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El misterio de las hornacinas de Bilbao

Pocas y mal cuidadas, nadie sabe cuántas hay, pero sí que hubo un tiempo en que toda calle del Casco Viejo tenía su patrón o patrona

Viernes, 30 de septiembre 2022, 01:35

Es imposible entender el futuro de Bilbao sin conocer su pasado. Lo que van a leer a continuación es un misterio de los mejor guardados ... en Bilbao. Ni se sabe cuántas hay ni qué estado de conservación presentan muchas de ellas. Hablamos de las hornacinas, esos huecos que asoman desde tiempos históricos en las fachadas de edificios del Casco Viejo donde se encajan imágenes de santos y vírgenes.

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El paso del tiempo, sin embargo, ha jugado una mala pasada a estos vestigios. En parte, lamenta Marino Montero, uno de los personajes más populares de Bilbao, por el «escaso control» ejercido por el Ayuntamiento. Para intentar paliar «esta dejadez», el Partido Popular presentará próximamente una propuesta en la que instará «a poner en valor» y proteger estas estructuras. Gabriel Rodrigo, concejal del PP, cree que su recuperación supondría un «aliciente e impulso» para los numerosos turistas que visitan la parte antigua de la ciudad. Se queja de la nula atención municipal hacia estos elementos, como de la casa natal de Miguel de Unamuno.

Pero antes de todo habría que realizar un censo. «una especie de inventario», explica Montero, rector de la Compañía de Gargantúa y la congregación lúdica de fieles botxeros consagrados al servicio de Bilbao. Es de los que más ha promovido el rescate de las hornacinas. Cuenta que a principios de 2019 lanzó la propuesta de reivindicar el valor histórico, arquitectónico y patrimonial de las hornacinas instaladas en el Casco Viejo. Sugirió que, cuando menos, se hiciera una publicación recopilatoria.

Independientemente de la fe

«Es evidente que, independientemente de la fe, que parece ser un don del cielo, resulta imprescindible saber de dónde venimos para proyectar nuestro futuro». Montero ha contabilizado en torno a una quincena. La Virgen de Nuestra Señora de Aranzazu cuelga en el número 14 de la calle Correo, junto al antiguo local de Tejidos Gacela), mientras que la de Nuestra Señora del Carmen está visible en el 10 de la calle Esperanza, en el Colegio Zabalburu. En Sombrerería, donde funcionó la desaparecida zapatería La Giralda, figura un mosaico de Nuestra Señora de la Esperanza y en Ronda 18 (Centro de Día Egunon Etxea) está la de la Virgen María. La hornacina de La Santísima Trinidad ocupa una fachada de Artecalle 1. Otra imagen de la Virgen María aparece en el cantón Camarón esquina Barrencalle Barrena.

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El de San Francisco de Asís está colocado en un chaflán de las arterias Torre y Barrencalle, mientras que en el edificio de La Bolsa, en el 10 de la calle Pelota, destaca otra hornacina de Nuestra Señora de Begoña. En la esquina de Pelota con Santa María despunta la Amatxu Txikitera, y en el 7 de Barrencalle, esquina al cantón, el de San Lorenzo. En el pórtico de la Catedral de Santiago, frente a Belosticalle, se puede observar el de San Juan Bautista. «En Iturribide 9 se conserva la hornacina, pero no la imagen, que no recuerdo a quién correspondía», señala Montero.

Parece ser que en Bidebarrieta, esquina Lotería, hubo otra hornacina dedicada a San Miguel, nombre de la calle hasta el siglo XVI, y en Belosticalle, donde estaba la Cofradía de la Misericordia, «es probable que también hubiera otra».

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En Bilbao la Vieja, en la casa frente al puente de San Antón que se derribó, había otro hueco dedicado al patrón de Bilbao, «el Señor Santiago, que se trasladó a la plazoleta contigua, de donde luego se retiró la imagen para protegerla de actos vandálicos».

Todo lo demás son conjeturas. «Hay que tener en cuenta que cuando Bilbao era poco más que el actual Casco Viejo cada calle celebraba la fiesta de su santo patrón o patrona, y consecuentemente en casi todas ellas había su correspondiente hornacina».

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La mayoría de estas estructuras fueron sufragadas por los vecinos, según Montero. «Independientemente de sus valores religiosos, hay que reivindicar este patrimonio cultural. Ni se sabe que existen algunas, porque no se han cuidado, pero hay que recuperarlas», exige

Rodrigo apoya la iniciativa: «Son elementos singulares que necesitan una protección específica. Nuestra obligación es cuidarlas. Hay que limpiarlas porque sería una excusa más para ir al Casco Viejo», remata. Y, de paso, se acabaría con uno de los grandes misterios de la villa.

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