El imbatible Sion

El fin de semana ha estado marcado por la final de la Champions, para mayor gloria del Barcelona. La conquista del triplete por parte de los azulgrana tras batir a la Juventus ha sido totalmente descrita y analizada, así que aquí nos vamos a centrar en otros aspectos futbolísticos que hayan sucedido en este primer fin de semana de junio. Las competiciones europeas prácticamente están ya cerradas, pero el domingo nos dejó uno de esos acontecimientos que apenas tienen relevancia por proceder de una competición secundaria como es la suiza, y que merece la pena ser recordado. Porque la hazaña es notable y meritoria.

El domingo se celebró la final de la Copa suiza entre el Basilea, gran favorito, y el Sion. Además, el escenario, el Saint Jakob Park, favorecía los intereses del campeón de la liga helvética al tratarse de su campo. Solo había un aspecto que subía la cotización del conjunto del Valais: su permanente idilio con las finales coperas. El Sion se trasladó hasta Basel con un récord, doce títulos ganados de doce finales disputadas. Y sí, el domingo regresó a su cantón con una estrella más en la bandera del Valais. Ya son trece de trece. Y lo hizo a lo grande. Ganando 3-0 al campeón de Liga, al gran favorito y al club que en la competición regular le sacó 33 puntos. Pero la Copa es otra historia para los entrenados por Didier Tholot.

Resulta complicado entender la transformación de este club cuando llega a una final. Pero su palmarés sigue creciendo. En sus más de cien años de vida, el Sion solo ha ganado dos Ligas, pero sus 13 copas ya le acercan un poco más a las 16 del Grasshopper. Sus registros son tan llamativos que incluso en 2006, cuando militaba en segunda tras bajar por deudas, ganó el torneo y se convirtió en el único club helvético en ganar militando en una categoría inferior. Tendrá que ver con el orgulloso carácter de los nativos del Valais, en plenos Alpes, cuya capital Sion apenas supera los 30.000 habitantes y el cantón no alcanza los 300.000. Pero eso no es problema para que 15.000 se trasladaran a Basilea a apoyar a su club, generalmente en coches y trenes, una costumbre que ya se adopta como un ritual.

La historia reciente de este modesto club, con el que el Athletic podría cruzarse en la próxima Europa League, no ha sido sencilla, pese a tener momentos de gloria puntuales en este siglo con cuatro copas. Desde que lo compró Christian Constantin, el Sion siempre ha vivido en el filo de la navaja. Este arquitecto suizo con aires de grandeza siempre choca con la rigurosidad helvética, y entre otras 'hazañas' fue descendido a segunda por deudas, tuvo una sanción de dos temporadas sin fichajes por una contratación indebida, acostumbra a utilizar a dos o tres entrenadores por campaña y se enfrentó a medio Valais cuando trató de convertir en Sion en el Olympique de los Alpes y trasladar su sede a Martigny, a 30 kilómetros de la capital. Pero a pesar de sus excentricidades, el club de Tourbillon sigue siendo fiel a su tradición y se convierte en el peor enemigo posible cuando llega a una final. Su afición volverá a ver la próxima campaña fútbol europeo. Eso sí, si Constantin no toma medidas y acondiciona el campo a la normativa UEFA, una vez más deberán jugar en Ginebra. Son los 'claroscuros' de este orgulloso club 'valaisian'.