La primera cincuentona capaz de seducir a James Bond
El agente británico cae rendido a los pies de Monica Bellucci en su última película. ¿Su secreto? «Comer, reír y tener buen sexo»
esther rodrigo
Lunes, 26 de octubre 2015, 01:12
Además de modelo, actriz y madre de dos niños, Monica Bellucci (Umbria, 1964) es también la primera cincuentona capaz de seducir a James Bond. El agente británico, al que tradicionalmente se le ha solido emparejar con veinteañeras o treintañeras, es incapaz de resistirse en la nueva entrega de la franquicia a sus encantos. Sea porque el proceso de envejecimiento acelerado del mundo occidental está cambiando los parámetros cronológicos o simplemente porque la privilegiada genética de la actriz no le hace aparentar los 51 años que tiene, el caso es que la relación no sólo no chirría sino que proporciona a la película una mayor verosimilitud. «Cuando me llamaron para participar en la película pensé que sería para hacer de mala, así que cuando me dijeron que lo que querían era una mujer adulta para seducir a Bond, pensé que aquello iba a ser revolucionario y acepté enseguida», ha confesado en las veladas de promoción de la película.
Su papel de madre le ha proporcionado una buena perspectiva a la hora de asumir el proceso de envejecimiento. «Mis pechos no están como los tenía a los 20 años por que tengo más años y además he alimentado a mis hijos con ellos». El paso del tiempo no le quita el sueño. «No soy de esa clase de personas que se levantan a las seis de la mañana para ir al gimnasio. Me gusta disfrutar de los placeres de la vida, así que si tengo que dar algún consejo es que hay que comer bien, beber bien, tener buen sexo y reírse mucho, el resto viene por si solo».
El ejemplo de las abuelas
La italiana, digna heredera de figuras como Sofía Loren o Claudia Cardinale, admite que compaginar la crianza de sus dos hijos con su trabajo profesional no siempre es fácil y dice que cuando tiene momentos de debilidad piensa en sus abuelas. «Las mujeres italianas han tenido que batallar mucho, su vida no ha sido un camino de rosas; mi abuela materna tuvo cinco hijos justo después de la Segunda Guerra y los sacó a todos adelante en circunstancias nada fáciles. La verdadera belleza -reflexiona- está en ser capaz de sostener esa fortaleza, no en obsesionarse contando las arrugas».
