«No podemos permitir que duerman en la calle, son personas»
El cierre del albergue de Atxondo, por problemas de salubridad según el Consistorio, deja a siete inmigrantes sin el hogar de acogida que funciona desde hace cuatro años
Manuela díAZ
Jueves, 20 de octubre 2022, 22:55
Padic, Omar, Dame, Modu, Bouba, Souffiane y Yassin han vivido un infierno hasta llegar a Euskadi. Han conocido el hambre, la soledad, el terror, pero también la generosidad y la bondad. Por ello, cuando su camino les trajo a Atxondo, a un pequeño albergue al refugio de las faldas del Anboto en una localidad que no supera los 1.500 habitantes, sintieron que ante ellos se habría una segunda oportunidad lejos de los horrores de su paso por el desierto y del temible Mediterráneo.
Durante su estancia en este albergue que abrió hace cuatro años, estos jóvenes migrantes, de entre 20 y 38 años que han solicitado refugio en acogida o que están en situación de especial vulnerabilidad, han tenido un hogar, aprendido el idioma, estudiado un oficio en la EPA de Durango, han hecho comunidad y han logrado integrarse en el pueblo a la espera de dar su paso a la independencia. Sin embargo, hace poco más de diez días, esa puerta se cerró. El Ayuntamiento comunicaba a la plataforma Atxondo Harrera Herria, encargada de gestionar el albergue, que no podrían continuar con la acogida de personas.
El cierre, que el Ayuntamiento justifica ante los problemas de salubridad del inmueble, ha dejado a estas siete personas en la calle. Voluntarios de la plataforma les han acogido en sus propios hogares a la espera de una solución o una alternativa de las instituciones. «No podemos permitir que duerman en la calle. No son muebles rotos, son personas, muchas de ellas a las puertas de lograr su inclusión», asegura desde el colectivo Oihane. Se quejan de que no se les ha dado tiempo siquiera para buscar alternativas y que ni mucho menos les han ofrecido otro espacio para acogerles. Por ello, este viernes, a las 18.30 horas, se concentrarán ante el Ayuntamiento.
Desde el colectivo afirman que han solicitado al alcalde el albergue de Axpe «bajo la responsabilidad de Harrea, porque creemos que es una situación más digna que estar en la calle». Insisten que la casa «está en condiciones de vivir, ya que en verano ha acogido a una docena de saharuis como parte del programa 'Vacaciones en Paz' que gestiona el colectivo Hamarrako Izarrak. «Además, ¿dónde se ha visto que en los casos en los que se ha tenido que pedir un informe para la inspección uno tenga que salir de su casa?», se quejan.
Abierto hace cuatro años, por sus habitaciones han pasado más de una veintena de migrantes. Diecisiete de ellos han ido abandonando poco a poco este improvisado hogar tras otorgarles el asilo político, regularizar su situación o continuar su viaje a otro país. Emocionada, Oihane no entiende como se toman decisiones de este calibre sin tener en cuenta la vida de estas siete personas. «Si hace cuatro años nos pusimos en marcha fue por una necesidad que en este tiempo ha ido a más, porque la migración y la pobreza es una realidad por mucho quieran ocultarla».
La decisión llegó una semana antes de regresar al albergue, ya que el convenio que firman cada año con el Consistorio es entre el 15 de octubre y 31 de mayo. «Pedimos una reunión y una explicación, y trece días después, nos contestan que no reúne las condiciones de habitabilidad y precisa de una inversión de 500.000 euros. La casa está en muy buenas condiciones, no entendemos que urgencia puede haber para dejar a siete personas en la calle de un día para otro», explican.
«Salvaguardar la seguridad»
Según el Consistorio, en los últimos años se han llevado a cabo actuaciones puntuales que aseguran «no han sido suficientes para seguir manteniendo el edificio en condiciones habitables. Por ello, tras una inspección técnica en la que detectaron problemas de insalubridad en el caserío de tres plantas ubicado en el barrio de Axpe, en septiembre encargaron un informe a un arquitecto. Si bien, no se especifica qué actuaciones tienen que llevar a cabo, concreta que es necesario invertir 500.000 euros «para adecuar la infraestructura a las necesidades». Asimismo, afirma que «ante la precaria situación en la que está, y salvaguardando la seguridad de las personas que lo habitan», decide mantener cerrado el edificio.
Desde Hamarrako Izarrak, que entre junio y agosto utiliza el edificio -en septiembre permanece libre- para acoger a menores saharauis, han mostrado su apoyo a la plataforma de acogida a los migrantes y denunciar el cierre. «La casa de Axpe se cierra tras los últimos años de dejadez por parte del Ayuntamiento. Si de verdad esta casa no reúne los requisitos de salubridad, no entendemos cómo se nos ha permitido utilizarla».