Elorrio restaura una de sus cruces más emblemáticas, datada en el siglo XVI
Con una inversión de 7.707 euros, Txanberi luce renovada tras los trabajos de limpieza, sellado y reintegración cromática
La emblemática cruz de Txanberi, datada en el siglo XVI y una de las nueve que forman la destacada colección de cruces de Elorrio, ha sido recientemente restaurada a fin de restablecer su esplendor histórico. Situada a la derecha de la carretera que conduce a Elgeta, esta pieza patrimonial despide a quienes abandonan el municipio y da la bienvenida a los visitantes. A comienzos del siglo XX ya había perdido gran parte de su zona central y la imagen de la Virgen con el Niño en el reverso estaba muy dañada, mientras que el Crucificado mantiene su característica postura, con la rodilla derecha adelantada, la cabeza inclinada y el paño recogido en un vistoso lazo sobre la cadera izquierda.
El Ayuntamiento, con la colaboración de la Diputación Foral de Bizkaia, ha impulsado la intervención dentro de la segunda ronda de limpieza de los cruceros iniciada en 2024, que permitió entonces recuperar la cruz de Santa Ana. En esta ocasión, dos restauradoras especializadas en piedra y una arquitecta técnica experta en patrimonio han trabajado durante el verano en la eliminación de musgos y líquenes, el sellado de fisuras, el control de sales y la reintegración cromática, antes de proteger de nuevo la superficie con hidrofugantes.
Con un coste de 7.707,70 euros, se ha prolongado la labor emprendida entre 2010 y 2020, cuando se documentaron históricamente las cruces, se restauraron por primera vez y se editó un libro acompañado de un plano turístico que hoy sigue disponible en la oficina de turismo. «Con esta nueva actuación reafirmamos nuestra apuesta por conservar y poner en valor una herencia única en Euskadi, que por su número y condición es considerado el más relevante de la comunidad», han señalado desde el Consistorio.
Estos monumentos representan el diez por ciento del total de los inventariados en la comunidad autónoma vasca. Y aunque no son tan monumentales como varios de los existentes en Bretaña, ni tan numerosos como los afamados de Galicia, superan a la mayoría de ellos en antigüedad. El de Kurutziaga, Santa Ana o Iguria, poseen además una calidad sobresaliente y, gracias a la continuidad de la serie, todos ellos forman un conjunto excepcional que permite realizar un interesante recorrido para conocer la evolución de la escultura del siglo XVI.