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El enfoque perverso del diálogo en Euskadi

Hay rémoras que conviene desterrar, como la incompatibilidad entre tener espacios de conflicto con otros de concertación

Unai Sordo | Secretario general de CC OO Euskadi

Viernes, 13 de noviembre 2015, 11:46

Euskadi tiene rémoras analíticas que conviene desterrar rápido. Una es la que establece la incompatibilidad entre tener espacios de conflicto, con espacios de diálogo o incluso de concertación. Los pasos que está dando la política no están siendo seguidos en el campo sindical, donde una parte del sindicalismo vasco mantiene posiciones incluso integristas en estos terrenos.

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En las relaciones entre patronales y sindicales en Euskadi existe un conflicto evidente. La reforma laboral del Gobierno del PP ha desequilibrado de tal manera las relaciones laborales a favor de las y los empresarios, que ha desincentivado para ellos la necesidad de acuerdos.

La espada de Damocles que supone que un convenio pueda perder su vigencia cuando no es renovado, fortalece la posición negociadora patronal; las enormes posibilidades de despido, inaplicación de convenios o modificaciones de lo pactado en los mismos, devalúan a su vez el logro del acuerdo. Y en este mar rizado navegan bien los que han hecho del desacuerdo y del 'que nada sirva para nada' su leiv motiv.

El conflicto es de calado y va a ser de difícil reconducción si no hay una profunda modificación de la norma laboral, que equilibre las relaciones laborales en general y la negociación colectiva en particular.

La visión integrista sobre el conflicto lleva a que tal conflicto se totalice, e impida cualquier ámbito de diálogo o de acuerdo. Según esta visión sería incompatible la discrepancia de fondo en la negociación colectiva y la existencia de algún marco de diálogo sobre las demás cuestiones laborales. ¿Debe ser esto necesariamente así?

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Necesidades mutuas

En Euskadi como en cualquier territorio del entorno, las políticas públicas sobre el empleo o el fomento de la actividad económica, se están viendo sometidas a la urgencia de los cambios que nos rodean.

Para CC OO, cuando hablamos de diálogo social, nos referimos a identificar materias en las que hay necesidades mutuas de administraciones públicas, empresas y trabajadoras/es. En algunos casos esas necesidades se pueden canalizar desde el acuerdo, y en otros también serán conflictivas.

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Por ir a lo concreto, un país necesita de un espacio de análisis sobre cómo se prevé la evolución de los distintos sectores de producción de bienes o servicios. Cómo va a afectar esto a la organización de las empresas, las necesidades de cualificación en los puestos de trabajo, las infraestructuras necesarias, etc.

Tras el análisis hay que impulsar políticas que sirvan para enfrentar esas realidades que son cambiantes y que además cada vez cambian a mayor velocidad. Que a nadie le quepa duda de que un país que no sea capaz de afrontar esos retos desde la anticipación y la proactividad, lo acabará haciendo desde la devaluación interna, desde la pérdida de garantías y derechos laborales y sociales.

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Por ir aún a un mayor nivel de concreción. Si se prevé que un sector como el de la construcción residencial se va a venir abajo, se sabrá que va a aumentar de una forma importante el paro y la desaparición de empresas. Si ante esta previsión se organiza de forma rápida la recualificación de estas personas hacia actividades renovadas como puede ser la rehabilitación de edificios con criterios de eficiencia energética, se da un paso para paliar el problema. Si además se incentivan planes económicos para que se den reformas en edificios, promoviendo medidas que incentiven la demanda, con planes renove de fachadas o ventanas, y se facilita la inserción laboral de esas personas, logramos un círculo virtuoso.

¿Hay interés compartido en ese círculo? Sí. ¿Hay conflicto en ese círculo? Probablemente también en materias como la contratación o los salarios, conociendo como funciona el sector. En todo caso ¿merecen la pena esas políticas activas y de fomento de la actividad? ¿O es mejor no intervenir, y que el mercado reasigne recursos a su manera? Es decir, con paro, recesión y por tanto con caída salarial.

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Diálogo tripartito

Elévese este ejemplo sencillo al conjunto de sectores de actividad y el resultado es igual a las razones de CCOO para apostar por espacios de diálogo tripartito, aún en fases de conflicto con las patronales y los gobiernos.

El problema de estos ámbitos suele ser la poca disposición de los gobiernos a impulsarlos en serio. Tenemos gobiernos muy dados a la unilateralidad, a hacer y deshacer a su antojo. Tienen su legitimidad democrática, pero los sindicatos también la nuestra. Sabemos que donde no esté el sindicato las posibilidades de hacer políticas contra quienes representamos, se multiplica. Pero allí donde estemos tiene que tener una utilidad real para quienes representamos. El conflicto y el diálogo son compatibles.

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