Tarjetas 'black': juicio al exceso más burdo de la banca
Hoy se sientan en el banquillo 65 exdirigentes de Bankia y Caja Madrid acusados de apropiarse de 15 millones entre 1999 y 2012
J. A. BRAVO
Lunes, 26 de septiembre 2016, 02:04
Se suele decir que la justicia que es lenta no es justicia, pero lo cierto es que cuando su maquinaria se pone en marcha, y más cuando el caso viene rodeado de una gran atención mediática, es complicado pararla. Un buen ejemplo son las llamadas tarjetas 'black', que prácticamente se han convertido en un paradigma de la aparente corrupción que campaba a sus anchas en algunas entidades financieras antes, y también durante, la última gran crisis. Aunque probablemente sea uno de los excesos más burdos de aquella época de mal recuerdo.
Desde mañana se sientan en el banquillo de la Audiencia Nacional un total de 65 ex altos cargos de Caja Madrid y su sucesora, Bankia, que se enfrentan a penas de prisión de entre seis años y tres meses acusados de apropiarse indebidamente o, en su caso, de administración desleal de forma continuada de hasta 15,5 millones de euros entre 1999 y 2012 a través del uso aparentemente indebido de unas tarjetas de crédito Visa (Oro y Plata). Las reclamaciones, no obstante, han quedado limitadas a 12 millones porque las responsabilidades por las operaciones hasta 2003 ya han prescrito.
Al frente aparecen dos personas que estuvieron claramente vinculadas al PP, sobre todo Rodrigo Rato, quien llegó a ser vicepresidente, además de ministro de Economía, con José María Aznar. Precisamente fue su dedo el que también ayudó a colocar a Miguel Blesa al frente de la caja de ahorros madrileña, si bien para ser elegido su presidente en 1996 tuvo el apoyo interesado, eso sí de Izquierda Unida y CC OO.
Tres años más tarde, con Blesa ya consolidado al frente de la entidad a la que incluso cambió el logotipo liberando a su popular oso de la hucha donde estaba encerrado, gesto claramente premonitorio, puso en marcha un sistema de pagos extra a su cúpula que el juez Fernando Andreu, la persona que investigó durante 15 meses los abusos cometidos con las 'black', no dudó en calificar de «opaco». Es decir, fue ocultado de forma voluntaria a los ojos de Hacienda, que aparentemente se enteró cuando saltó el escándalo en octubre de 2015 tras llegar a la Audiencia Nacional los primeros informes.
El tribunal revisará si la cesión de los movimientos de las tarjetas fue legal
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En el proceso judicial que hoy echa a andar, lo primero que dilucidará el tribunal de la Audiencia Nacional que debe resolver si los acusados son culpables de un delito continuado de apropiación indebida son las cuestiones previas. Con ellas se resolverá si se pudieron vulnerar derechos fundamentales de los acusados, hubo errores de procedimiento o incluso otras irregularidades que anularían el proceso.
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La cuestión más delicada es, en principio, la posible ilicitud en la consecución de los movimientos bancarios de las tarjetas desde Bankia, que algunas defensas pretenden convertir en su piedra filosofal para evitar que se entre en el fondo del asunto. Según parte de ellas, se habrían vulnerado derechos fundamentales de los acusados al haberse publicado el detalle de los gastos que realizaron.
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El abogado del economista Juan Iranzo y de Beltrán Gutiérrez, exgerente del PP de Madrid, defiende que «no nos hallamos aquí ante un simple supuesto de acceso a unos meros datos bancarios» sino que es «mucho más», pues son «reveladores de aspectos íntimos de la persona, manifestación en última instancia de su propia libertad y dignidad».
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Autorización previa
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Si esa argumentación les fallara recurrirían a denunciar que los contratos de las tarjetas tenían un período de consentimiento de conservación de sus datos personales (normalmente 18 meses) que, en general, ya se habría superado cuando Bankia los remitió a la Fiscalía Anticorrupción en julio de 2014. Asimismo, esgrimen que el Tribunal Supremo exige que para acceder a ficheros de datos personales vinculados con la intimidad exista una autorización judicial previa y aquí no se produjo.
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Otras cuestiones que presentarán las defensas se refieren, por ejemplo, a que la información aportada por Bankia «podría estar incompleta», al faltar una cuenta denominada «Gastos Órganos de Gobierno Mayo88». Según el letrado de Estanislao Rodríguez-Ponga, en esa fecha «se reconocieron por vez primera» los controvertidos 'plásticos'.
En concreto, empezó a repartir una serie de tarjetas de crédito selectivas, al margen del circuito ordinario sus desembolsos, por ejemplo, se contabilizaban en cuentas distintas a lo acostumbrado y que fueron usadas para «gastos personales y propios». Pero no contaban con «respaldo contractual alguno» pues, aunque tienen un antecedente en otras tarjetas para gastos de empresa establecidas desde 1988, Blesa «desnaturalizó» el sistema como testificó su antecesor, Jaime Terceiro eliminando los limites a su uso. Y eso supuso que se llegaran a multiplicar hasta por 20 los emolumentos anuales de un consejero.
A partir de 2003 se apreciaron pagos más importantes, para llegar en 2006 a fijarse un tope mensual de 3.400 euros aunque era habitual que se permitiera superarlo con la anuencia de Blesa o bien su 'número dos', Ildefonso Sánchez Barcoj, quien sí llegó a diseñar una red de control. Tres años después, cuando la crisis económica arreciaba, esa referencia casi se duplicó hasta los 6.000.
Dos millones en cajeros
Cuando llegó Rato, en 2010, las cosas no cambiaron, aunque sí se fueron limitando a su círculo de confianza. La prueba es que en febrero de 2012, ya con la sospecha de que las cuentas de Bankia tornaban a desastrosas, ordenó emitir unas nuevas tarjetas con un límite mensual de 12.000 euros para 'saltarse' así la rebaja de sueldo que el Gobierno había decretado para los banqueros de entidades financieras rescatadas.
Si todo eso puede parecer escandaloso, mucho más lo es el hecho de que amén de la discrecionalidad en el gasto y sus límites, los momentos elegidos para 'quemar' las tarjetas fueran llamativos y alejados de cualquier uso profesional. La mitad de los desembolsos (en algunos casos, por encima del 70%), según las pesquisas que llevó a cabo la Policía Judicial con los extractos que facilitó la Bankia actual, se hicieron fuera de la jornada laboral normal.
Y para ejemplo bien valen los tres máximos responsables del sistema. Así, el 60,5% de los 99.054 euros que Rato gastó con su 'black' fueron en fines de semana, noches y festivos, frente al 39% de Blesa (115.522 euros en total) y el 36% de Sánchez Barcoj (173.665 euros), quien llegó a gastar 17.000 euros en un viaje la Nochevieja de 2009. Desde viajes de ocio, restaurantes, boutiques de lujo, pubs y discotecas, pasando por marisquerías, tallas religiosas y librerías, hasta llegar incluso a pagar llamadas en cabinas telefónicas y billetes de metro con ellas. Sin olvidar las retiradas en cajeros (hasta dos millones de euros). Como rezaba un anuncio de una empresa de tarjetas, «no salga sin ella». Blesa, Rato y compañía no lo hicieron.