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Las paellas de diferentes sabores coparon el protagonismo en el barrio de San Fausto en una nueva edición del certamen gastronómico. Mientras, cientos de vecinos de la villa degustaron el tradicional sabor de los artopiles en el Ayuntamiento. J.G.L.

Las fiestas de Durango se cuecen a fuego lento con nueve días por delante

Cientos de vecinos participan en el concurso de paella, mientras no podían faltar las tradicionales artopiles

Viernes, 13 de octubre 2023, 19:52

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Delantales, las manos en la paellera y disfrutar de los amigos, la familia y el buen ambiente. Con esa fórmula, cientos de personas participaron este viernes en el tradicional concurso en el barrio San Fausto de Durango, que se encuentra inmerso en plenas fiestas patronales. ¿De pescado o carne? Esa era la gran pregunta de los 'cocineros' que preparaban desde primera hora de la mañana la suculenta cita.

«Todos los años participamos. La receta es que tenga buen género y mucha ilusión por hacerla. La nuestra es porque nos juntamos todos los amigos y si no ganamos no pasa nada. Nos da igual, es comer todos juntos y disfrutar del día. Verdura, pimiento rojo, pimiento verde, cebolla, ajo y marisco o carne, nosotros hacemos la mixta. Le da otro sabor», explican Eva Bidarte, Belen Reinoso y José Rodríguez, vecinos del barrio.

El buen ambiente y la música amenizaban los preparativos, entre los típicos nervios por la organización y el habitual tono festivo. «Somos del barrio. La cuestión está en el sofrito y un buen caldo. El nuestro va a ser de carne. Primero se empieza cortando toda la verdura, toda la carne en tropiecitos pequeños, se hace el sofrito en el fondo, echamos el arroz, el caldo y esperar sin moverlo, que es muy importante. Ganamos una vez hace cinco años» recordaban Jose Ramón Gil, Victor Gil y Saray Fernández.

Ángeles Martínez y José Díaz querían dedicarle esta paella a su hija. «Ahora está un poco mal. Entonces, hemos decidido hacer la fiesta nosotros para que no esté triste. Vamos a hacer una paella de conejo, vamos a ganar. Si mi marido cocina como siempre, ganamos», señalaba convencida Ángeles. «Hago un refrito de conejo, lo quito, luego el refrito de verdura, pocho la verdura, el arroz, el caldo y ya está», confesaba José.

Las amigas Aroa Lara y Mari Mar Cortijo valoraban el papel del barrio. «Todos los años venimos a participar, algunos somos de aquí de toda la vida. Hemos ido trayendo a gente de la periferia y vamos a hacer paella de solo carne con pollo, con costilla y verdurita. No quiero decir la receta secreta, vamos a hacer el arroz y luego echaremos el caldo. Hemos ganado en otras ocasiones el concurso de tortilla».

Casi 50 años de trayectoria

No se entendería este certamen sin la labor que realiza la asociación vecinal Centro Social San Fausto. «Llevamos 16 ediciones desde el año 2007. Estaremos unos 700 personas y 31 inscripciones de grupos formados por diferentes personas y hemos repartido tres premios», subrayan Gorka Perez (vicepresidente) Juan Luis Madariaga (presidente) y Juan Jesús Díez.

El jurado popular formado por tres personas iba a decidir los premios finales, algo a lo que estaba muy atento Borja Urizar. «Va a ser una paella de carrilleras de cerdo ibérico con hongos. Nunca he hecho de carrilleras, pero va a ser al estilo Borja, va a ir por sensaciones. Es la cuarta vez que participo y la primera que hago de carne y hemos ganado dos premios» aseguraban Borja Urizar, Mauri Imaz, Fran García y Patxi Urgoiti. Al final, el tercer premio fue para Garro, que se llevó 50 euros, el segundo Teresa con 100 euros y el primero Amagoia con 150 euros. Todos ellos se llevaron un trofeo conmemorativo.

No se entendería el día de San Fausto sin las largas colas de vecinos en los bajos del Ayuntamiento para poder degustar los artopiles, madalenas salpicadas de frutas, el postre de las fiestas de la villa. Una tradición que se remonta a 1765.

«Hemos venido los últimos años. Está super rico, es algo diferente. Viene un montón de gente solo a por esto. Sabe muy dulce y muy rico», explicaban Olga Costa y Leire Intxausti mientras comían. «Tanta gente como este no he visto nunca, hoy es impresionante todo lo que viene. Está muy rico, me encanta, así estamos todos: gordos» explicaban a su lado Mari Carmen Arana y su hija Marije Alberdi, que solicitaba una cola para personas mayores de 80 años o discapacitados porque habría más sitio para acceder.

El joven durangués Iñigo Legorburu acompañaba a su amama en la larga cola. «La que realmente suele venir es ella pero esta vez le he acompañado. Con un par de ellos, siempre me marcho a casa. Es algo tradicional y sabe a octubre, estamos en fiestas y es el sabor típico. Tiene toques dulces de los frutos escarchados», confesaba.

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