El hombre que puso a los árabes al servicio de los nazis
El mufti de Jerusalén, al que Netanyahu ha intentado situar como origen de la persecución de Hitler a los judíos, fue un violento líder religioso que llegó a impulsar la creación de unidades musulmanas de las SS que cometieron masacres en los Balcanes, pero que tras la guerra pactó con el Gobierno francés
óscar b. de otálora
Jueves, 22 de octubre 2015, 16:55
Cuando el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu puso el foco sobre el mufti de Jerusalén, Haj Amin al-Hussein, estaba aprovechando una de las figuras más controvertidas del mundo árabe por su apoyo declarado al nazismo y su obsesión con la eliminación de los judíos de Palestina. Numerosos historiadores, el propio Gobierno alemán y la oposición israelí han acusado al primer ministro judío de utilizar una figura histórica de forma perversa para dañar la imagen de los palestinos en un momento en el que el país está sometido a la tensión de la 'intifada de los cuchillos'. Pero seguro que Netanyahu era consciente de que estaba colocando en primera plana una de las figuras más siniestras del mundo árabe, de la que los propios palestinos han renegado.
En ocasiones, para entender a algunos personajes históricos de Oriente próximo hay que recordar a Lawrence de Arabia, quien se quejaba de la forma de hacer política de algunos de los líderes tribales con los que llevó a cabo la revuelta árabe en la Primera Guerra Mundial. «Comenzaron a utilizar la ambigüedad como forma de supervivencia y la acabaron convirtiendo en un vicio», afirma el líder británico en uno de sus libros. En el caso del mufti, su obsesión antijudía le llevó a jugar con todos los bandos -sobre todo con los nazis- pero también a sobrevivir al mundo de posguerra gracias a la ayuda del Gobierno francés y a sus conexiones con el mundo árabe. Previamente, en la Primera Guerra Mundial, había traicionado a los turcos para ayudar a los británicos.
Revueltas antijudías
El término mufti, en la jerarquía suní, describe a un jurisconsulto experto en la aplicación de ley coránica, lo que implica que es una figura religiosa con un poder real en la sociedad, ya que puede dictar interpretaciones del Corán que implican un comportamiento civil. Haj Amin al-Hussein llegó a ostentar este puesto gracias a sus conexiones familiares, ya que procedía de la aristocracia musulmana de Jerusalén. Ello le permitió asistir a las mejores escuelas, tanto árabes, como francesas, egipcias e incluso judías. En 1916 le nombraron oficial de artillería de las tropas turcas pero en un permiso viajó a Jerusalén en el mismo momento en el que tropas británicas, ayudadas por palestinos, liberaron la Ciudad Santa del control otomano. Haj Amin al-Hussein se pasó entonces al bando británico. Cuatro años más tarde se produjo la declaración de Balfour, en la que por primera vez una potencia mundial, Inglaterra, reconocía el derecho de los judíos a instalarse en Palestina. Esta misiva del entonces secretario de relaciones exteriores británico, Arthur James Balfour, provocó una ola de revueltas sangrientas y, a largo plazo, cambiaría la Historia.
Haj Amin al-Hussein, promotor de los disturbios en los que fueron asesinados cientos de judíos, huyó a Siria pero pudo regresar a Jerusalén, bajo protectorado británico, acogiéndose a una amnistía inglesa. En 1921 fue elegido mufti de Jerusalén en un confuso proceso -fue el líder menos votado- en el que primaron los equilibrios entre clanes sobre los valores democráticos. Desde ese puesto se convirtió en un líder árabe, promotor de una unión de Siria, Libano, Palestina y Jordania para crear un gran Estado. De forma paralela, la lucha contra el sionismo se convirtió en uno de los ejes de su acción política. En ese tiempo se erigió como un defensor de la mezquita de Al Aqsa, un lugar santo del Islam que consideraban amenazado por los judíos. Esta reflexión es, precisamente, la misma que realizan los palestinos que hoy en día protagonizan la 'intifada de los cuchillos' y la que ha permitido a Netanyahu vincular al personaje histórico con la actualidad.
