«Hay cada vez menos vendedores y clientes»
Seis baserritarras relatan a EL CORREO el paulatino declive del Mercado de Durango, uno de los más importantes de Bizkaia con casi cinco siglos de historia, y donde los puestos han disminuido a 26 cuando superaron los 70
Román Bengoa, de Berriz, ha sido un rostro familiar en el mercado de Durango desde 1995. «Vengo casi todos los sábados, aunque algunos fallo, sobre todo en invierno, cuando hay poco género», comenta. Este será su último año ya que se jubila.
Publicidad
Bengoa se levanta alrededor de las siete de la mañana para tener todo preparado hacia las ocho. Trae principalmente productos de temporada. En verano, a partir de junio, comienza con pimientos, tomates, acelgas, lechugas y otras verduras de hoja. Más tarde llegan las zanahorias y puerros, y luego los productos de invierno, como la coliflor.
La primavera es la época más dura para Bengoa, ya que debe preparar todo para el invierno. «Antes de que llegue el verano, todo lo que es producto de invierno tiene que estar ya puesto», explica. Si no se hace a tiempo, la cosecha de invierno se retrasa hasta Navidad», detalla.
Bengoa ha notado una disminución en las ventas últimamente. «Cada vez viene menos gente al mercado», observa. Durango, con más de 30.000 habitantes y rodeado de pueblos, solía ser un centro de compras los sábados. Sin embargo, la apertura de grandes superficies ha afectado negativamente al mercado local. «Se notó una burrada en cuanto empezaron a abrir los centros comerciales», señala.
Actualmente, el mercado de Durango cuenta con 26 puestos, aunque es habitual que cada semana falte algún vendedor. «Todas las semanas hay tres o cuatro puestos que se suelen quedar vacíos», señala Bengoa. Cuando él empezó, había más de sesenta puestos.
Publicidad
Berenice López, originaria de México y residente en Elorrio, lleva casi tres años asistiendo al mercado de Durango cada sábado. En 2019 comenzó a elaborar lácteos, yogurt y queso fresco. En busca de nuevos clientes, un compañero le sugirió que probara suerte en la plaza del Mercado, que siempre está abierta a nuevos productores.
Con el tiempo, López ha conseguido su propio espacio en la plaza. Hoy en día, trae yogurt y queso fresco de vaca, ya que en su caserío tienen vacas lecheras. Además, en su puesto cuenta con una amplia variedad de productos: dulces de manzana, salsa de tomate, huevos de casa, y verdura y fruta de temporada. Este es el único mercado semanal al que asisten, aunque también van al Arenal en Bilbao cada quince días y llevan productos frescos a algunas tiendas, cooperativas y asociaciones en Durango y Elorrio.
Publicidad
López observa que el mercado de Durango está muy vacío. «La gente que viene es la de siempre y pocas veces se ven caras nuevas, a menos que estén de paso o de turismo», comenta. Con mucha pena, ve que el mercado va a menos. «Ahora el consumo es diferente y parece que esto se ha vuelto una tradición para la gente mayor, que viene a encontrarse con amigos», afirma.
Para López, la venta directa es algo especial. Le gusta porque puede contarle al consumidor qué hay detrás de su producto, y ellos lo valoran de otra manera. «Es muy gratificante poder aconsejar a la gente. Me encanta ese vínculo que se llega a generar con el tiempo», añade López.
Publicidad
Fernando Lejarza, con su explotación en el caserío Pulla de Elorrio, es un habitual del mercado de Durango, donde acude todos los sábados desde 2010. La venta de sus productos depende de la disponibilidad y la demanda. Sin embargo, su amplia variedad de verduras permite equilibrar las ventas cuando ciertos productos no están disponibles.
Con la llegada del otoño, Lejarza deja de tener tomates y vainas, y comienza a ofrecer productos de temporada como coliflores, berzas, lombardas, calabazas, borrajas, zanahorias, puerros, pak choi y apio. También cultiva pimientos dulces de Las Landas, de Gernika e italianos, aunque estos productos van disminuyendo con el cambio de estación.
Publicidad
Lejarza destaca la importancia de la venta directa, ya que proporciona mayor margen de beneficio. «Si vendemos a las tiendas, un porcentaje se lo tenemos que dar a ellas, pero si vendes directamente, al final toda la ganancia es para uno mismo», explica. Además, valora el contacto directo con los clientes, ya que le permite comunicar y explicar las propiedades de cada producto, su preparación y la importancia de consumir el género de temporada.
