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La santidad del funcionario

No debería ser tan difícil saber si engordar la Administración es mejor o peor para el correcto funcionamiento del servicio público

Domingo, 1 de junio 2025, 00:11

Begoña hizo la semana pasada lo que hace mucha gente: después de ser acometida por el arma afilada de la indolencia administrativa, llamó al periódico ... para protestar. Muy bien hecho. Begoña va casi todos los días al gimnasio de la Alhóndiga y estaba quemadísima porque, decía, desde hacía nueve días veía que una ducha echaba agua incesantemente. Que tenía bemoles la cosa, decía también. Tanto predicar el consumo responsable y el compromiso sostenible, y que ocurra cosa semejante en sede pública. Que se cansó de avisar y que nadie arreglaba el manantial aquel. En diez años nunca había visto nada así. Pero, añadía, desde que el gimnasio pasó a formar parte de la entidad municipal Bilbao Kirolak, en enero, pasaban cosas de esa naturaleza y de otras naturalezas. Educadísima Begoña, pero menudas andanadas lanzaba.

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