Jerarcas nazis
Sus obsesiones políticas y antijudías le llevaron en 1934, antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, a iniciar contactos con los nazis , ya entonces enfrentados con los británicos que dominaban Palestina. Su nexo con el partido de Hitler creció con el tiempo, ya que los alemanes decidieron aprovechar su figura para promover revueltas contra los británicos y debilitar así a sus rivales. El mufti llegó a vivir temporadas en Berlín, protegido por los servicios secretos alemanes, y a entrevistarse tanto con Adolf Hitler como con Heinrich Himmler, dos de las figuras claves del Holocausto. Existe una discusión histórica sobre qué conocimiento real tenía el líder árabe de los campos de concentración y de las medidas de exterminio puestas en marcha por los nazis. Se sabe que visitó algunos de los centros de internamiento de judíos, pero, en principio, no hay certezas sobre su implicación en la 'solución final'. Lo cierto es que tenía acceso a los principales jerarcas nazis, quienes gestionaron la reunión con Hitler celebrada el 22 de noviembre de 1941. En ese momento, el mufti era un personaje dudoso puesto que había fracasado a la hora de llevar a cabo una rebelión antibritánica en Irak, pero aún así tenía el apoyo de los responsables de los servicios secretos alemanes.
En algunos informes surgidos tras el final de la guerra han aparecido supuestas transcripciones del encuentro con Hitler -que duró hora y media-, en las que negociaba el apoyo árabe a los nazis a cambio de compromisos que nunca se le otorgaron. En ese contexto es en el que el máximo jerarca nazi le habría confesado al mufti su intención de aniquilar a los judíos de Palestina. El mufti no se opuso y, según algunas versiones, en ese contexto le aconsejó a Hitler que los «quemase». Lo que sí es objetivo es que, a partir del encuentro, el mufti aumentó los esfuerzos para que los hebreos que huían de Europa no pudieran ponerse a salvo en Israel. También aconsejó a los países con refugiados sionistas que los enviasen de vuelta a Alemania.
La participación del mufti en los esfuerzos bélicos nazis se complementó con la creación de una unidad musulmana de las SS que actuó principalmente en los Balcanes y que fue acusada de crímenes de guerra por los miles de asesinatos cometidos entre la población civil. La división Handschar (cimitarra) protagonizó la única revuelta de un grupo de las SS, ya que parte de sus miembros se amotinaron en la localidad francesa de Villefranche-de-Rouergue, donde tenían un centro de entrenamiento, con el objetivo de pasarse a las filas aliadas. La revuelta fue sofocada, sus dirigentes ejecutados y un millar de soldados musulmanes fueron enviados a trabajos forzados. El mufti también fue un propagandista contra los aliados en programas de radio para los árabes y llevó a cabo decenas de viajes a los territorios árabes ocupados por los nazis para conseguir apoyos para los alemanes.
Planes de asesinato
La caída de Berlín llevó al mufti a un peregrinaje por distintos países en busca de asilo aunque finalmente fue arrestado por las tropas francesas instaladas en Alemania, que le recluyeron en París. Pese a que hubo peticiones de extradición por parte de Inglaterra para juzgarle por crímenes de guerra, las autoridades galas se negaron a entregarlo. A cambio, exigieron su ayuda para que los países árabes no se opusieran a los gobiernos coloniales franceses en la orilla sur del Mediterráneo. En esos días, incluso los judíos supervivientes barajaron la posibilidad de matarle en Francia por medio de un grupo de comandos pero cancelaron la misión ante el temor a que se convirtiera en un mártir para la causa palestina. Finalmente, en 1947, los franceses facilitaron que viajase a El Cairo y se refugiase en Egipto.
La guerra de 1948, que consagró el nacimiento de Israel, le colocó cerca del Rey de Jordania, aunque intentando ostentar un poder que cada vez era más débil. Tras la derrota árabe participó en el establecimiento de un Gobierno palestino en Gaza, bajo la tutela de Egipto, que no tuvo ningún futuro. En ese momento su radicalidad y su pasado nazi le convertían en el peor compañero de viaje, por lo que comenzó a convertirse en una figura residual dentro del mundo árabe. Finalmente se exilió en Líbano, donde murió en 1974. Una de sus nietas estaba casada con Ali Hassan Salameh, líder de 'Septiembre Negro', el grupo terrorista que perpetró la matanza de los Juegos Olímpicos de Munich. Fue asesinado por el Mossad en 1979 en Beirut.