Durante la crisis sanitaria, Lejarza observó un aumento en las ventas en los mercados locales, ya que la gente «prefería consumir productos locales en espacios abiertos». Sin embargo, esta tendencia no se mantuvo y las ventas han disminuido.
Noticia Patrocinada
«Yo creo que algún día esto se acabará»
Baserritarra de Durango, José Luis Martín López lleva vendiendo sus productos cada sábado en la plaza del Mercado de Durango desde 1978. «Cogí el relevo de mi padre», comenta Martín, quien trae productos exclusivamente de Navarra. «Aquí vendían unos navarros y dejaron el negocio y me propusieron continuar con lo que vendían», explica.
Martín recuerda con nostalgia los días en que el mercado estaba lleno de vida. «Esto antes era otra cosa, porque venía bastante gente, pero ahora solo vienen las personas mayores», dice con tristeza. La falta de relevo generacional es una de sus grandes preocupaciones: «¿A que no ves clientes jóvenes? Yo creo que esto algún día se acabará».
Publicidad
Considera que el traslado de los vendedores de ropa ha afectado negativamente al mercado. «Hasta hace unos años, en la calle de al lado se colocaban los puestos de los que vendían la ropa. Eso llevaba a que más gente se aproximara a darse una vuelta por la plaza. Desde que los cambiaron a la explanada de la escuela de música viene menos gente», explica. Según él, la dispersión de los puestos ha contribuido a la disminución de visitantes.«Creo que contra más unidos estemos los vendedores, hay más gente. Si estamos uno en cada punta, no ayuda nada. En Gernika estamos todos juntos».
A pesar de sus esfuerzos, Martín teme que los mercados tradicionales estén destinados a desaparecer. «Pienso que ya no hay nada que pueda ayudar a revivir los mercados. Los grandes locales comerciales lo han comido ya todo», concluye.
Publicidad
Jon Bastante ha sido uno de los últimos vendedores en incorporarse a la plaza del mercado de Durango, donde comenzó a asistir a principios de julio. Aunque es nuevo aquí, Bastante lleva más de ocho años acudiendo con sus productos a otros mercados, principalmente al de Amorebieta, localidad en la que reside. También suele ir a Balmaseda y Basauri, y pronto comenzará en Bilbao.
Este baserritarra gestiona una finca en el barrio de Ibarra, con dos hectáreas y media de cultivo y 3.000 metros cuadrados de invernadero, dedicados a la producción de verduras y hortalizas. Al iniciarse en un nuevo mercado, comenta que «necesitas un tiempo para hacerte con la fidelidad de la clientela», pero desde el primer momento ha superado sus expectativas. A pesar de la cercanía entre Amorebieta y Durango, ha notado diferencias en los hábitos de consumo. En la cabecera de comarca, la gente prefiere comprar en varios puestos en lugar de en uno solo, lo que distribuye a los compradores entre todos los vendedores.
Publicidad
Aunque hay menos gente en Durango en comparación con Amorebieta, Bastante observa que «el ticket es más alto en proporción». La gente en Durango tiene la costumbre de hacer la compra de la semana, no solo la del antojo del día. «Aquí vienen ya con esa planificación y se nota», afirma.
El contacto directo con el proceso y la satisfacción de ver a los clientes disfrutar de sus productos es lo que más le gusta de su trabajo.
Oihane Lekunberri, procedente de Axpe (Atxondo), es una de las baserritarras que vende sus productos en la plaza del Mercado de Durango. Aunque normalmente es su compañero quien se encarga de las ventas, en esta ocasión le toca a ella. «De vez en cuando nos vamos rotando», explica. Hace 18 años comenzó con la huerta, aunque no recuerda exactamente cuándo empezó a vender en el mercado los sábados.
Publicidad
Lekunberri cultiva hortalizas y tiene árboles frutales, principalmente manzanas, con las que elabora dulce. También produce huevos y, en los últimos años, ha incorporado plantas medicinales. Lekunberri ha comenzado a destilar estas plantas con un alambique para hacer cosmética natural, lo que ha llamado la atención de los clientes del mercado. «Solemos traer todas las semanas champú natural y pasta dental, aunque también tengo algunas otras cosas, como crema sólida», comenta. Cada viernes prepara todos sus artículos para el mercado, cargando la furgoneta a última hora de la tarde para estar listos el sábado a primera hora de la mañana. «Por lo general me suelo levantar a las siete para estar en el mercado a las ocho», dice.
A pesar de sus esfuerzos, siente que la afluencia de usuarios ha disminuido. «La sensación que tengo es que la cosa va en decadencia, está bastante flojo», observa. Ha notado que la gente joven «prefiere hacer la compra en otro tipo» de superficies.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión