«Mi hijo pudo haber sufrido daños cerebrales porque no había pediatra»
Olatz Martín denuncia que la falta de especialistas en Gorliz puso «en riesgo la salud» de un niño de 3 años tras sufrir una hipoglucemia
«Aún sigo asustada. Los médicos me dijeron que si no llegamos a ir corriendo de Gorliz hasta el ambulatorio de Plentzia, mi hijo ... podría haber empezado a convulsionar y haber sufrido daños cerebrales serios». Con la voz resquebrajada, Olatz Martín, vecina de Gorliz, reconoce no poder borrar de su retina el «angustioso» episodio vivido el pasado miércoles 23 de agosto cuando su hijo, de apenas tres años, sufrió por primera vez una «hipoglucemia severa». El caso pudo haber sido dramático porque en su centro de salud no estaba su pediatra habitual ni ningún otro sustituto. «El pequeño se despertó sudoroso, mareado y pálido. Casi en pijama lo cogí y fuimos corriendo sobre las 11 horas hasta el centro médico. Allí nos dijeron que el especialista no estaba», detalla. En su lugar, fue una enfermera quien trató al menor (así lo recoge «el plan de contingencia establecido» por el Servicio Vasco de Salud). «Le realizó al crío la prueba de glucemia y le diagnosticó una hipoglucemia. Al instante, le suministró dos chupitos de jarabe y como no lo vio mal, y a la espera de que mejorase con el medicamento, nos dejó marchar», explica a EL CORREO.
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Tan sólo bastaron cinco minutos para que el menor comenzase a empeorar. Al sudor y los mareos se le unieron los vómitos, lo que obligó a Olatz a dar la media vuelta y volver al ambulatorio sin haber llegado a entrar ni siquiera en su domicilio. «Ante la gravedad, la enfermera optó por llevarnos a mí y a mi hijo en su coche a Plentzia, donde una pediatra y otra enfermera lo atendieron de urgencia. Estuvieron intentando estabilizarlo más de una hora, ya que los valores de azúcar en sangre se mantenían en 32 miligramos por decilitro, la mitad de lo normal. Después de llevar a cabo varias pruebas, decidieron ponerle una inyección de glucagón y una vía para ir administrándole glucosa».
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Una vez el menor estaba estable, una ambulancia medicalizada lo trasladó hasta el hospital de Cruces donde concluyeron de realizarle las pruebas médicas pertinentes. El alta hospitalaria, que fue entregada a la madre «al final del día», recalcó la necesidad de realizar al niño un seguimiento por el equipo de pediatría en 24-48 horas, algo que enfadó aún más a la progenitora: «No va a haber especialistas en Gorliz hasta mediados de septiembre».
Así que, de nuevo, el menor ha tenido que ser asistido por la pediatra de Plentzia y se encuentra libre de peligro. «Es un derecho que los trabajadores se cojan vacaciones, bajas o reducciones de jornada, pero lo lógico es que esas plazas sean ocupadas por personal eventual. Al igual que no es viable cubrir un servicio de dermatología con un médico de familia, tampoco debiera de ser así en el caso de la pediatría. En Plentzia nos han atendido porque han vivido la situación, pero lo lógico sería que Gorliz también tuviese una prestación», defiende Martín.
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El menor fue atendido por una enfermera al no disponer de servicio de pediatría
Los vecinos aseguran que «no es un hecho aislado» y pedirán hoy que «se cubran todas las plazas»
Concentración
A sus ruegos se unen padres y madres de la comarca de Uribe Kosta, que ante lo ocurrido, han convocado para hoy a las 13 horas una concentración «vecinal y apolítica» frente al centro sanitario de Plentzia, donde pudo ser finalmente asistido el menor. En un comunicado conjunto, aseguran que lo sucedido «no es un hecho aislado» y que «durante sucesivos años localidades como Barrika, Gorliz, Plentzia y Lemoiz no cuentan con un servicio de pediatría lineal porque no se cubren los periodos vacacionales de sus facultativos».
Advierten, asimismo, que el incremento poblacional que sufren durante la época estival los municipios de Plentzia y Gorliz -pese a contar con un censo municipal de entre 5.000 y 6.000 habitantes, el número de vecinos se triplica en los meses de verano- «debiera de servir para aumentar las prestaciones y no para disminuirlas como se está haciendo». «Queremos denunciar la precariedad del servicio en nuestros pueblos. Una lamentable situación que pone en riesgo la salud de nuestros hijos e hijas», alude la afectada, quien confiesa sentirse «asustada» por la posibilidad de volver a vivir una situación «tan desagradable».
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