La Diputación admite que el túnel bajo la Ría tendrá un «efecto llamada» para los coches

A mediados del mes pasado el Ejecutivo vizcaíno anunció que el diseño de la infraestructura, que requerirá una inversión de 450 millones y lleva más de cinco años en fase de estudio, entraba en su recta final. Se fijó el próximo verano como horizonte para el inicio de las obras una vez recibido el visto bueno medioambiental que debía otorgar la propia Diputación.

La Declaración de Impacto Ambiental (DIA) favorable fue publicada el jueves en el Boletín Oficial de Bizkaia, trámite ineludible para ir cerrando la etapa burocrática. El documento rubricado por la diputada de Medio Natural, Arantza Atutxa, hace un detallado análisis del trazado de algo más de 3 kilómetros que unirá Artaza con el entorno de Ballonti. Habla de movimientos de tierras, de zonas afectadas, de ruidos... y del impacto en el tráfico.

Augura la Diputación, basándose en el anteproyecto realizado por las ingenierías Sener, Idom y Euskontrol, que el subfluvial será utilizado en 2028, año en el que está prevista su inauguración, por 54.000 vehículos los días laborables. Supondrían casi una tercera parte de los que atraviesan actualmente Rontegi. Este dato ya se conocía, pero no la previsión a largo plazo. El Gobierno foral contempla que el túnel provoque un «progresivo aumento» del tráfico de coches privados porque «la mejora de las condiciones de circulación producirá un efecto de inducción». Tomando como referencia 2019 -el último año de circulación normal previo a la pandemia- las proyecciones realizadas estiman que en 2038 el tráfico en todo el territorio se habrá incrementado un 21%. Y diez años después, un 33%. Para entonces se cree que pasarán por el nuevo túnel 62.000 turismos diarios.

Pese a que al departamento foral de Medio Natural no le parece una situación que impida ejecutar la obra, sí que advierte en su análisis que «contribuir al uso del vehículo privado» es justo lo contrario a lo que viene buscando la Diputación de un tiempo a esta parte, desde que la lucha contra el calentamiento global se ha elevado a prioridad mundial. Por poner un ejemplo: el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) fija a todas las instituciones el objetivo de disminuir hasta un 35% el tráfico en entornos urbanos para 2030. Lo recuerda la propia Diputación en la DIA.

El Gobierno vizcaíno trabaja para contener las emisiones contaminantes de un tiempo a esta parte. El Plan Territorial Sectorial de Carreteras que deben aprobar definitivamente las Juntas Generales esta legislatura apuesta por un «cambio de paradigma» a la hora de ejecutar nuevas vías en Bizkaia y por combatir el «uso indiscriminado del vehículo privado». En vigor está ya desde primavera el Plan Territorial Sectorial de Vías Ciclistas, que prevé la ejecución de 200 nuevos kilómetros de bidegorris durante la próxima década. Busca ofrecer una alternativa a los desplazamientos cortos en coche.

La Diputación defiende que la ejecución del subfluvial también irá en consonancia con las políticas medioambientales. Son numerosas las ocasiones en las que diferentes portavoces forales han asegurado que el túnel entre Getxo y Portugalete, además de ayudar a descongestionar Rontegi, rebajará las emisiones porque reducirá los kilómetros que deben recorrer los coches para hacer el mismo recorrido. Pasarán de trece a cuatro, y por tanto también disminuirá el tiempo de viaje.

La sostenibilidad medioambiental es uno de los requisitos que exige el Banco Europeo de Inversiones (BEI), el órgano financiero de la UE, para implicarse en construcción de nuevas infraestructuras. El mes pasado, el mismo día en el que se puso fecha al inicio de las obras del subfluvial, la Diputación también anunció que el BEI se ha comprometido ya a prestar hasta 200 de los 450 millones que costará el túnel. Un crédito que «garantiza» la ejecución, según el Ejecutivo vizcaíno.

Una vez obtenido el visto bueno medioambiental, al Ejecutivo territorial le queda únicamente limar algunos aspectos del proyecto constructivo para ajustarse a lo que reclaman las 50 alegaciones presentadas por instituciones, asociaciones y vecinos de la Margen Derecha y la Izquierda que han sido estimadas. El diseño definitivo verá la luz en febrero, posteriormente se licitarán y adjudicarán las obras.

Si se cumple el calendario previsto, las excavadoras llegarán a los entornos de Artaza y Ballonti en septiembre. Arrancarán ahí cuatro años largos de trabajos para ejecutar un túnel con una pendiente del 4% que alcanzará los 35 metros de profundidad justo en los 200 metros que atravesarán el cauce fluvial. Con todo, el punto más complicado de horadar será un poco antes de la Ría, en la vega de Lamiako. Se trata del único lugar en el que no se ha encontrado roca sobre la que trabaja. Tocará inyectar hormigón para luego crear la galería.