De Euskadi a los confines del espacio
Una veintena de empresas y centros tecnológicos vascos participan en proyectos espaciales, un segmento de la industria con un gran potencial de crecimiento
Jorge Murcia
Miércoles, 23 de marzo 2016, 11:34
Los cohetes, satélites y diversos ingenios que orbitan alrededor de la Tierra o navegan por el universo constituyen un prodigio de tecnología al que muchas veces sólo es posible dar forma mediante la colaboración de empresas, centros de investigación y gobiernos de diferentes países. En esa élite del conocimiento espacial también está Euskadi, a través una veintena de compañías y centros tecnológicos que aportan su grano de arena a un segmento de la industria con gran potencial de crecimiento.
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Empresas que participan en la cadena de valor del sector espacial en tareas de gran complejidad tecnológica: fabricación de partes mecánicas, desarrollo y caracterización de materiales, tratamientos de superficies, utillaje, ensayos y certificaciones, etc La mayoría de ellas -como casi todas en el sector- trabajan como contratistas principales de proyectos de la Agencia Espacial Europea (ESA) o de su homóloga estadounidense, la NASA.
Gracias a estos programas las empresas pueden conseguir un inmejorable posicionamiento a la hora de optar a proyectos de una naturaleza más comercial, conforme dictan las nuevas leyes de un mercado en constante evolución. «Las apuestas de los países a través de las agencias espaciales son aún la mayor parte del negocio, pero poco a poco van aumentando las aplicaciones comerciales que pueden tener un retorno económico: las telecomunicaciones, la industria forestal (por ejemplo, en el control de fuegos vía satélite), la meteorología (para monitorizar el estado de la mar), la agricultura, etc», desgrana José Luis Simón, director comercial de CTA, compañía con sede en Vitoria especializada en la realización de test y ensayos con distintos componentes de satélites.
En octubre del pasado año, CTA oficializaba su alianza con otros dos centros tecnológicos españoles de referencia en la industria espacial (el también vasco Tecnalia, y el sevillano Catec) para alumbrar Trispace. Una iniciativa que permitirá «reforzar el posicionamiento y la capacidad innovadora de la industria espacial española» y que nace con un claro objetivo: el de «unir experiencia y capacidades para ofrecer una oferta tecnológica y de servicios más completa y atractiva, que permita generar y desarrollar nuevas oportunidades de negocio para las empresas».
Algunas de esas compañías tienen sede en Euskadi, y se encuadran en Hegan, el clúster vasco de aeronáutica y espacio. El negocio espacial sólo supone entre el 2% y el 4% de la facturación anual de las compañías agrupadas en Hegan, con 35 millones de euros en 2014 y una evolución similar en los últimos años. Sin embargo, «todos los países lo consideran uno de los sectores claramente estratégicos de cara al desarrollo de la industria del futuro, por el efecto multiplicador de las inversiones, la intensidad exportadora de las empresas, el esfuerzo en I+D+i superior a la media, y la alta cualificación del empleo», apuntan fuentes del clúster.
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Proyectos internacionales
La huella vasca está impresa en proyectos como Rosetta, sonda espacial que en los años 2014 y 2015 orbitó alrededor del cometa 67/Churiomov-Guerasimenko y envió a su superficie el módulo de aterrizaje Philae para tomar muestras. O en Galileo, un sistema europeo de navegación y localización que en un futuro no muy lejano permitirá la independencia de Europa respecto a los sistemas americano (GPS) y ruso (Glonass).
También en Copernicus, programa europeo de observación de la Tierra liderado por la Comisión Europea en colaboración con la ESA. Sener, uno de los socios fundadores de Hegan -y punta de lanza de la industria espacial vasca- se aseguró el pasado febrero su presencia en Copernicus mediante la firma de una serie de contratos que garantizan su participación en las fases C y D de los satélites Sentinel-1, Sentinel-2 y Sentinel-3. La compañía vasca suministrará nuevos instrumentos y mecanismos para los seis nuevos satélites.
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Sener arrancó su actividad espacial en 1967 con el contrato de la torre de lanzamiento de cohetes de Kiruna (Suecia), para la ESRO, génesis de lo que hoy es la ESA. «Fuimos la primera empresa no sólo vasca, sino española, en lograr un contrato en el sector espacial e inauguró así una próspera carrera que nos ha hecho, a día de hoy, entregar más de 270 equipos y sistema a las principales agencias espaciales del mundo sin que haya registrado fallo alguno en su vida operativa», sostiene el director de Espacio de la compañía, Diego Rodríguez. Pese a no representar el principal negocio de la compañía, el mercado espacial «es estratégico para Sener», en su papel de proveedor de excelencia tecnológica, añade Rodríguez.
Sener ejerce un efecto tractor en otras industrias vascas del sector aeronáutico y espacial de menor tamaño. Como la alavesa Nuter, especializada en la fabricación de componentes de alta precisión que, en colaboración con la compañía que dirige Jorge Sendagorta, ha tomado parte en todos los grandes proyectos desarrollados hasta la fecha: Soho, Meteosat, Integral, First, Polar, Gaia O Aratz, también con sede en Vitoria, que mecaniza piezas de titanio e inconell de alto nivel tecnológico para clientes como Sener o Idom.
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Cámara infrarroja 'Made in Navarra'
España ha liderado recientemente un programa de instrumentación espacial en globos estratosféricos (EUSO BALLON) gracias en parte a una empresa navarra, Orbital Aerospace. En colaboración con otras compañías españolas, la empresa con sede en Noain ha desarrollado una cámara infrarroja, operada por la NASA, que el pasado mes de noviembre protagonizó un exitoso segundo vuelo a la estratosfera.
La baracaldesa Novalti, por su parte, ha participado en el desarrollo y fabricación de equipos y sistemas de comunicación para nada más y nada menos que 91 satélites, «con desarrollo y tecnología propia tanto en procesos de fabricación, recubrimientos superficiales, montaje e integración final». Altran -multinacional francesa que cuenta con un centro en Vitoria- participa en un programa científico para definir el diseño mecánico del módulo de servicio de dos satélites. Además, aporta su experiencia a una misión científica sobre la observación solar y la radiometría MMW. Desde Oiartzun, el Grupo TTT aporta su granito de arena al sector en el campo de los tratamientos térmicos y superficiales.
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«Al margen de las magnitudes del sector, la industria espacial vasca, junto al resto de la española, ha alcanzado un importante papel en el desarrollo espacial europeo y mundial, y un reconocimiento por su grado de especialización en distintos ámbitos, lo que le ha permitido posicionarse favorablemente en la cadena de valor de espacio en los mercados internacionales», explican en Hegan.
El futuro del sector, añade Diego Rodríguez, reside «esencialmente en dos ramas: microsatélites para constelaciones, y pequeños lanzadores. Se abren mercados nuevos, junto al tradicional de las telecomunicaciones, para los que habrá que estar preparados».
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