El 'Brexit' sacude a la UE
La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión genera un terremoto político y económico en Europa de imprevisibles consecuencias
Adolfo Lorente
Viernes, 24 de junio 2016, 07:43
La victoria del 'Brexit' por un 52% frente al 48% en el referéndum celebrado ayer en Reino Unido ha sacudido este viernes la UE hasta sus mismísimos cimientos. La decisión de los británicos de que su país abandone la Unión ha provocado un terremoto de incalculables consecuencias. En el terreno político, la primera víctima del 'out' ha sido, precisamente, el impulsor de la consulta, David Cameron. El primer ministro británico, partidario del 'in', ha visto cómo los votantes optaban por la opción contraria sin que pudiera evitarlo. Por su parte, Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, ratificaba la voluntad de los líderes comunitarios de seguir «unidos», aunque algunos de ellos ya han expresado en público la necesidad de reformar los estamentos de la UE para evitar nuevos socios a la fuga.
Además del caos político, la incertidumbre también se adueñaba de las principales bolsas europeas con caídas históricas desde primera hora. El CAC francés se dejaba un 8,6%, el DAX alemán un 7,2% y el MIB italiano, un 10,8%. El Ibex era el que se llevaba una vez más la peor parte en el peor día de su historia con unas pérdidas al cierre de la sesión por encima del 12,35%, con las firmas con intereses en Reino Unido como las grandes perjudicadas del viernes negro bursátil. Por si fuera poco, la prima de riesgo que en los últimos tiempos estaba controlada se ha disparado un 20%, hasta los 170 puntos básicos. Las cosas tampoco iban mejor en Gran Bretaña, con una caída de la libra de un 11% el mayor descenso registrado en un solo día. Y esto no ha hecho más que empezar.
Ante esta situación de vértigo por el resquebrajamiento de la UE tras la pérdida de uno de sus socios más importantes, todo el mundo se hace la misma pregunta: ¿Y ahora, qué? «Mucho me temo que deberemos improvisar sobre la marcha», advertía este periódico un veterano diplomático comunitario hace sólo unos días cuando el 'Brexit' no era más que un nubarrón en los tranquilos cielos de la UE. Ahora, que se han cumplido los peores pronósticos, se pone en marcha el mecanismo de relojería para el temido adiós definitivo de Reino Unido de las instituciones europeas.
Pero vayamos por partes. Hasta que el Gobierno británico no informe de forma oficial a Bruselas su deseo de abandonar el club, «no ocurrirá absolutamente nada». De hecho, puede que esta comunicación tarde días o incluso semanas en función del caos político en Reino Unido tras la dimisión de Cameron. Según el artículo 50 del Tratado, se abrirá un periodo de negociación que durará dos años, que puede ser prorrogable por unanimidad en principio durante otro ejercicio. Ojo, esto para salir, luego queda lo complicado: negociar la nueva relación jurídica entre Reino Unido y la UE. Según alerta el responsable de los servicios jurídicos del Consejo entre 1988 y 2010, Jean Claude Piris, la negociación «podría prolongarse incluso una década». Durante todo este tiempo, nada cambiaría. Reino Unido sería miembro de pleno derecho, con sus poderes de voto y su capacidad ejecutiva en el club.
Respecto a la nueva relación jurídica de Reino Unido con la UE, existen varios escenarios posibles y ninguno favorable para los británicos, como detalla Piris en un informe publicado por el think tank 'Centre for European Reform'. Los partidarios del 'Brexit' quieren aprovecharse de las grandes beneficios de la UE (el mercado único de 500 millones de habitantes) pero hacerlo a su modo, sin aportar dinero a Bruselas ni someterse a sus reglas. La UE, sin embargo, no lo permitirá.
Una salida a malas supondría tratar a Reino Unido como un país tercero ajeno con la inmediata implantación de aranceles (y ojo, la mitad de sus exportaciones son a Europa).
Otra de las opciones es que se convierta en otra Noruega, es decir, con mucha independencia pero con acceso al mercado único. El problema es que deberían someterse a las reglas comunitarias sin poder influir sobre ellas, como hace ahora, y tendrían que respetar las grandes libertades que imperan en el club, como la circulación de personas y trabajadores, una de las líneas rojas de los partidarios del 'Brexit'.
Quizá la alternativa más lógica, más allá de la visceral respuesta inicial, sea negociar un acuerdo bilateral a medida de ambos bloques en el que Reino Unido logre un tratamiento especial en lo referido a las políticas comerciales, las más relevantes.
Así que es muy posible que el remedio sea peor que la enfermedad.