'IDIOMAS, UN CERROJO AL TRABAJO EUROPEO'
Casi la mitad de los españoles declara no conocer otra lengua que la suya, lo cual dificulta buscar empleo en el exterior
Fernando Pescador
Viernes, 11 de marzo 2016, 20:37
Un día cualquiera de esta semana, el gran portal de ofertas de empleo que mantiene la Comisión europea bajo el nombre de Eures, (https://ec. ... europa.eu/eures/public/homepage), y al que se encuentran adheridos Noruega, Islandia, Liechtenstein y Suiza, además de los 28 Estados miembros de la Europa comunitaria, presentaba una oferta laboral cercana a los dos millones de puestos de trabajo (1.902.452, por ser más precisos). La aportación española a esa cifra era muy modesta, 773 ofertas, frente al más de medio millón de Alemania, las casi 200.000 del Reino Unido o las no menos apabullantes 115.000 de un pequeño país de diez millones de habitantes como Bélgica.
Utilizando los filtros disponibles en el portal, era posible restringir la búsqueda a determinados segmentos de la oferta, de modo que si lo que nos interesaba eran puestos de trabajo de duración indeterminada, a tiempo completo y que requirieran de formación de alto nivel (universitaria o equivalente), veíamos cómo esas cifras menguaban hasta las 3.700 de Francia, las 2.400 de la República checa, las 1.573 de Austria o las 872 del Reino Unido. Pero es que las de España bajaban a... ¡2!: un director de recursos humanos para Dupont en Asturias, y un agente de contratación para el Sopra Group en Barcelona. A mediados de semana eran tres, pero una de las ofertas se cayó de la lista y no fue reemplazada. Francia necesita ingenieros especializados en cálculo de estructuras, jefes de proyecto, expertos contables, auditores...; el Reino Unido gerentes para empresas de microbiología, gestores de satélites de observación terráquea, ingenieros senior para autopistas, especialistas en investigación de mercados...; Italia, abogados, expertos en backoffice, investigadores en microorganismos para usos agrícolas o especialistas en marketing...; Luxemburgo e Irlanda son paraísos para los altos perfiles en finanzas o informática...; y Polonia da muestras, por el género de trabajo que oferta, de ser una economía en expansión acelerada (directores ejecutivos, logística de transporte, supervisores para contratación, asistentes de diseño...)
Pero España, como les cuento, sólo publicitaba dos ofertas de trabajo para gente con formación terciaria, una cifra que, ciertamente, no es sólo irrisoria, sino que, además, está en flagrante contradicción con la potencia universitaria del país, el quinto de Europa por número de estudiantes de formación terciaria, con 1,96 millones de alumnos en 2012 según cifras de Eurostat, tras Alemania, (2,9 millones), Reino Unido (2,4), Francia (2,3) y Polonia (2). Bien cierto es que la Universidad, en España, actúa, en cierta manera, como un ocultador de paro juvenil encubierto y que, con tanto desempleo en casa, salir a buscar trabajadores fuera no parece la política más sensata. Sin embargo, las instituciones públicas nacionales de empleo están obligadas a colaborar con Eures y, tras los acuerdos de 2014, el requerimiento se está haciendo extensivo a las privadas. AUn y todo, caramba, ¿sólo dos?
La movilidad en el empleo es uno de los privilegios de esta Europa común, tan injustamente denostada estos días. El mercado laboral se amplía y las empresas pueden encontrar al personal que más les interesa entre una oferta muy amplia y variada. Es, también, una ventaja para los trabajadores. De hecho, ayer, viernes, Eures cifraba en 38.723 los españoles que buscaban empleo a través de su portal. Era la segunda cifra más alta, tras los 47.438 de Italia.
Aunque verdad es que para contratar a un trabajador extranjero, una de dos: o el trabajador conoce tu idioma, o se trabaja en una lingua franca, como el inglés. Esta última es la fórmula habitual en países que yo conozco bien, como Bélgica, Holanda o Luxemburgo. También en Francia y en Italia, en ocupaciones de determinadas características (con fuerte proyección exterior). Pero en 2011, última estadística consolidada, casi la mitad de los españoles declaraba no conocer otra lengua que la suya y un 12,6% se arreglaba con dos.
En fin, que parece que nuestra competitividad depende más del valor de la moneda que de lo que nuestras empresas son capaces de producir, por el valor añadido que generan a través de su mano de obra cualificada.
Porque la no cualificada no parece europea y se esconde, quizás, bajo el mar de plástico.
Acabamos de cumplir 30 años, como se dice, «en Europa». Pero en estas cuestiones, no lo parece.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión