Votar con los cojones
José Luis Peñalva
Domingo, 10 de abril 2016, 03:02
Relajada, excitada y lubricada. Así veía a mi Europa después de décadas de pensamientos impuros por el aislamiento franquista. Significaba modernidad, progreso y garantía de ... que no habría vuelta atrás. Así pensábamos el 63% de los españoles hasta que llegó la crisis y de fervorosos proeuropeístas pasamos a compulsivos antieuropeístas. España, en 2012, era el tercer país con una imagen negativa, después de Reino Unido y Finlandia. La UE se ha vuelto esquiva y distante. Y las rupturas son más amargas cuanto mayor es la entrega. Nos hemos vuelto partidarios de lord Salisbury, que a finales del s. IX se declaraba partidario de una política de espléndido aislamiento. Cameron es en Gran Bretaña paladín de armas melladas. Ha tenido la arrogancia de consultar a sus cuates si desean permanecer en la Unión. Un valor suicida, posiblemente comienzo de la ruptura. El alcalde de Londres, Boris Johnson, que se cree la reencarnación de Churchill, se ha empeñado en abanderar el desastre para la historia.
Durante meses he creído que el Brexit era improbable y me siento alarmado. El divorcio representa una terrible pérdida y reacciones vengativas incalculables. Sucede con los amores contrariados. La cuestión es si ha llegado el momento de votar con los cojones o el cerebro. Cuando la gran division política ya no mira a izquierda o derecha sino hacia un establishment posideológico por una parte y un flequillo crecido de descontentos inconcretos y populismos tangibles. El referéndum holandés de esta semana es el ejemplo perfecto. Con un poquito más del 30% requerido, casi dos tercios de los votantes se pronunciaron contra el acuerdo de asociación entre la UE y Ucrania, que les importaba una higa. No se vota el qué sino contra qué. Por eso, decir que ese instinto va contra el proyecto europeo es mucho decir. El movimiento holandés GeenStijl (sin estilo) lo ha liderado Tierry Baudet, un joven filósofo, a través de su exitoso blog, que recientemente ha publicado un libro que explora la masturbación femenina, la emancipación sexual y la crisis de la masculinidad en tiempos modernos. Geert Wilder preguntó a una multitud si querían más o menos marroquíes y la respuesta fue «menos, menos, menos». ¿Cuántos se abstuvieron con la esperanza de que la escasez de votos invalidara el referéndum? Puedes estar a favor del proyecto y creer que es un país corrupto, roto por la guerra, de 42 millones de habitantes, crecimiento negativo, y pensar en la lamentable experiencia de los países del Este. ¡Tan fachas y antieuropoeos! Como también puedes pensar con los cojones en los 120 niños desaparecidos tras el desmantelamiento del campo de refugiados en Calais. Sin olvidar cómo defender una organización que durante los últimos años se demuestra incapaz de controlar su frontera y su sistema monetario.
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