Dos niños, con un triciclo. E. C.
Bilbaínos con Diptongo

El misterio del kiosco de los triciclos

Jon Uriarte

Lunes, 1 de diciembre 2025, 00:13

Ya nunca volverá», susurró una paseante, veterana y elegante, mientras señalaba el kiosco del Parque de los Patos. Ahora es una interrogación entre árboles. De ... momento, huele a churros. Se agradece. Pero crece el rumor de que se fue para no regresar. No es cierto. Hemos hablado con el Ayuntamiento. Insisten en que el famoso plátano pone en peligro su estructura. No es nuevo, pero va a peor. El permiso de explotación expiraba este año y acordaron estirarlo hasta después del verano. Ya cerrado, toca pensar en el futuro. Y en ello están.

Publicidad

Al tratarse de un árbol centenario se descarta el talado. Habrá que colocar el kiosco un poco más allá. Lo siguiente será el diseño. Sea como fuere, generará debate. Luego llegará la licitación. No quieren delimitar mucho el modelo. Puede ser cafetería, heladería o algo similar, pero escucharán otras opciones. La idea es abrirlo en 2027. Obviamente no habrá triciclos. Me refiero a los que solo perviven en los recuerdos.

Era tal su fama que criaturas de todo Bizkaia y más allá hacían lo imposible para pagar el breve alquiler de aquellos centauros de tres ruedas. Muchos desearíamos su retorno, pero no lo harán. No los merecemos. Hace 23 años colaboré en la organización de un evento para las familias numerosas de Euskadi. El Parque de los Patos era el epicentro y propuse recuperar los días sobre ruedas.

A falta de triciclos, bicicletas. La generosidad de Miguel Madariaga lo hizo posible. El presidente de la Fundación Euskadi nos dejó un camión repleto. En la rueda de prensa previa, el concejal presente, emocionado ante la iniciativa, prometió que los triciclos regresarían. Fue imposible. Se necesitaba un recorrido delimitado, a modo bidegorri y, por tratarse de menores, vigilancia específica.

Publicidad

El casco era obligatorio y la empresa debía contar con seguro de accidentes, por si alguien se estampaba o se llevaba a un abuelo por delante. Y así suma y sigue. Por eso no volvieron. Se nos olvida que antes de este siglo, para bien y para mal, éramos ácratas en asuntos de juegos. Aquellos triciclos llevaban roña como para pillar mil tétanos. Los frenos eran los pies. La de caídas que vieron los patos. Y eso si iba bien, el sillín no bailaba y el manillar aguantaba. Detalles olvidados cuando echamos la vista atrás. Ahora todo debe ser perfecto y controlado.

Si un nene se deja los dientes, sus padres le meten tal querella al Ayuntamiento y al del kiosco que cierran y ponen de nuevo la churrería. Imagino hordas de abogados buscando a alguien que se caiga y quiera pillar tajada. Esa es la realidad. Por eso un servidor se conforma con el simple retorno de un kiosco acorde a los tiempos y a lo que fue. Los triciclos permanecerán en viejas fotografías. Lo que nos lleva a la que hoy mostramos. La cede Aitor Mentxaka. Un cliente quedó tan prendado de su templo dedicado a la bicicleta que se la regaló. Son dos hermanos compartiendo uno de aquellos ponis de hierro. Pensó que no había mejor lugar para dejarla. Llevaba razón.

Publicidad

Si no la conocen les animo a que lo hagan ya. Deben abandonar el lugar antes de que acabe el año. Se llaman Herrizikleta y es una asociación sin ánimo de lucro, nacida en Barakaldo, que llegó a Zorrotzaurre para reutilizar y reciclar bicicletas. Reparan y venden de segunda mano. Están donde olía a galletas Artiach y cuentan con un taller social en el que chavales de presente malo y futuro peor, la mayoría de origen africano, reciben formación mecánica.

Si quieren saber más pregunten por Aitor. Ha gastado su tiempo y dinero en crear un museo con cerca de 200 piezas fabricadas en Euskal Herria. Las que todos hemos tenido y algunas más. Como un velocípedo y un triciclo francés. El segundo lo adquirió porque le recordaba a los triciclos del Parque. Ojalá su asociación no corra la misma suerte y pueda seguir activa en otro lugar. Estaría bien ayudarles. Para que Bilbao siga manteniendo el sueño de aquel mundo mejor que imaginábamos montados sobre los triciclos cuando teníamos toda la vida por delante.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad