La afectada encontró una nota amenazante escrita en un papel de cocina. A. C.

«El corazón me va a mil cada vez que doy de comer a los gatos callejeros»

Una voluntaria acreditada por el Ayuntamiento de Getxo denuncia ante la Ertzaintza haber recibido amenazas por cuidar una colonia felina ubicada en el barrio de Las Arenas

Lunes, 27 de noviembre 2023, 17:52

«Si dejas algo, vamos a por ti». Así decía la nota que encontró una alimentadora de gatos, que prefiere no revelar su identidad por miedo a represalias, el pasado domingo 19 de noviembre en un punto de una urbanización situada en la calle Jolastokieta de Las Arenas. La mujer, que cuenta con la obligatoria acreditación por parte del Ayuntamiento de Getxo para dar de comer a las colonias felinas callejeras, acudía como cada día a revisar el estado de los gatos cuando se percató de que un anónimo le había dejado escrito en un papel de cocina, sujeto con una lata de cerveza, una frase amenazante. «Es terrorífico ver hasta dónde es capaz de llegar la gente. No sé si es una amenaza que se va a quedar ahí, pero sin duda es un ataque personal y me sorprende porque nunca antes nadie del entorno me había dicho nada», confirma la afectada a este periódico.

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A pesar de que al principio no le dio mayor importancia, al día siguiente encontró otra lata en el mismo punto, algo que consideró «un segundo aviso» y por lo que acudió a la Ertzaintza a interponer una denuncia. «Me han parado en muchos sitios, me han faltado el respeto e incluso insultado, pero en este lugar no me habían llamado la atención hasta la fecha», explica atónita. Es más, asegura que ni los trabajadores que operan en esa zona residencial le han comunicado nada relacionada con su actividad.

La residente asegura que pone comida en ese punto, que se encuentra en una zona privada, con el único objetivo de captar una gata que «ya ha tenido tres camadas». «La gente no se da cuenta que lo que busco es capturarla y esterilizarla para que no tenga más crías. No me lo puedo permitir. A veces las alimentadoras las pasamos canutas para capturar una hembra. ¡Si no fuese por nuestro trabajo no habría 30 sino 300 felinos!», añade. Así y todo, alude no estar «provocando ningún daño al dejar el espacio limpio de restos cada día», por lo que afirma que «no dejará de realizar este trabajo voluntario pese a las amenazas recibidas». «Si un vecino me dice que no ponga la comida ahí, me buscaré la vida, pero no me voy a amedrentar por esta nota. No voy a demostrar que tengo miedo», enfatiza, aunque reconoce que «cuando veo que viene alguien se me pone el corazón a mil».

Daños psicológicos

La getxotarra asegura que las disputas con los vecinos por poner comida a los gatos callejeros le están causando importantes daños psicológicos. «Muchos piensan que lo hacemos por gusto, pero es por responsabilidad. No podemos mirar hacia otro lado y me da rabia porque tengo que actuar como una delincuente cuando invierto cientos de euros de mi bolsillo para controlar las colonias». Asimismo, advierte que la ley vigente ampara su labor y pide «colaboración y ayuda para que en caso de que esté provocando un perjuicio a alguien, busquemos una solución viable entre todos».

La afectada lleva años involucrada en el cuidado de los gatos e incluso tuvo que sufrir hace años el envenenamiento de una colonia, con unos doce felinos, en una zona próxima a la actual. Ahora asegura sentirse «sola» ante una situación que cada vez es más «precaria». «Deben entender que es gracias al trabajo de las voluntarias por las que no hay cientos de gatos en las calles. Yo puedo dejar de darles de comer, pero no por eso van a dejar de criar. Si dejamos a los felinos sin control, se va a crear un problema gordo», concluye.

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Fueron precisamente las sucesivas quejas por parte de los vecinos lo que llevó al Ayuntamiento de Getxo a poner en marcha, con la ayuda de una serie de voluntarias, un sistema de control de las colonias. En 2019 arrancó con el método CES (Captura, Esterilización y Suelta), el cual se aplicó a 105 ejemplares. Cada año detectan aquellas colonias en las que se ha de trabajar, aunque en los casos en los que los animales se encuentran asentados en suelo privado, como las urbanizaciones, sólo se interviene por petición expresa de las comunidades o de todos los residentes.

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