
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hubo un tiempo en el que la gente tenía como patrimonio decisivo y casi único sus manos y su palabra de honor. Las manos para ... currar. Y la palabra porque no había entonces contratos con sello y membrete, ni notarios, ni papelotes, ni firma digital. La firma era la palabra. Y nadie quería tratos ni negocios ni nada de nada con quien no cumple con su palabra, que a la mínima te la lía. Quita, quita.
Las dignidades aquellas están hoy algo devaluadas en un retroceso civilizatorio que resulta especialmente impresionante en el ámbito de lo político y en sus amplias dependencias adyacentes. Es que incluso se toma como natural y consabido el incumplimiento de los compromisos, hermano mellizo de la mentira. Que sí, que mienten, menuda novedad. Como que si esperas otra cosa eres un ingenuo, un pringado, un pardillo. Además, para darle cómico dramatismo a este proceso de embrutecimiento, ocurre en un momento en el que se habla con más profusión que nunca de valores, de buenrollismo bobalán y de mamandurrias elevadas y pintonas que suenan en cursiva. De cosmética baratuela. Mano gorda de cal en sepulcros blanqueados.
Bueno, tampoco hay que desanimarse tanto ni ponernos santurrones. Cambiando radicalmente de tema: a veces las cosas funcionan muy bien. Y se nos están resolviendo los problemas de erosión en tres pilares relevantes del sistema: la seguridad, la educación y la salud. Es que llevábamos años de conflictos en unos negociados que cada vez preocupan más a la gente vasca, que ha notado bastante deterioro en ellos. Que si la delincuencia aumenta, que si los estudiantes no entienden bien lo que leen, que si ir al médico ya no es tan fácil ni el sistema de salud vasco motivo de orgullo como lo era antes.
Cuántos años de conflictos que se solucionan ahora, en un pispás, con el remedio universal, el antibiótico de amplio espectro que son los billetotes. En marzo, después de una década de movidas, llegó el acuerdo en la Ertzaintza con subidas salariales del 10% y la promesa de ser la policía mejor pagada de España. Ofrendas que, segurísimo, reducirán de forma proporcional las tasas delincuenciales y los resquemores ciudadanos.
La semana pasada también fue hallada la clave para terminar con las tensiones en la educación pública: subidas salariales del 7% y reducciones de horas lectivas para el personal docente, entre otros bálsamos desinflamantes. Todo apunta a que a más tardar el curso próximo remontarán los resultados subterráneos de la prueba Pisa y la estudiantada mejorará su comprensión lectora. El otro día había un grupo de profesores universitarios en la cafetería de la Alhóndiga ponderando los talentos de sus alumnos y haciendo planes de futuro: «¡Y estos nos van a operar! ¡Yo cuando me jubile me piro!».
Es que lo de Osakidetza es también peliagudo. El pacto por la salud en el que se trabaja ahora busca soluciones para un sistema tensionado por el envejecimiento del personal y la falta de médicos. Se les va a pagar más, claro que sí. Aunque igual no es solo problema de recursos. Igual tiene que ver la cosa con estructuras, productividades, organizaciones, enfoques... Para analizar el tema de manera minuciosa se trocea la reflexión en mesas, cada una con sus colectivos profesionales, sus intereses y sus ambiciones, y venga a producir literatura abstracta y a llamar al dinerín de formas creativas.
Y cuidado que ahora, visto lo visto en la Policía y en la educación, no vaya a nacer y crecer y desarrollarse la expectativa en Osakidetza de que habrá que ir actualizando condiciones laborales. Que ya toca. Muy bien. Porque seguro que eso mejora el servicio y la salud de la gente, también la de fuera de Osakidetza.
Menuda cara que se le habrá quedado al lehendakari de antes. Años aguantando movidas para descubrir ahora que lo bueno, lo inteligente, lo que viene, es enterrar los problemas bajo montañas de dinero que siempre caen del mismo lado, identificando así la paz social en la función pública con la mejora en la prestación de los servicios públicos.
En cuanto a la actualidad internacional, sigue funcionando como precisa metáfora del momento: se muere Pepe Mujica y Donald Trump se va al Golfo a abrazarse con las dictaduras de los petrodólares.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.