El éxodo a la periferia y el ocio disparan a máximos el uso del coche en Bizkaia
Crecen los vehículos, los conductores y la movilidad privada con los nuevos hábitos de vida y en contra de lo que pretenden las políticas públicas
En los últimos quince años ha mejorado mucho el transporte público en Bizkaia e incluso se le ha bonificado hasta la gratuidad en el muy ... extenso periodo postpandémico. Además, aparentemente, hemos tomado conciencia de la catástrofe que llega con el cambio climático, provocado en parte por el uso de combustibles fósiles. Y, por si fuera poco, el precio de esos combustibles se ha disparado por las sucesivas tensiones geoestratégicas.
Pues nada de eso ha sido suficiente para contener el uso del coche. Es más, lo que ha ocurrido es todo lo contrario: la cifra de conductores no deja de crecer y está en máximos históricos en el territorio. El parque móvil también se ha disparado en la última década. Y la ocupación de las carreteras sube y sube.
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¿Que qué está ocurriendo? Pues muchas cosas. Por ejemplo, que mucha gente se ha ido a vivir a la periferia de la metrópoli en busca de pisos más baratos o de una vida más tranquila. O que para pasar el tiempo de ocio ya no nos conformamos con disfrutar del entorno conocido sino que hay que moverse el fin de semana a sitios remotos. O que los centros de trabajo se siguen ubicando a menudo en parques tecnológicos a los que se llega más cómodamente en vehículo privado.
Hay varias razones pero, antes de entrar en ellas, midamos la realidad. Según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) en 2024, último año disponible, en Bizkaia había 649.496 conductores. El máximo histórico. La cifra ha crecido de forma sostenida en la última década, desde los 637.074 de 2014. Y antes de la gran crisis financiera de 2008 eran aún menos, 635.105. Este ascenso continuado se produce pese a que la población vizcaína se mantiene estable en 1,15 millones de personas.
También ha crecido el parque móvil. En abril de este año constaban 522.026 turismos registrados oficialmente, según datos facilitados por la Jefatura Provincial de Tráfico de Bizkaia. Bastantes más que hace diez años, cuando eran 493.456; una cifra similar a la de 2008. Tras la pandemia subió mucho y hasta llegó a haber 526.000. Con todo, las oscilaciones del último lustro son porcentualmente despreciables, manteniéndose el parque móvil en máximos.
Esta tendencia al alza en el uso del vehículo privado continúa porque «este 2025 están creciendo mucho las expediciones de permisos de conducir», desvela Esther Martí, jefa provincial de Tráfico de Bizkaia. En este asunto la evolución histórica ha sido curiosa. Justo antes de la gran crisis, en 2008, estando la burbuja en lo más alto, se sacaron en el territorio 14.641 licencias. Con la recesión la cifra bajó a la mitad, y en 2017 se expidieron 7.367. Y a partir de ese momento repuntó la tendencia (con la obligada excepción del 2020 pandémico) hasta los 11.882 el pasado ejercicio. En el actual 2025, ya lo dice Martí, el ritmo va a más.
Un espejismo
Recuerda la directora de Tráfico que hubo un tiempo, hace cuatro o cinco años, en el que se decía que los jóvenes ya no tenían gran interés en sacarse el carné ni en tener coche, que la modernidad iba por otro lado. «Pero no. La gente joven vuelve a querer conducir y el número de exámenes sigue subiendo». Lo mismo decía en estas páginas hace ya unos meses Iñigo Montenegro, presidente de la Asociación de Autoescuelas de Bizkaia. Si acaso, el momento se retrasa un poco al no haber las ansias pasadas de ponerse al volante justo al cumplir los 18 años, pero entre la mayoría de edad y los 24 años «tenemos el mismo movimiento que teníamos». Eso sí, «más del 20% de los alumnos son extranjeros».
