presidente, Nacho González. Tras llevar a cabo una exhibición de esgrima en un escenario han procedido a ofrecer clases de iniciación a los interesados. A mediodía, «unas cuarenta» personas han pasado por su stand, atraídos por las peculiares espadas, aunque por las tardes se esperan muchas más. En concreto, el club ha impartido clases de dos disciplinas: la espada ropera del siglo XVII y la de mano y media del XV. Se trata del «arte marcial que se hacía en esos siglos». Para ello cuentan con manuales originales, gracias a los que han «recuperado el arte a nuestros días», afirma orgulloso González.