Locos por los cactus en Bilbao
No hace falta ir al mítico Desierto de Sonora, en Arizona, ni ver un wéstern. La ciudad se puebla de estas plantas tan saludables como «energéticas»
Están en todas partes. En calles, escaparates, oficinas, centros de negocios, hoteles, bares, restaurantes, discotecas, terrazas, jardines... y, por supuesto, en numerosos hogares. Cada ... vez más. En Bilbao nos hemos vuelto locos con los cactus. La fascinación que levantan estas plantas cactáceas –de todos los tamaños, formas y colores– ha roto todas las expectativas. No hace falta acercarse al mítico Desierto de Sonora, en Arizona (Estados Unidos), poblado de saguaros, esos icónicos cactus que parecen figuras humanas con los brazos levantados, ni disfrutar de una película del Oeste.
De la misma manera que nadie se imagina un wéstern sin ellos, tampoco nos imaginamos ya Bilbao sin ellos. Están aquí, con nosotros y haciéndonos felices. Transmiten «una energía increíble» y marcan tendencia en decoración. Son lo más. Los resistente cactus, a los que acompaña una merecida fama de supervivencia, cautivan por muchas razones. No es que sean elegantes hasta decir basta, que lo son.
Son también «agradecidos y resultan fáciles de cultivar y cuidar». Lo atestigua Marlen Manteca, la dueña de la espectacular tienda de plantas Lur Bilbao, en la confluencia de General Concha y Alameda de Urquijo, y lo suscribe Natalia Zubizarreta. «A los interioristas nos encanta llenar los rincones de cactus. Son perfectos para acompañar nuestro ajetreado día a día. Necesitan escaso nivel de mantenimiento. Esta 'autosuficiencia' permite su disfrute en nuestros espacios interiores cuando se tiene poco tiempo. A veces hasta te vas de vacaciones y no los riegas, pero ellos te están esperando a tu vuelta», aplaude.
Hay muchas más razones que justifican esta fiebre. Mercedes García, una de las expertas españolas que más sabe de cactus, solo les encuentra ventajas: «Algunas variedades pueden sobrevivir a temperaturas superiores a los 66º grados, pero es que puedes dormir con ellos sin ningún problema. No es una planta que te robe el oxígeno», asegura. «¡Los cactus limpian el aire que respiramos! Tanto el que corre por una vivienda como por una oficina. Por eso proliferan los cactus cerca de los ordenador», remarca Zubizarreta. «La mayoría vivimos en grandes núcleos urbanos, lejos de zonas verdes y de la posibilidad, por tanto, de tener jardín. Crean una atmósfera más favorable para realizar cualquier actividad o simplemente descansar».
Atracción por lo verde
Son, además, una opción fantástica para sustituir a las plantas artificiales, a los que tantos clientes son renuentes. «Sus formas geométricas compactas, su simetría radial y sus espectaculares espinaciones, colores y flores aportan una estética transgresora», remarca la interiorista vizcaína. Si algo tienen estas plantas es que siempre hay un lugar esperándolas. Desde el recibidor al salón, pasando por las habitaciones, copan todos los espacios. Los ejemplares más pequeños son «ideales» para decorar los alféizares» de las ventanas.
Otras veces dan el «toque final» al estilismo en macetas de tamaño reducido como plantas de mesa. «Quedan fantásticas en grupos y podemos cambiar totalmente el tono de una habitación combinando sus diferentes texturas y colores». Cuando no acaparan todo el protagonismo y se convierten en «verdaderas esculturas vivientes» por su descomunal tamaño.
Marlen Manteca es de esas personas que acude como loca todos los días a su lugar de trabajo. Además de cactus, vende plantas aéreas, tropicales y carnívoras. «Nunca flores cortadas. Tampoco trabajamos para bodas, muertos ni cosas de estas», advierte. Lo suyo son los cactus. «Hay muchos fanáticos. Me llega gente mayor, de noventa y picos años, que te viene y quiere completar toda la colección. Hay mucho coleccionista en este mundo», confiesa.
Manteca vende ejemplares de 15 y hasta de 30 años. Son como las camisas blancas, tan iguales y, sin embargo, tan distintos. Los hay «con púas rojas que parecen de terciopelo, con pelos, ramificados, redondos, colgantes... Algunos tienen unos pinchos enormes e increíbles brazos. Por eso hay que embalarlos bien y trasladarlos a las casas de los clientes con mucho cuidado». Cuenta con más de 2.000 variedades, con precios desde 5 euros hasta 295. «Los más caros, y también los más vendidos, son los típicos del Oeste, aunque todos son fáciles de cuidar. Solo hay que darles unos mimitos», aclara.
En primavera y verano basta regarlos una vez al mes. «Con las temperaturas altas es cuando hay que prestarles más atención. Y, cuando toca regar, hay que ser generoso porque en el desierto cuando llueve lo hace a mares», detalla García. «Pero en otoño e invierno, nada de nada. Basta echarles un poquito de abono» para combatir las temidas plagas, de las que tampoco están libres. Eso con los de pequeño tamaño, porque los grandes resisten sin problemas en las calles. «Da igual que llueva y haya heladas, los adultos lo aguantan todo», explica Manteca.
A los cactus solo puede tumbarles la 'cochinilla', un hongo blanco que se extiende «como una telilla y aparece por exceso de humedad». De ahí que en las casas sea recomendable colocarlos en lugares con suficiente claridad. «La luz puede ser artificial», aclara Marlen, que llenó de cactus la glamurosa fiesta que acompañó la gala de los MTV el pasado noviembre en el BEC de Barakaldo. «Me llamaron mil veces desde Londres para que les decorara los salones», recuerda.
Pero para espectáculo el que sigue a diario desde el interior de su tienda con las narices de muchos transeúntes pegadas al escaparate. «Despiertan mucha curiosidad», reconoce. Tanta que ya no se ven solo en los desiertos. También por muchas calles bilbaínas, donde uno de los coches que más circula es el 'Cactus' de Citroën. Es, definitivamente, la fiebre de los cactus.
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