«Soy culpable de matar a Maguette, pero me cuesta hablar de lo que pasó»
El acusado de asesinar a su mujer delante de sus hijas en Bilbao en 2018 asegura que actuó en defensa propia y que no tenían problemas
Este lunes ha comenzado en la Audiencia Provincial de Bizkaia el juicio por el asesinato de Maguette Mbeugou, la joven senegalesa de 25 años que ... murió en su vivienda de la calle Ollerías Bajas de Bilbao presuntamente a manos de su marido, Bara N., el 24 de septiembre de 2018. El primero en declarar fue el acusado. Reconoció que la mató, aunque reiteró que en defensa propia. «Soy culpable, ha muerto por mi culpa», admitió, aunque rechazó explicar las circunstancias del suceso: «Me cuesta contar esto, quiero olvidar, pasar página».
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La Fiscalía y las acusaciones particulares -el hermano de la víctima, la Diputación de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao- solicitan para el procesado hasta 40 años de prisión por asesinato, abandono de menores y maltrato habitual, mientras que su abogada solicita una pena de ocho años por homicidio con las atenuantes de defensa propia y miedo insuperable.
Bara N. aseguró que, mientras dormía en el salón con sus hijas, de 2 y 4 años, escuchó a Maguette. Eran sobre «las cinco de la mañana» y ella «entró y se sentó encima mío con un cuchillo». A partir de ahí, pese a las reiteradas interpelaciones del ministerio público y las acusaciones, nada más. «No quiero hablar de eso», repitió en varias ocasiones. «Yo cuando oí que Maguette tenía 83 puñaladas no lo entendía. No, no puedo explicar ahora cómo fue la pelea», declaró.
Sí precisó que sus hijas no estaban presentes, sino «con mi móvil en otra habitación», aunque sin concretar en qué momento o circunstancias abandonaron el lugar donde se produjeron los hechos. Los letrados hicieron hincapié en esos espacios 'en blanco'. Le preguntaron por qué si el único cuchillo que había en el salón era el que llevó su mujer, se deshizo de cinco tras el crimen. También pusieron de relieve que en la habitación de matrimonio, donde el encausado asegura que dormía Maguette, solo había ropa de él, mientras que la de ella estaba en el cuarto de sus hijas y en la salita. Y es que las acusaciones sostienen que era la víctima quien pernoctaba en esa estancia con las niñas.
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El procesado relató que a la mañana siguiente abandonó la vivienda con una bolsa en la que metió los cuchillos, la ropa, las sábanas y una almohada ensangrentadas. La tiró en Atxuri. Las acusaciones creen que pretendía «deshacerse de pruebas», pero él defiende que no quería que sus hijas se cortaran y que tenía intención de confesar a la Ertzaintza dónde estaba. Mantiene que se acercó hasta Zabalburu para entregarse, pero que «no me salió» y se fue a Mutriku, a casa de un amigo. «Esta persona tiene acceso a un barco, ¿quería huir?», le lanzaron, sin obtener respuesta.
«¡Ama!, ¡ama!, ¡ama!»
Ese amigo no acudió ayer a testificar. «Está en averiguación de paradero», reveló el presidente de la sala. Por el Juzgado, además de otros conocidos, pasaron dos vecinas del matrimonio. L. F. oyó «una discusión» esa madrugada y «un grito seco de mujer». Sin embargo, no avisó a la Policía porque «no imaginaba» que pudiera haber sucedido algo así. «Pensaba que era una discusión normal. Es lo que se dice muchas veces, pero me ha sorprendido muchísimo», aseveró.
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M.C.R. fue quien alertó al 112 tras ver que las niñas permanecían en el rellano «mucho tiempo». «Entré con ellas a la casa y la llamamos: '¡ama!, ¡ama!, ¡ama!'», rememoró la vecina, que al verla inerte se llevó a las menores a su vivienda y llamó a Emergencias, pensando que «le había dado un infarto». El juicio seguirá hoy con la presencia de más testigos y se prolongará hasta el día 23.
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«Ya no va a volver, pero pido justicia para prevenir a otras mujeres»
Antes de que arrancara la sesión, el hermano de la víctima, Amadou Mbeugou, ha pedido a la puerta del juzgado «justicia», no tanto por su hermana, que «ya no va volver», como por las mujeres que sufren violencia de género.
«Que este juicio sirva para prevenirlas», ha clamado el familiar más cercano de la víctima, residente en París y que se ha hecho cargo en régimen de acogimiento -la tutela la tiene la Diputación- de las dos hijas de Maguette, que tenían 2 y 4 años en el momento unos hechos de los que fueron testigos. «Queremos saber la verdad, aunque creemos que va a mentir, porque es lo que está haciendo», ha lamentado el hermano, representado por la abogada Jone Goirizelaia. La letrada ha trasladado que, lo que pretende el entorno de Maguette es «que se conozca la verdad» de lo que sucedió porque, sin saber «el relato de los hechos», la justicia «se queda coja».
La vista oral ha comenzado con la lectura de los escritos de conclusiones provisionales. En líneas generales, las acusaciones coinciden en que su marido, que supera el metro noventa de estatura, se aprovechó de su «superioridad» para acabar con su vida. Señalan que el encausado acudió al salón, donde la víctima dormía con sus hijas, con intención de matarla. Allí la atacó más de ochenta veces. Ella se defendió «levemente», «fue consciente en todo momento», lo que aumentó su «sufrimiento». Después de degollarla, la dejó morir, «oyendo sus hijas sus estertores». La familia, la Diputación y el Ayuntamiento le imputan también delitos de abandono, maltrato habitual y lesiones psicológicas a sus hijas (la mayor, de 7 años, tiene una «relevante afectación cognitiva» por estrés postraumático de «mal pronóstico» y la menor, de 5, «sufrió mutismo» y presenta un «pronóstico incierto»). A nivel económico, le reclaman indemnizaciones que oscilan entre los 300.000 euros y más de un millón, y penas de hasta 40 años de internamiento.
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La defensa solicita ocho años de prisión por un delito de homicidio con las atenuantes de legítima defensa y de miedo insuperable. «Se enzarzaron en un forcejeo, del que dos salieron con heridas», recoge su escrito. Jone Goirizelaia, que representa al hermano de la víctima ha recalcado que «dice que lo hizo en legítima defensa, pero el perito dice que se autolesionó». Y Marta Dolado, en representación del Ayuntamiento , ha recordado que «no era la primera vez» que Bara abandonaba a su familia. En una visita a Senegal, dejó a su mujer y sus hijas allí, «sin ninguna posesión» cuando la mayor contaba con dos años y la menor con apenas seis meses, para desplazarse a Bilbao, donde «mantenía una relación extraconyugal». «¿No se cierto que regresó a su país 24 horas después a instancias de su propia familia?», ha preguntado.
Hasta el día 22, pasarán por la sala testigos y delitos con los que las acusaciones quieren demostrar que la víctima vivía «sometida» y «controlada», ya que «no podía disponer de dinero» y, al «no conocer el idioma», él «siempre» la acompañaba y le hacía de «intérprete». La abogada de oficio que defiende al presunto asesino, por su parte, ha pedido al jurado que «no le juzguen antes de ver las pruebas», que le den «una oportunidad a esas pruebas que van a ver». Ha señalado que su cliente «reconoció» los hechos «en cuanto fue detenido», y Maguette no era «víctima de maltrato». «Hay una sentencia absolutoria», ha recordado.
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