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El Gobierno vasco da por finalizada sin éxito la búsqueda de Joaquín Beltrán en el vertedero de Zaldibar
El Gobierno vasco cierra sin éxito la búsqueda del trabajador sepultado en el vertedero hace quince meses
Joaquín Beltrán descansará para siempre en el vertedero de Zaldibar. Quince meses después del derrumbe que sepultó a Joaquín y a su compañero Alberto Sololuze ... bajo miles de toneladas de escombros, el Gobierno vasco dio este viernes por finalizada la búsqueda del trabajador de Zalla. Los consejeros Josu Erkoreka y Arantxa Tapia fueron los encargados de comunicar esta decisión en una rueda de prensa convocada de urgencia. Lo hicieron destacando el «ingente» esfuerzo desplegado por los miembros del operativo de rescate y defendiendo la labor del Ejecutivo en la gestión de un desastre que, además de cobrarse la vida de dos personas, provocó la mayor crisis medioambiental de la historia de Euskadi.
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Hace sólo tres meses, al cumplirse un año del desastre, la familia Beltrán compareció en público para pedir que no se selle el vertedero hasta que apareciese Joaquín. «No podemos llevar flores a un vertedero», explicaron. Esta petición –casi ruego– se produjo en un momento en el que los técnicos de emergencias sabían que las opciones de encontrar algún resto del operario disminuían con cada palada de las excavadoras. Las zonas con más posibilidades de encontrarle habían sido peinadas. Y, ya en febrero, Erkoreka y Tapia evitaron garantizar que las tareas de rescate fuesen a continuar hasta que apareciese el cuerpo de Beltrán. Fue la primera vez que los responsables institucionales dejaban dudas sobre el futuro del operativo. Hasta entonces, el mensaje siempre había sido el mismo: «La búsqueda seguirá hasta que aparezca Joaquín».
El final del operativo sin éxito marca un punto de inflexión en la tragedia. Fue el propio lehendakari el que el jueves a la tarde se lo comunicó en persona a la viuda, Elena Álvarez. A partir de ahora, el desastre entra en otra dimensión. Sigue abierto el frente judicial para tratar de depurar responsabilidades penales sobre las causas del derrumbe y el problema medioambiental generado por el colapso de la escombrera. También se mantiene la presión política de los partidos de la oposición, que censuran al Gobierno vasco su «nula autocrítica» en lo ocurrido. Lo que se cierra para siempre es la posibilidad de que la familia pueda despedir y enterrar como merece cualquier ser querido.
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Los rostros de la tragedia
Los consejeros del Gobierno vasco volvieron a insistir ayer en que la responsabilidad de lo ocurrido corresponde «al 100%» a la empresa Verter Recycling. La consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, recalcó que el Ejecutivo se hizo cargo de la catástrofe de forma «subsidiaria», ante la imposibilidad de la compañía de asumir el reto. La labor de emergencias del Gobierno –dijo– se centró en tres objetivos: buscar a los desaparecidos, estabilizar las tierras del vertedero y minimizar los daños medioambientales. «No hemos escatimado esfuerzos», alegó. De hecho, adelantó que los trabajos de estabilización del vertedero continuarán hasta que quede totalmente garantizada la seguridad en la zona. Hasta el momento –explicó– se han invertido en estas tareas cerca de 21 millones de euros. Una factura que se remitirá después a la empresa, que también deberá hacerse cargo del posterior sellado definitivo de la escombrera. Lo que está por ver es si la responsabilidad económica no acaba en los tribunales.
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El vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, defendió la estrategia aplicada para la búsqueda de los restos de los trabajadores: «La metodología era buena y se vio en el caso de Alberto», cuyos restos aparecieron en agosto. ¿Por qué no ha dado entonces resultado con Joaquín? Las circunstancias eran distintas, remarcó. Erkoreka aludió al desconocimiento de la ubicación exacta de Beltrán en el momento del derrumbe: «A diferencia de Joaquín, sabíamos el lugar exacto donde estaba Alberto». También añadió que Sololuze estaba dentro de una caseta cuando fue sepultado. Estas son, de hecho, dos de las posibles causas que se apuntan en el informe que presentaron ayer a los medios de comunicación para justificar la suspensión definitiva de las labores de búsqueda. Un documento –sin firma de ningún técnico pero que, según dijo el consejero, cuenta con el «respaldo» de todos los responsables que han participado en el operativo– que aborda las posibles razones por las que Sololuze fue encontrado, pero no Joaquín Beltrán a pesar de haber seguido la misma planificación.
Resultado infructuoso
Este informe viene a atribuir la decisión de poner fin a las tareas a que quizá no haya nada ya que encontrar en el vertedero 15 meses después del colosal derrumbe. Sostiene que la mecánica del desprendimiento y los procesos químicos registrados en el vertedero podrían hacer imposible «la identificación de cualquier resto». La suma de altas temperaturas –cercanas a los 70 grados– y la presencia de lixiviados en la zona podrían haber contribuido «a la disgregación y descomposición del cuerpo». Lo que Erkoreka descartó es que la búsqueda haya pasado por alto algún punto importante. «No hay zonas en las que pudiera estar el cuerpo que no hayan sido analizadas y cribadas con exhaustividad», dijo.
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La búsqueda se ha venido realizando «sin que en la práctica haya habido días de interrupción». De los 461 transcurridos, las labores se han interrumpido solo Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y una jornada debido al mal tiempo.
Durante estos 15 meses se han movilizado unos 700.000 metros cúbicos de residuos para conseguir la estabilización del vertedero y lograr condiciones de seguridad en las labores de búsqueda. De ese volumen se han rastrillado y analizado 412.000 metros cúbicos. «No conocemos ningún otro operativo en el que se haya movilizado» semejante cantidad de escombros, según el informe.
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Los autores entienden que, «de haber existido unos restos con una limitada dispersión y con una reducida descomposición», Joaquín Beltrán habría sido encontrado. El documento, sin embargo, subraya que «todo el trabajo realizado ha resultado infructuoso». A pesar de apuntar estas posibilidades, el informe no da nada por sentado y concluye con una pregunta: «¿Podrían ser las razones arriba apuntadas? Lo que sí podemos afirmar y reconocer es el enorme esfuerzo realizado».
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