«Perdí la esperanza, pero a la anorexia se la puede vencer»
La bilbaína Irati Olabarri confiesa que no estuvo lejos de morir y cuenta su experiencia para dar aliento «a los que sufren esta terrible enfermedad»
Irati Olabarri es una bilbaína de 24 años. Siempre dice que celebra dos cumpleaños: el que coincide con la fecha de su nacimiento y el ... de los primeros días de noviembre, el momento en que empezó a salir del pozo «oscuro» y «triste» en el que le había sumido la anorexia nerviosa. «Más o menos, tal día como hoy, hace un año, volvió a nacer una Irati más fuerte, más consciente de lo que le atormentaba y con enormes ganas de vivir», cuenta.
Se calcula que en España hay unas 350.000 personas con algún trastorno relacionado con la alimentación. En su mayoría, mujeres. El próximo 30 de noviembre es la jornada mundial contra este tipo de enfermedades. «Son una cosa muy seria. A mí los médicos me dijeron que podía morir mañana mismo si seguía así. No tenía fuerzas ni para bajar a la calle. Estaba desnutrida». Llegó a pesar menos de 40 kilos, con un índice de masa corporal (IMC) de 15 (por debajo de 19, se considera anómalo y preocupante).
Irati luce hoy un sonrisa repleta de vida. Es «otra persona», le suelen decir. Ahora le gustan las hamburguesas y la tortilla de patata. Y ya nunca se sube a la báscula. Accede a protagonizar este reportaje porque se prometió a sí misma que si algún día salía de la anorexia contaría su historia para «intentar ayudar a los demás». En cierta forma, está saldando una deuda consigo misma. O, mejor dicho, con la anterior Irati.
«Sufrí acoso escolar; fue una de las causas que me arrastraron al pozo, como la dictadura de la belleza que impone la sociedad»
Es el mensaje que más recalca mientras toma café en la terraza de la explanada del estadio de San Mamés. La mañana es radiante. El sol ilumina un rostro aniñado que transmite sinceridad y firmeza: «Hubo un momento en el que perdí la esperanza. No veía ninguna luz. Escondía la comida que me daban mis padres, no podía mirarme al espejo... Pero se puede vencer a esta enfermedad y estoy aquí para dar aliento a quien quiera escucharme».
Su historia con la anorexia nerviosa arranca en la adolescencia. «Caí enferma por un cúmulo de factores». En la entrevista no entra en demasiados detalles, pero hay un momento en el que confiesa que fue víctima de acoso escolar. Esa fue una causa de peso. Otra fueron las redes sociales y el culto al cuerpo y la dictadura de la belleza que, denuncia, esta sociedad impone. «Subía fotos a Instagram solo para ver cuántos 'likes' me daban. No nos estamos dando cuenta del daño que todo esto está haciendo en los adolescentes».
Campeona de remo olímpico
Irati se refugió en el deporte. Concretamente, en el remo. Consiguió ser campeona de España de remo olímpico con el club Raspas, de Getxo. Fue en 2019. Ella era la patrona, la líder, la que llevaba el timón. Aunque para entonces ya estaba enferma. «Aún no se reflejaba en mi cuerpo, pero estaba mal». Por dentro, el gusano de la anorexia la estaba devorando. Sin piedad. Poco a poco. «Es increíble cómo te autoboicoteas y el daño que te haces a ti misma».
La pandemia exacerbó el proceso. «¡Buf!», exclama cuando sale el tema del coronavirus. «Fue una cuesta abajo total». Su angustia y depresión comenzaron a reflejarse en su peso. «Estuve ingresada tres veces en Psiquiatría en San Juan de Dios, en Santurtzi».
- ¿Cómo lo superó?
- Ahora estoy en la fase final de mi curación. Este año ha sido maravilloso en todos los sentidos. Cuando comencé a sentirme bien, todo vino rodado: me ofrecieron varios empleos (ahora trabaja en el área de Recursos Humanos del Athletic y es máster en Derecho Marítimo). La clave fue mi entorno. Mi familia y mi pareja me hicieron ver que hay que quererse tal y como eres. Ese es el primer paso.
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