Este fenómeno, el de la inmigración, es determinante. Es que las personas extranjeras son las que están manteniendo la población de este territorio tan envejecido, donde muere mucha más gente de la que nace. Así que también aumentan los canjes de carnés de conducir internacionales por los convenios con terceros países. «En 2023 hicimos 2.269, y en 2024 subieron a 3.112», detalla Martí. «Cada vez hay más y viene gente, sobre todo, de Colombia y de Marruecos».
Ahora, vamos con los motivos de que ocurra todo esto. Es decir, ¿por qué este aumento de permisos de conducir tan acelerado en una población que se mantiene estable en 1,15 millones de habitantes? La jefa de Tráfico avanza una de las causas: «Tras la pandemia hemos visto que hay más ganas de moverse, de irnos de fin de semana, de recuperar la independencia y la libertad que te da un vehículo». También apunta hacia «una tendencia entre la gente joven, que apuesta por el teletrabajo y se va a vivir cerca del monte o del mar, y eso requiere de coche».
La clave de dónde vivir
Esto último, la variable residencial, es un factor determinante para Iosu Ramírez, director de la consultora Leber y uno de los mayores expertos en movilidad del territorio. Habla de un círculo vicioso que acaba metiendo a más y más coches en las carreteras. Se fija, primero, en que cada vez «se construyen más casas lejos del centro del área metropolitana», en municipios como «Urduliz, Berango, Sopela...». Y, al mismo tiempo, el modelo productivo y la generación de empleo tiende a crecer en entornos como los parques tecnológicos de Zamudio o Abanto. «Se ha dispersado la metrópoli», lo que aumenta la movilidad.
- ¿Por qué no asume esa demanda el transporte público?
- No lo está logrando. En Bizkaia somos los mismos que hace treinta años, pero nos movemos mucho más. El problema es que mientras el uso del transporte público ha aumentado solo un 5%, el del vehículo privado se ha disparado un 30%.
Lo que históricamente viene provocando esta situación es que haya más tráfico en las carreteras y «se sature la red». Para resolver el problema, las instituciones «hacen más infraestructuras» que facilitan el tráfico. Lo que conlleva, a su vez, que el sistema sea más eficiente, que cubrir las distancias requiera menos tiempo. Así que a la gente le importe menos vivir más lejos del trabajo. Con lo que los desplazamientos son más largos, de más kilómetros. Y así funciona el círculo vicioso. «La metrópoli se va dispersando, y cuantas más infraestructuras se hacen, más se facilita la dispersión».
Transporte público dopado
Vamos, que hay más tráfico. «En las carreteras vizcaínas los movimientos interurbanos han crecido siempre, y mantienen una tendencia al alza». Si acaso, la pandemia, como en todo, supuso un impás; pero fue un punto y seguido. «Cada vez hay más viajes y más largos». Según datos de la Diputación de Bizkaia, en 2024 hubo un tráfico medio ponderado de 10.136 vehículos al día por tramo de la red, una variable que no deja de aumentar y que ya ha llegado a niveles de los máximos prepandémicos.
«Estamos cambiando movilidad no motorizada por movilidad motorizada; andamos menos y viajamos más en coche». Y esto sigue ocurriendo pese a que durante los últimos años el transporte público ha estado subvencionado, sometido a una especie de dopaje que dibuja un panorama que quizá sea algo irreal, por inducido. Habrá que ver qué pasa cuando a finales de 2025 se terminen las bonificaciones.
Esta dinámica, el vigor en el uso del vehículo privado, resulta desde luego interesante para la industria automovilística, que es vital para la economía vasca y española y, de manera especial, es muy importante para el empleo. Pero desde el punto de vista de la sostenibilidad tiene sus peligros. Por eso las políticas públicas tienen el difícil desafío de hacer coherente el hecho de desincentivar el uso del vehículo privado con medidas que penalizan su uso, al tiempo que favorecen de distintos modos la adquisición de coches nuevos.
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