Los hombres bilbaínos también se pintan las uñas
José Meizoso, el camarero del restaurante Víctor de la Plaza Nueva, crea tendencia decorándoselas de todos los colores y con dibujos de calaveras, zombis y corazones
Hay muros que cuestan derribar hasta que caen por sí solos. Bilbao es una ciudad en principio reticente a los cambios, más cuando se trata ... de trasladar al hombre tendencias mayoritariamente de corte femenino. Por ejemplo, a mucha gente todavía le sigue pareciendo raro ver a hombres con bolsos colgados del hombro. Por no hablar de cuando los bolsos de mano pasan también a manos masculinas, corriente a la que se apuntaron hace ya tiempo Eder Aurre, uno de los grandes diseñadores vascos de moda pese a su juventud; Borja Elorza, comunicador y productor teatral de éxito, que ni sabe los que tiene, aunque cree que andarán «por los 15»; Igor Vega, presidente de Bizkaired (Asociación de Empresas de Bizkaia en Red); o Xabier Munioitz, un empresario de barba pelirroja y aire hipster dedicado a la moda y a la seguridad alimentaria. Otros, como el popular relaciones públicas Patxi Ortún, se maquillan, aunque son los menos.
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Superada la barrera de los bolsos y las cremas, faltaba dar el salto y pintarse las uñas. Algo que comienza a estar de moda en la capital vizcaína entre cada vez más hombres. Evidentemente, son aún pocos, aunque ha dejado de ser un asunto exclusivamente de la población femenina. Como pasa con tantas otras cosas, basta que lo hagan algunas celebrities para que muchos sigan su ejemplo. El siempre arriesgado Jared Leto, Zaf Efron, Seal, Brad Pitt, Johnny Depp, Al Pacino o Brooklyn Beckham han plantado cara a los estereotipos de género. El negro gótico suele ser el color predilecto, sobre todo en cantantes como Seal, pero tampoco hacen ascos al azul Klein como Al Pacino. El británico Harry Styles ha hecho del esmalte de uñas de colores su seña de identidad. Los hombres se apuntan, sobre todo, al nail art, aunque también apuestan por los tonos rojos o manicura negra con puntos blancos, un toque muy aflamencado.
Un aspecto algo gore
En Bilbao José Meizoso, camarero del restaurante Víctor de la Plaza Nueva y un apasionado de la cultura oriental, ha roto moldes. Natural de Torrelavega, lleva bastantes años afincado en la villa. Pero muchos más con las uñas pintadas, afición que, dice, empezó a cultivar «de chaval». Tiene 55 años y asegura que lo hace porque le «gusta, sin más». Casi siempre se las pinta de negro y las combina con dibujos de aspecto algo gore: «En esta llevo una vampira, aquí unos labios de otra vampira y en esta una calavera». Pero también tiene su corazoncito. Bueno, más bien unos cuantos corazones pequeñitos que estampa en sus cuidadas uñas. «Me gusta el mundo vampiro y zombi», reconoce. «Quizás por los videojuegos me atraen tanto los relatos de zombies».
Meizoso se pinta también las uñas de los pies, pero no siempre. «Depende del calzado que use», matiza. ¿Por qué sigue siendo todavía una afición con tan poco predicamento entre los hombres? Meizoso no tiene ninguna duda que sigue pesando «el qué dirán. Influye el mucho 'el qué pensará la gente de mí' '¿Creerán que soy gay?' 'No le gusta a mi pareja'... Vivimos, o se vive, dependiendo de lo que la gente opina de nosotros y de nuestra manera de actuar, ser y vestir. Pero a mí me da igual lo que piensen. Yo sé quién soy, cómo soy...».
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A la pregunta de quién es, responde que «simplemente, José. Es lo que hay. Hoy las llevo así, mañana igual me las pongo de color naranja o de rojo». O de rosa pálido. «Tan clarito que no se distinguen mucho», explica. La semana pasada optó por los tonos pistacho. Meizoso reconoce que no es muy común entre hombres de su edad llevar la uñas pintadas, pero que empieza a cobrar fuerza entre los más jóvenes gracias a algunos influyentes 'instagramers'. «Cuando empecé a pintármelas, solo era yo y cuatro más, nadie más». Meizoso comenzó a hacerlo en su época «mod, allá cuando escuchábamos a The Cure», recuerda.
«Miradas indiscretas»
– ¿Qué opina su pareja?
– No tengo.
Afirma que así no tiene que dar explicaciones a nadie y cree que esta moda cada vez llegará a más jóvenes. «Quiero pensar que evolucionamos y que no nos estancamos con los valores que nos inculcaron de pequeños. A la gente de mi edad nos quisieron implantar una serie de normas al estilo de 'esto es para las mujeres, esto es para los hombres'».
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Pero eso se acabó, piensa. Meizoso ve lo que pasa a su alrededor y, evidentemente, no es ajeno a las «miradas» indiscretas que despiertan sus estilismos. Especialmente, cuando se las pinta de naranja y acompaña con dibujos de gatitos. «Muchas mujeres se me suelen quedar mirando. Les resulta extraño y les choca verlas en una persona de mi edad. Pero a mí me gustan los gatos, son un poquito como yo, unos independientes que van a su bola. Lo mismo les da que les llames que no les llames».
José se define un verso suelto. Un tipo al que poco o nada le importa lo que piensen de él. En ocasiones, también echa mano de las faldas, como cuando luce el traje japonés clásico de gala. «Tengo un montón de animes y cómics de manga en casa». Eso sí, cuando le toca trabajar, nada de lucir uñas de colores. «Por ley, no se pueden llevar pintadas cuando manipulas alimentos. Se podrían descascarillar y caer los restos en la comida o bebida», advierte.
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