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Todo sucede en un pequeño café-bar de algún lugar donde hace frío. Del local entran y salen sus clientes, buscando el amor y huyendo de un mundo que apenas les considera. Pero esta no es una noche cualquiera, es una de grandes acontecimientos. La obra de teatro 'La sed del minotauro', del director bilbaíno Alex Gerediaga, recala el sábado en el teatro San Agustín Kultur Gunea de Durango a partir de las 19.00 horas.
«Es un drama divertido y los personajes que aparecen también lo son por momentos. Esto no está reñido con la profundidad de los temas que se tratan. Llevamos seis funciones, tratando relacionar códigos cinematográficos con escénicos. Hemos dado un paso más allá de lo que habíamos hecho hasta ahora, integrando cámaras en la escenografía o generando amplificaciones sonoras con micrófonos integrados u ocultos a la misma», explica a EL CORREO Gerediaga, de la compañía Khea Ziater.
La obra habla de antihéroes, de seres atribulados y algo desesperados, que afrontan el miedo que sienten a perder la batalla por conquistar su felicidad; habla de hombres y mujeres resistentes, y de gran corazón. El elenco está formado por Jon Ander Urresti, Ainhoa Artetxe, Leire Ucha, Arrate Etxeberria y Txubio Fdez. de Jaúregui.
«Se trata de un proyecto con unos personajes un poco 'loosers' en la batalla permanente por ser felices y que en el fondo, también habla del amor y sus edades. Lo hace a través de cinco personajes: dos de ellos abordan ese amor primerizo entre un chico y una chica en el que todo es más intenso y doloroso, donde hay una ilusión enorme. Una experiencia que abordan a través de una cita a ciegas en el bar donde discurre la función, llamado 'Il Laberinto'», prosigue Gerediaga.
Por otro lado, la función también incide el amor desgastado, lleno de cicatrices, por el que hay que pelear cada día; de dificultades que pone la propia vida en el camino. Refleja el amor entre dos mujeres, que quieren resetear sus vidas y buscar una nueva. El público acaba queriendo a cada uno de los personajes.
La comedia atrae a más público. Es el signo de identidad de esta obra, casi triplicando la cantidad de público en Elorrio, Sopela o Donostia. «El teatro muchas veces es caro y la respuesta de los espectadores está siendo espectacular. Y más ahora en Durango, en San Agustín, una de las plazas que desde el principio ha confiado en nuestro trabajo. Tengo que destacar el apoyo de su responsable, Arantza Arrazola y solo puedo tener gratitud y mucha ilusión por visitar el centro cultural. Le tengo mucho cariño porque siempre ha estado a nuestro lado», concluyó.
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