Tomás Arrieta, en su despacho del Consejo de Relaciones Laborales en Bilbao.

«En Euskadi se necesitan consensos para tener empresas eficientes y productivas»

El anfitrión de la cita entre Confebask y los cuatro sindicatos alerta de que, «sin acuerdos razonables, la conflictividad laboral volverá a corto plazo»

José Luis Galende

Lunes, 28 de noviembre 2016, 01:48

La decisión de patronal y sindicatos de reunirse el próximo miércoles para impulsar un acuerdo intersectorial de estructura de la negociación colectiva en Euskadi ha ... despertado expectativas de que sirva para rebajar la tensión en las relaciones laborales. Tomás Arrieta, presidente del Consejo de Relaciones Laborales (CRL), organismo anfitrión de la histórica cita -el último gran acuerdo se alcanzó en 1999-, confía en que se logre un pacto sobre un asunto que considera «esencial». Tener empresas eficientes y productivas, sostiene, necesita de consensos, y en esta salida de la crisis se dan las condiciones para que puedan alcanzarse.

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- ¿Ve posibilidades reales de alcanzar un acuerdo?

- Tengo la esperanza de que cristalice. Me parece que es una herramienta esencial para estabilizar nuestro marco de relaciones laborales y para proteger la negociación colectiva. Para ello es necesario un acuerdo que tenga eficacia jurídica y, por tanto, de aplicación obligatoria.

- ¿No existe el riesgo de que la negociación se vaya a pique ante las difíciles relaciones entre las partes que se van a sentar a la mesa de negociación?

- Yo no veo riesgos específicos, aunque en una iniciativa que pretende la estabilización del modelo y la normalización en un contexto en que hay tensiones muy importantes a diferentes bandas, se puede pensar que hay un riesgo. Pero en relación con la iniciativa concreta, pienso que es un tema que nos interesa a todos sin excepción y que tiene más de punto de encuentro que de lo contrario. Me gustaría no equivocarme.

- ¿Por qué no se han sentado antes a negociar, dado que este problema ya se conocía hace tres años?

- No sabría contestar a eso, pero pienso que el deterioro del modelo de negociación colectiva ha hecho que no se perciba la urgencia del problema que supone centralizar el marco, tras el efecto tan intenso de la reforma laboral. Ahora que estamos en la fase definitiva de superación de la crisis, sucede que como no hay convenios tampoco parece muy urgente tener ese instrumento de normalización que es el acuerdo estructural. Pero ese panorama ha cambiado. Lo que no se mueve aquí se mueve en el Estado, y cada vez hay mas convenios estatales que afectan a trabajadores vascos, lo que es un elemento que está provocando una alteración del contexto. Y en esta fase de fin de la crisis tenemos necesariamente que sentarnos para ver cómo salimos del bloqueo actual de una manera razonable, ante los mordiscos que se están dando a nuestra negociación colectiva.

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«Hay condiciones»

- ¿Puede ser el acuerdo de estructura el primer paso para que se normalicen y desbloqueen los convenios?

- Quisiera creer que sí, por lo mismo que he dicho antes. Si no hemos conseguido hasta ahora ese acuerdo es porque no veíamos condiciones para normalizar la negociación colectiva, y ahora sí las hay. Yo creo que ninguna sociedad puede prosperar sin acuerdos razonables sobre cómo repartir la riqueza, gestionar el crecimiento, aportar estabilidad y cohesión, y ese es un reto que no se puede solventar sin los acuerdos laborales. Pero todavía no estamos en un contexto de normalización en este asunto.

- Al margen de los enfrentamientos existentes, hay gente que piensa que la patronal está muy cómoda en esta situación: no hay convenios que encarezcan los costes laborales, no hay conflictividad...

- Yo no comparto ese análisis. No creo que la patronal deba sentirse cómoda. Para tener empresas eficientes y productivas necesita que haya consensos, que los trabajadores perciban que son parte activa de esos procesos, que tienen una retribución suficiente, adecuada y justa; que su contribución tiene una recompensa razonable. No me imagino una empresa sólida y eficiente en la que falte eso. Y respecto a la conflictividad, tengo pocas dudas de que si no conseguimos unos acuerdos mínimamente razonables eso cambiará, y más a corto plazo que a largo.

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- Después de la reforma laboral parece que comienza extenderse la idea de que lo importante es lo que se negocie en la empresa, con menoscabo para los convenios sectoriales. ¿Están estos llamados a desaparecer?

- Creo que no. Es imposible casar nuestra estructura empresarial, muy atomizada, con una negociación centrada en las empresas. De hecho, es lo que estamos viviendo. Hay decisiones para impulsar ese ámbito de negociación en la empresa, pero los datos son tozudos. Hoy por hoy, casi ocho de cada diez trabajadores siguen dependiendo de un convenio sectorial, aunque esté decaído o sin renovar. Sigue siendo una pieza necesaria. Otra cosa es que se tenga que avanzar en fórmulas de mayor y más eficaz articulación de las necesidades concretas de las empresas; ese es uno de nuestros grandes retos, hacer convenios sectoriales más adaptables a las realidades empresariales.

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Convenios estatales

- ¿Dónde sitúa, entonces, el problema?

- A mí me preocupa más la sustitución de los convenios provinciales o sectoriales por otros estatales. Eso fue un propósito buscado de la reforma laboral. Se está constatando un importante avance de los convenios estatales y ahí es donde tenemos que establecer una barrera. Y es que un convenio no es mejor, incluso desde el punto de vista empresarial, porque sea más barato. Es mejor en la medida que recoja equilibrios más razonables, más eficaces, que mejor contribuyan al crecimiento y la productividad. No hay que buscar convenios más baratos, sino mejores, y eso se negocia de manera más eficaz si atiende a realidades más próximas.

- El CRL propugna incorporar a los convenios el problema del envejecimiento de la población. ¿Además del impulso a los fondos de pensiones, qué otros aspectos pueden ser desarrollados?

- Este es un asunto preocupante. La realidad es incontestable. La población trabajadora de 55 a 64 años se ha casi duplicado en los últimos 20 años y va a seguir creciendo. Esto plantea un montón de retos en la organización del tiempo de trabajo, la flexibilidad horaria, la adaptación al puesto, la movilidad funcional, la activación del talento, la transmisión del conocimiento, la igualdad... La negociación colectiva tendría mucho que decir sobre ello. Además, necesitamos a esas personas, porque una de las respuestas al envejecimiento es elevar la tasa de actividad y de empleo; que la gente se mantenga en el trabajo, y para ello hay que dar respuesta a sus necesidades. Sin embargo, tenemos una negociación colectiva bastante pobre en contenidos y anclada en la determinación del precio del trabajo (salario-jornada), y no se ha avanzado en otros problemas.

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- Si tuviera que recapitular sobre el problema que hay planteado en las relaciones laborales de Euskadi, ¿qué diría?

- Me parece que de esta situación tan dura que hemos vivido tenemos que salir juntos, de una forma equilibrada y equitativa. El regreso a la prosperidad y al crecimiento solo puede hacerse de forma sólida si es equilibrado. Con todos sus problemas, la negociación colectiva sigue siendo un instrumento básico, crucial para el reparto de la riqueza.

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