Iván murió en el tajo la víspera de Nochevieja al caerle una torre de palés encima
La familia busca justicia tras sancionar Trabajo a la empresa por incumplir las medidas preventivas
La madre de Iván Pedraza se levantó aquel día, como siempre, a las cinco de la mañana para prepararle el bocadillo que se llevaba al ... trabajo como 'hamaiketako'. Era el último día laboral del año, el 30 de diciembre de 2024. «Ama, después de trabajar iré a tomar unas cañas con los amigos», le anunció para que no se preocupara si tardaba. A sus 41 años, aún no se había independizado. Vivía con sus padres, en el barrio bilbaíno de Deusto. Iván nunca regresó a casa. No volvieron a verle. Murió en un accidente laboral, que dejó a su familia de luto y rota de dolor en plenas Navidades.
Casi un año después, la Inspección de Trabajo ha sancionado a la empresa, Forest Trafic S.L., al pago de 9.300 euros por una «infracción grave» al no cumplir con la normativa de prevención de riesgos. Tampoco en este tiempo la firma ha asumido la indemnización por daños morales a la familia, ni siquiera las consultas con el psicólogo.
Iván llevaba cinco años trabajando en su sede del polígono Boroa de Amorebieta. Había metido incluso a algún amigo de su cuadrilla. Hace dos años, el hombre sufrió ya un accidente laboral al cortarse parte de un dedo (la primera falange y la uña) de la mano derecha con una sierra. La empresa «le dio 500 euros y le ascendieron de puesto para taparle la boca y que no les denunciara», recuerda su hermana Vanessa.
El día de autos tocaba hacer inventario en el almacén y «había prisa por terminar». Cuando llevaba ya toda la mañana trabajando y apenas les quedaba una hora, tuvo que ir al baño. El encargado cogió la carretilla hidráulica que conducía Iván para seguir apilando los palés en torres y «no perder tiempo».
Maletero lleno de comida
Al volver del lavabo y ver que su puesto estaba ocupado, el trabajador se colocó en un lateral de la nave, con tan mala suerte que la pila venció y se desplomó sobre él. Había otros cinco compañeros del total de 31 de la plantilla, dispersos por el almacén. Le cayeron encima cuatro tableros de contrachapado de más de 200 kilos y dos metros de altura. El brutal impacto le provocó un traumatismo craneoencefálico y la muerte inmediata. Después se supo que una esquina de la base estaba rota, lo que habría causado el derrumbe.
Sobre las dos y media de la tarde, «el jefe llamó a mi padre y le dijo que Iván había sufrido un accidente y que estaba muerto». El hombre, de 76 años, entró en shock. «¡Hoy no es día 28, no es una broma!», repetía fuera de sí, mientras su madre chillaba. Vanessa llegaba en ese momento a casa de sus padres a recoger a su hijo, de 10 años, al que había dejado a su cuidado. Llevaba el maletero del coche lleno de bolsas de comida para celebrar juntos la cena de Nochevieja. Cogió el teléfono y confirmó la tragedia. En la mesa de los Pedraza, aquel 31 de diciembre no hubo champán ni turrón, solo lágrimas. «Han sido los momentos más tristes de mi vida», lamenta.
Osalan investigó el accidente y la Inspección de Trabajo ha concluido que se produjeron varias negligencias atribuibles a la empresa, como que los palés de mayor tamaño se colocaran sobre otros más pequeños, que no colocaran un listón para fijar la torre y que el conductor de la carretilla tendría que haber comprobado que no había peligro para terceras personas antes de cargar los paquetes.
La empresa, por su parte, considera que Iván fue «corresponsable» del accidente al colocarse en el radio de acción de la torre, aunque en el plan de prevención no se especifica ninguna distancia de seguridad ni prohibición de situarse en el almacén. El caso está siendo investigado por el juzgado de instrucción número 4 de Durango. «Sólo queremos que se haga justicia por el honor de mi hermano y que no le pase esto a nadie más».
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