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¿Qué vida más perra? Llegan a Bilbao los 'spa' terapéuticos para chuchos

Algunos canes son más pijos que sus dueños. También quieren disfrutar de terapias de relajación y estimulación para verse guapos

Viernes, 8 de noviembre 2019, 01:00

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Se nos agotan los calificativos para definir la vida tan perra que se pegan muchos chuchos en Bilbao. Es un decir, porque ya la quisieran para sí muchas personas, y, ojo, que uno está encantado de que las mascotas vivan a cuerpo de rey y disfruten de todo tipo de servicios. Faltaría más. No hay mejor terapia que la de 'mens sana in corpore sano' y algunos perritos se la toman al pie de la letra desde este jueves. No son listos ellos. Disponen en la calle Epalza de un 'spa' terapéutico que aplica sesiones de relajación y estimulación. Se llama Zubizuri. Es el segundo que abre en la villa y complementa a otro que funciona en Deusto.

En Bilbao ya hemos visto de todo. No hay ciudad que mime más a sus canes. Lleva tiempo triunfando Belfos y Trufas, el bar de las hermanas Giovanna y Adriana Renteria. Son famosos sus 'perricumples', como lo leen. A los animales no les falta de nada. Y 'de nada' es nada. Pican y beben todo lo que les place y, se supone, les permiten sus dueños. Sus fiestas son de época. Se ponen hasta arriba: que si pizzas, cervezas, dulces... Cuentan hasta con su propia tarta de cumpleaños. Se supone que chupetearán también algún que otro huesito, digo yo. En sus cumpleaños, el protagonismo es solo para ellos y sus colegas.

Apagan luces, cantan y soplan velas. A cuatro patas, claro. Y se lo pasan superguay (¿o superguau?). Como ven también se estila el pijerío perruno. Bien que hacen. Que la vida también les genera a ellos estrés, igual que a nosotros. Tanta actividad social les pasa factura y hay que desahogarse. Nada mejor que entre aguas. Y si son las de un 'spa', mejor.

Con burbujas

Era, por tanto, cuestión de tiempo que les abrieran más centros donde relajarse, pegarse un buen masaje y tranquilizarse. Siempre les vendrá mejor que soltar un ladrido. «Su 'spa' funciona igual que los nuestros. Se mete al animal en agua con burbujas. Se hace también cromoterapia, con luces de colores, porque intentamos que se relajen lo máximo posible. Dependiendo de sus necesidades, les echamos unos productos u otros», subraya Aida Jiménez, la propietaria del negocio. Si se trata únicamente de tratamientos de belleza, el objetivo es abrillantarles e hidratarles el pelo «y evitarles picores. Si el animal tiene alguna enfermedad o sufre alopecia en cualquier parte del cuerpo, se añade el plus de una terapia de ozono».

¿Ozono? «Sí, ayuda a arreglar el problema. No es milagroso, ¿vale? Todo lleva su tiempo. Al principio, hay que hacer sesiones más continuas, pero suele dar muy buenos resultados». Por ejemplo, a los de raza Pomerania, también conocidos como 'Spitz enano alemán' o 'Lulú de Pomerania'. No es casual que dispongan de una doble capa de pelo. «Ahora se ha puesto muy de moda llevarles con el pelo muy corto, y con ellos no se puede. Hay que respetar su subpelo, ya que les protege la piel», advierte la peluquera y auxiliar de veterinaria. «Se puso muy de moda en Estados Unidos el 'Pomerania Boo' y todo el mundo quería aquel corte», asegura.

Pero, ¿qué tenía aquel corte? Nada del otro mundo. Los dueños les dejaban supercorto el pelo del cuerpo y no les tocaban ni un pelo de la cabeza. «Es horrible y peligroso. Algunos perros se suelen quedar calvos. A los que no les han dado muchos cortes de este tipo, se les puede revertir su situación, pero otras veces ya no hay remedio», advierte.

Pero dejémonos de penas. Este 'spa' está concebido para el disfrute de 'clientes' sanos que quieren pegarse (y pagarse) estos caprichos. «A algunos solo les traen una vez al mes, otros, cada trimestre». Por tiempo, no hay problema. Los tratamientos de belleza suelen durar entre 15 y 20 minutos. «Si ya son terapéuticos, un poquito más. Se suelen alargar hasta la media hora».

Entre 8 y 12 euros, según el tamaño

El coste también está ajustado y varía según el tamaño. El baño normal para un perro pequeño sale 8 euros; 10, para un mediano; y 12 para uno grande. Solo en casos muy excepcionales los chuchos tienen la posibilidad de aprovechar este espacio para estrechar relaciones. «No se puede compartir el servicio. Se hace de uno en uno porque las bañeras son individuales. Si al final hay más perros, lo de relajarse... Una vez hice un tratamiento conjunto a dos perros chiquitines que conviven bajo el mismo techo. Cuando les separaba se ponían nerviosos, pero lo normal es hacerlo de uno en uno».

Aida Jiménez suelta una bomba. No todos los perros son muy amigos de que les manoseen o que les pongan bajo los chorros de la ducha. A los más inquietos les pone música. Ritmos tranquilos y relajantes, nada de alterar su biorritmo. «Suelen ser piezas sin letra, instrumentales y que me relajan también a mí. Suaves, muy suaves», detalla. También suele apagar las luces y quedarse casi a oscuras. «Si hay luz, intentan mirar quién viene o quién no viene a la tienda. Algunos, incluso, si pueden, intentan salir. De ahí la necesidad de crear un clima tranquilo», insiste. Aida suele trabajar con las mascotas más quisquillosas en franjas horarias en las que sabe que no va a recibir a muchos clientes. «Con los muy pachones no hay problemas, pero los que son guindillas... Ya les puede tocar con delicadeza que si no no se relajan. Solo trabajando con mucha calma se consigue el objetivo», reconoce.

Cuando ya todo está preparado, llena las bañeras hasta que cubren a los perros a media altura. Es entonces cuando chuchos como 'Negu', 'Pol' y 'Tristán' se sumergen y empiezan a gozar. También 'Yira', una mestiza de pastor vasco pero que parece «un perro lobo en pequeñito». Es la perra de Aida. Tiene 6 años y pesa 13 kilos. «Es mi sombra. Me persigue a todos los lados, pero me tiene enamorada. Dan todo a cambio de nada».

Por eso tampoco los muy perretes hacen ascos a terapias de relajación y tratamientos estimulantes y calmantes. Cada uno tiene su propia banda sonora terapéutica.

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